Del Taj Mahal al Palacio de Samode…

“La lágrima en el rostro de la eternidad” fue como describió Tagore al impresionante Taj Mahal. La majestuosidad del monumento que esconde una de las más bonitas historias de amor, no deja a nadie indiferente. Considerada como una de las siete maravillas del mundo el gran mausoleo es armónico, hermoso, mágico, perfecto,   utilizaría un sinfín más de adjetivos positivos para su descripción. Fue concebido por el emperador Shah Jahan para inmortalizar el gran amor que sentía hacia su mujer Mumtaz Mahal. Construido con mármol de makrana y piedras preciosas provenientes de diferentes zonas de India, Persia y Afganistán, el impresionante monumento declarado Patrimonio de la Humanidad de la Unesco en 1.983. se encuentra ubicado en la ciudad de Agra en el estado de Uttar Pradesh.

Tras el arco de entrada, los alargados estanques abren el camino hacia el templo entre flores de loto flotando sobre sus aguas.  Sentada en un banco admirando “la poesía hecha arte” no puedo dejar de recordar las palabras que describen el sentimiento del emperador. 

Lloraba un alma enamorada lágrimas, dolor, pena,
llanto un corazón entona su triste canto una mano,
cansada, tras su ventana cerrada. Allí desde su palacio,
desde su ventana admira aquella lágrima blanca,
poesía hecha arte, arte que la pasión arranca, para ti,
mi amada, mi esposa, mi alma hermana.

La “corona de los palacios” que es el significado de Taj Mahal necesitó el trabajo de más de veinte mil  hombres, mil  elefantes y veinte años  para su construcción siendo finalizado en 1653. Una vez más al igual que en otros monumentos se dice que el emperador mandó cortar sus manos para que nunca diseñara una belleza similar. La mezcla de estilos persa, islámico e indio se pueden admirar en sus más de ciento setenta mil  metros cuadrados que engloba todo el complejo,  donde además del mausoleo  repleto de inscripciones de libros sagrados musulmanes y  los jardines con estanques están las casas de los huéspedes y otros monumentos de gran belleza como la mezquita de una de las mujeres del emperador. Sobre una plataforma de mármol se encuentra el gran mausoleo entre cuatro primorosos minaretes situados en cada una de las esquinas y al fondo el río Yamuna que fue desviado para que pasara por allí. Me fascinó la gran belleza de la cúpula vista desde su interior y el equilibrio de la misma recortándose en el horizonte. 
Finalizadas las obras el emperador compuso el siguiente poema:

Tan radiantes como los jardines del cielo,  con los perfumes del paraíso saturado como si estuviese hecho de nácar su suelo ha sido barrido con las pestañas de los ángeles. 

En la ciudad además de visitar el Taj Mahal también se puede acudir al Fuerte Rojo, fortaleza levantada junto al río amparada por dos gruesos muros y un foso. La entrada te guía por la vía donde antaño recorrían los elefantes. En el Fuerte encontramos varios palacios y una zona subterránea donde se encuentran las habitaciones de verano y las salas para llevar a cabo las ejecuciones. Frente al Fuerte está la mezquita Jama Majid, construida en 1648 y situada hoy entre numerosas callejuelas repletas de restaurantes y tiendas. Pero si se quiere ver tiendas no hay nada mejor que acudir al Bazar Kinari al noroeste del fuerte.

Dejando atrás Agra, avanzamos unos cuarenta y dos kilómetros para dejarnos seducir por la ciudad abandonada Fatehpur Sikri que se encuentra en un fantástico estado de conservación. Aunque el calor es casi insoportable, en la que un día fue capital del imperio se respira una una magia difícil de olvidar. Construida en piedra de arenisca roja resurge como de la nada. Reconocida como Patrimonio de la Humanidad desde 1986,  la ciudad olvidada del emperador  Akbar no puede pasar desapercibida en ningún viaje que se realice por este estado. 

De las cosas más destacadas de esta ciudad se encuentran, el Salón de Audiencias Públicas, el Balcón real, los Baños turcos, los departamentos de los príncipes, el palacio Panch Mahal, dormitorios y su maravillosa mezquita. 

Y con este maravilloso sabor de boca seguimos hacia la ciudad rosa, capital del mítico estado del Rajastán, Jaipur declarada Patrimonio Mundial de la Humanidad desde julio de 2019. Fundada en 1727 e inspirado su diseño en el tratado Vastu Shastra. La ciudad se construyó a parir del año 1727 por el Maharajá Jai Singh II y las casas estaban edificadas en estuco rosado para imitar la arenisca roja. Según los lugareños, en 1905, cuando el príncipe de Gales visitó la ciudad, las casas fueron  pintadas de rosa para darle la bienvenida y desde ese momento Jaipur se considera la ciudad rosa. Su colosal muralla y su entramado de callejuelas invitan a pasear de un lado a otro disfrutando de esos olores a incienso y especias tan característico de India.

El Palacio de la ciudad es un amplio complejo que contiene dos palacios independientes, el Chandra Mahal y el Mubarak Mahal además de otros preciosos monumentos rodeados de patios, jardines y puertas de colores. 

Además del Palacio de la ciudad lo más visitado es el Palacio de los vientos,  construido en 1799 bajo el reinado de Pratap Singh. Su increíble fachada esculpida, donde se situaban las damas de la corte para contemplar las procesiones se sitúa en el centro de la ciudad. Todavía recuerdo la primera vez que estuve allí, estaba fascinada con ese color rosa iluminado por el sol, y también porque me quedaba atónita de como los hindúes compraban la leche. Había numerosas garrafas y para ver la calidad de misma, el vendedor introducía su brazo en ellas y mostraba al comprador su textura y según el chorro de leche así era la calidad, cuanta menos leche chorreaba por el brazo mayor calidad de la misma. 

Además también se puede contemplar el Observatorio, el minarete Ishwar y el Museo central ubicado en los jardines de Ram Niwas. Al atardecer no hay nada mejor que acceder a una de las terrazas que muy amablemente los habitantes de la ciudad permiten subir y divisar ese sol rozando los tejados y después pasearse por los bazares donde yo probarte esos saris de seda que realmente son espectaculares. 

La ciudad rosa no dejó de ser un sueño para un niño que hizo realidad y que acudía a ella en elefante desde Ámber situada a nueve kilómetros. En la cima de la montaña se encuentra el impresionante palacio considerándose una de las grandes bellezas del país y donde se puede apreciar una mezcla de estilos arquitectónicos hindúes y musulmanes. Su construcción comenzó en el año 1592 por orden del Marajá Man Singh , comandante y jefe Rajput del ejército de Akbar.La subida se puede realizar a pie o sobre lomos de un elefante, hecho que utilizan en gran medida los visitantes que se acercan hasta allí. 
Sus fachadas en tonos cálidos , son debido a la utilización como principales materiales en su construcción de mármol blanco y arenisca rosa y beige. Además de sus bonitas puertas, merece mucho la pena el interior del templo de Diva-Devi y el Palacio de los Espejos, así como el Templo de Jagat Shiromani y la mezquita de Akbar. 

A diez kilómetro de Jaipur, se encuentra el gran Jag Mahal, el Palacio de Agua, construido por orden del maharajá Jai Singh II. Construido en el XVIII el palacio flota sobre un lago, una verdadera lástima que esté abandonado porque es una auténtica preciosidad. 

A unos sesenta kilómetros de Jaipur hacia el norte encontramos una pequeña aldea con el famoso palacio-hotel de Samode. Lo que comenzó siendo una fortaleza rajput, fue renovado y reconvertido en un fabuloso palacio que destaca por su maravillosa decoración, su desbordante artesanía de espejos, su mezcla de colores y sus hermosas flores. Fue el lugar elegido por maharajás y aristócratas para realizar sus cacerías. Rodeado de colinas y montañas el enclave es precioso. Se cuenta que este palacio fue un regalo del maharajá de Jaipur a un noble que quería alejar de su corte porque decía que estaba interesado en su esposa. El palacio posee una mezcla de distintos estilos arquitectónicos y decorativos. Patios con delicadas buganvillas, arcos y espejos, preciosas cortinas, muebles de época, celosías y pinturas murales en cada rincón. No es de extrañar que haya servido de escenario en numerosas películas. 

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