Khajuraho, donde el sexo se convierte en arte…

Extremadamente indecentes y ofensivas” fueron las palabras de T.S. Burth, ingeniero del ejército británico, cuando se adentró a una zona abrupta del centro de India y descubrió tras una frondosa vegetación una veintena de templos con una explícita decoración escultórica donde el sexo y la sensualidad son arte en piedra. 

Kharujaho, conocida como la ciudad del Kamasutra, se encuentra ubicada en el estado de Madhya Pradesh; es un gran reclamo turístico desde que en 1986 la UNESCO reconociera  sus templos  como Patrimonio de la Humanidad por conformar un prodigioso conjunto arquitectónico y escultórico.

La villa de  Khajuraho fue la capital de la dinastía Chandela, la cual, alcanzó su apogeo con el rey Dhanga entre los años 950 y 1008 y prosiguió hasta el año 1202, momento en el cual los musulmanes iniciaron sus incursiones en territorio indio. 

Aunque los  templos son conocidos por ser de forma explícita una antología de sexo , sensualidad y lujuria, con esas figuras de apsaras (ninfas acuáticas de la mitología hindú que se representan como bailarinas) suransundaris (jóvenes con grandes pechos desnudos y ropas ligeras pero muy adornadas) y alasakanya  (muchachas yacentes que son la viva imagen de la voluptuosidad) también encontramos en ellos esculturas de desfiles militares, seres mitológicos, grandes batallas, encarnaciones de las divinidades hindúes, escenas del día a día, etc.  

«Las figuras muestran gran belleza, realismo y sensualidad«

La abundancia de escenas eróticas y con frecuencia obscenas, ha intrigado durante mucho tiempo a los expertos, que ni siquiera a día de hoy logran ponerse de acuerdo a la hora de dar una explicación satisfactoria sobre su existencia y sobre qué querían los artistas de la época mostrar con ellas. Se habla de diferentes teorías, desde  que se quería plasmar en piedra el famoso Libro del Kamasutra, hasta  que querían que sirvieran para la educación sexual de los más jóvenes, pasando por querer probar la idoneidad de los sarcedotes, ser un canto a la fertilidad, que sirvieran de protección frente a adversarios, etc. 

Las dos teorías más aceptadas son   la de la representación del Libro Kamasutra (Tratado del Arte del amor), considerado el primer libro sobre el amor carnal, escrito en sánscrito (lengua indoeuropea que se conserva en los textos sagrados y cultos del brahmanismo escritos entre los siglos XV y X a. C. en India). Por supuesto esta visión tiene sus detractores ya que en los templos hay escenas y actividades orgiásticas en grupo y escenas zoofílicas. Y la otra explicación con mayor aceptación es la que ofrece D. Desai que ve el erotismo y la obscenidad de los templos como una herencia de la antigua cultura mágico-chamánica según la cual, los ritos sexuales propician la fertilidad a la vez que protegen contra las fuerzas del mal.

Lo que sí es cierto es que no sería extraño que cualquiera de las dos teorías fueran validas, ya que no es aquí la primera vez que en el arte hindú se dan muestras de erotismo y sensualidad. En la India antigua, se crearon pinturas y esculturas en cuevas y templos con gran carácter erótico, aunque nunca con la grandiosidad de una auténtica ciudad erótico-espiritual.

En el pensamiento hinduista el sexo no se reduce al mero placer sino que está relacionado con una cosmovisión religiosa de unión física y espiritual, un tributo a la vida misma, libre y espontáneo, natural y sagrado, el camino a la fusión de cuerpo y alma y la búsqueda del equilibrio entre energías que lleva a la perfección y al encuentro con la divinidad.

Los templos también llamados Templos de la montaña cósmica, por tener una torre que simboliza el Monte Kailasha, descansan sobre grandes plataformas y son una espléndida síntesis de arquitectura y escultura realizados generalmente en arenisca.

«La piedra arenisca y sus tonalidades rojizas se convierten en belleza, exuberancia y sensualidad»

Todos ellos tienen muchas cosas en común, desde su verticalidad, proporcionada por situarse sobre plintos con elaboradas molduras, hasta el lugar donde se sitúan las representaciones eróticas, ya que de conformidad con los tratados antiguos, éstas tienen un lugar específico en los templos.

Casi todos los templos están alineados de este a oeste con la entrada hacia oriente y la mejor hora para su visita es a primera hora de la mañana o al atardecer, ya que a esa hora la luz del sol resalta sobre los colores rojizos, naranjas y rosados de la piedra y además ayuda a acentuar la tridimensionalidad de las figuras que hace que parezcan que están vivas.

Si se tiene suerte y llueve un poquito los templos adquieren un color marrón oscuro realmente hermosos, ya que les da un toque de elegancia difícil de igualar, aunque también es cierto, que en India cuando llueve no llueve poquito. Venía de Orcha y había planificado llegar allí al atardecer para ver los templos al final del día y poder asistir al espectáculo de luces y música y al día siguiente por la noche coger un vuelo a Varanasi. Pero como en un viaje una cosa es lo que tu planificas y otra cosa es lo que luego sucede, después de dos días lloviendo con una intensidad indescriptible, quedarnos incomunicados, perder el vuelo porque era imposible que un avión aterrizara, conseguí llegar en tren hasta Delhi y de allí coger un vuelo a Varanasi. Reconozco que en aquellos momentos no me gustó nada lo que iba sucediendo, lo de que el agua te llegue por las rodillas no es muy agradable, ahora bien, después de tantos años lo recuerdo y no paro de sonreír, era mi primera vez en India y lo de coger un tren nocturno en ese país no tuvo desperdicio, fue una experiencia que jamás olvidaré.

Al llegar a la estación anuncian que el tren llega en quince minutos y que hay que subirse rapidísimo porque hay problemas en las vías y va a parar muy poco tiempo, por supuesto el tren se detuvo en un andén que no era el anunciado, así que tocó correr. Subes al tren, compartimento de cuatro literas con el candado para la mochila y sobre la cama una sábana que por supuesto no llegué ni a abrir y eso que era primera clase. Tocó dormir lo más encogida posible para tener el menor contacto con esas literas de cuero azules eléctrico que no tenían desperdicio. Era un trayecto largo y a las tantas de la mañana fui en busca de un baño, sin luz; en aquellos momentos los móviles no tenían linterna, así que palpando y siguiendo el olfato que no engaña, conseguí llegar a él. Como era de esperar, mucha gente esperando, así que al final me armé de paciencia y en ese tiempo de espera qué mejor que un lugareño te cuente cosas de su país. Shidarka era como se llamaba, una belleza de mujer de cuarenta y cinco años con unos ojos color carbón increíbles, llevaba puesto un sari rojo de seda natural que hacia contraste con su negra melena. Ninguna de las dos podíamos dormir así que estuvimos el resto de la noche hablando sobre la cultura de su país y fue ella quien me enseñó a ponerme un sari que había comprado en Jaipur, la elegancia de esa vestimenta me fascina.

Los templos están divididos en tres sectores, siendo el occidental el más visitado por ser los templos mejor conservados.

Los Templos del Oeste construidos entre los años 950 y el 1.050 se encuentran en un recinto cercado, son una auténtica maravilla,  un verdadero parque arbolado único para pasear. Están dedicados, en su mayoría, a Shiva, el dios destructor y a Vishnu, el protector.
El Templo de Kandariyamahadev es la gran obra maestra de los artistas Chandela. Con forma de cruz, consta de un pórtico, un deambulatorio, una sala central y un santuario. El templo está adornado con más de novecientas estatuas alojadas en hornacinas tanto aisladas como agrupadas enmarcadas por elementos arquitectónicos y separadas entre sí por motivos ornamentales. La abundancia de elementos convierte este templo en una enorme escultura, donde encontramos todo tipo de decoración tanto de la vida cotidiana de la época como de la actividades populares de la corte real, aunque su fachada más conocida es la sur, por ser la que muestra el carácter sexual debido no sólo a sus acciones y actividades sino a la voluptuosidad de pechos, labios y expresiones faciales de las figuras femeninas. Su interior es oscuro y mal oliente gracias a los murciélagos que se encuentran en él, pero sin duda hasta con eso es un lugar fascinante, único y desde luego sin comparación alguna.

El templo de Vishvanatha comparte con el anterior la planta de doble crucero. Tres figuras femeninas decoran el edificio. En el pabellón Nandi, en el lado opuesto a la entrada principal, se encuentra una de las más grandes y bellas representaciones de la esposa de Shiva. El templo de Lakshamana descansa sobre una plataforma con cuatro santuarios en las esquinas y está decorados con grandes frisos que muestran un desfile de guerreros y escenas eróticas. Aquí se encuentra una de las figuras más bonitas de Shiva, al que siempre le acompaña la serpiente, símbolo del renacer y del tiempo.

Las ruinas de los templos de Mahadeva y Devi Jagadamba descansan sobre la misma plataforma de los dos grandes templos del recinto. Cerca de este último encontramos el templo de Chtragupta, dedicado a Surya, dios del sol, cuya figura ha permanecido en el tabernáculo desde su construcción.

En este conjunto de templos encontramos uno un poquito diferente tanto por su estructura como por su material ya que fue realizado en granito hacia finales del siglo XI. El templo está dedicado a los «64 yoguis» los divinos ascetas dotados de poderes esotéricos asistentes a Devi, una de las formas de la esposa de Shiva.

Al anochecer el espectáculo de luces de colores sobre los templos refleja a la perfección:

«El erotismo, la cúspide entre lo sagrado y lo profano«

Los templos orientales y los que están más al sur, son templos menos visitados pese a que su entrada es gratuita, pero claro, la ornamentación no llama tanto la atención ya que estos no cuentan con esculturas que contengan motivos eróticos, pese a que este tipo de decoración es sólo un diez por ciento de lo que se puede ver en cualquiera de los templos.

La zona oriental aloja media docena de templos, unos jainistas (grupo de ascetas fundado por Mahariva) , otros hinduistas, además de las residencias de los sacerdotes que los cuidan y otras dependencias que sirven de servicio y albergue a los fieles que acuden aquí periódicamente.
El templo más importante es el de Parshvanatha, dedicado a Tirthankara el último de los iluminados que predicaron la doctrina jainista. Está decorado con estatuas de los principales personajes y animales de la mitología. El interés principal quizá resida en que pertenece a la rama jaina de los llamados “sacerdotes desnudos”. Se puede ver su historia reproducida en las paredes interiores donde se encuentra textos, libros, fotos y cuadros, así como el pequeño tesoro de sus oratorios, altares, esculturas y material ritual para sus prácticas religiosas.

En el grupo Sur, podemos ver el Templo de Duladeo, y el Templo de Chaturbhuja, con una impresionante estatua de Vishnú de tres metros de altura.

Pese a que Khajuraho es un museo arqueológico al aire libre, tiene un Museo arqueológico donde profundizar sobre el arte de estos templos. Sin duda esta ciudad es una:

«Combinación de arquitectura, arte y erotismo«

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