Orchha, el reino de Rama…

Fundada en 1501 en una isla del río Betwa, afluente del río Yamuna, la tranquila ciudad que significa literalmente «escondida» puede considerarse un paraíso oculto que ha resistido al paso del tiempo. Creada por Bundela Rajput, fue durante mucho tiempo la capital de la región central de la India llamada Bundelkhand.

Gran parte de los suntuosos palacios y jardines fueron realizados con un objetivo principalmente político y diplomático, ya que los rajás hinduistas solían invitar a los poderosos emperadores mogoles a eventos para mantener activa su amistad. Actualmente en un hermoso entorno natural reposan imponentes construcciones rajput que parecen sacadas de El libro de la selva de Rudyard Kipling.

Imposible no recordar los caminos de tierra, a veces desolados y otras veces llenos de cromoterapia, que llevan a su majestuoso palacio fortaleza construido como una ciudadela, levantada entre los siglos XVI y XVII. El complejo cuenta con construcciones de gran valor histórico como los palacios de Raja Mahal y el Jahangiri Mahal, perfecta simbiosis de la arquitectura tradicional hindú y la de estilo mongol. Esta es una de las cosas que más me sorprenden de India, la diversidad hecha de poderosos contrastes, tales como modernidad y arcaísmo, pobreza y riqueza, dioses y ritos, costumbres e ideas, llanuras y montañas, y en este caso la gran coexistencia entre Rama (avatar de Visnhu, Dios de la protección y la bondad) y Alá.
El Jahangiri Mahal es un palacio de perfil achaparrado, cuadrado y con cuatro pisos, atravesado por múltiples galerías protegidas por celosías. Las habitaciones se abren a un patio interior donde se aprecia perfectamente los ocho pabellones con totees rematados con pequeñas bóvedas. Todavía se pueden observar restos de pinturas que decoraban los palacios y que muestran su majestuosidad en otros tiempos, como por ejemplo las de El Ramayana que es un poema épico basado en las hazañas de Rama o la de la Historia de Krishna, un importante avatar de Vishnú.

El templo Ramji Mandir fue construido como palacio entre 1158 y 1573 pero poco a poco se convirtió en templo, y se llenó de misterios y leyendas. Es uno de esos lugares en lo que tras descalzarte, avanzas y respiras paz mientras observas la mezcla del estilo islámico e hindú.

Cuenta la leyenda que la esposa del soberano era una devota de Rama y se había llevado una estatua sagrada a Orchha después de que el propio Rama le dijera en una visión que debía construir un palacio digno de él en el cual esta estatua debería permanecer para siempre. De ahí que este templo a día de hoy sea el lugar más sagrado de la localidad además de un lugar de peregrinación para los miles de visitantes que se acercan a la tranquila y emotiva villa.

Pero si hay algo por lo que destaca la bonita localidad de Orchha es por sus cenotafios o chhaartis, símbolo de la ciudad que se encuentran a orillas del río Betwa y que todavía conservan su esplendor original. Estas destacadas construcciones fueron construidas para albergar las tumbas reales de la dinastía Bundela, aunque nada en estos monumentos te recuerdan a la muerte, sino todo lo contrario, ya que pasear por sus caminos y descubrir estos monumentos que han durado siglos y que parecen un parpadeo de la fantasía, te hace recordar la abolición del tiempo convertido en espacio y el espacio en un conjunto de majestuosas construcciones cuyo mejor momento para contemplarlos sin duda es al amanecer o atardecer, cuando la luz del sol se refleje ante los colores ocres, tierras y rosados de sus materiales.

El Templo de Lakshminarayan de escasa altura y planta pentagonal se oculta tras una gran muralla, rodeado de campos de trigo. Dedicado a la esposa de Vishnú fue construido en 1618 y decorado con bonitas pinturas de temas tanto profanos como sagrados ofreciendo detalles muy interesantes de escenas de caza y de grandes combates.

A unos cuarenta kilómetros de la ciudad se encuentra la pequeña localidad de Datia, cuya arquitectura del Palacio Govinda recuerda mucho a los palacios de la ciudad de Rama. Combina el modelo arquitectónico de salas rodeando patios interiores con una estructura centralizada que agrupa recintos destinados a usos ceremoniales. El palacio está dispuesto en torno a un patio central, rematado por un pabellón cubierto por una cúpula flanqueada por chattris. Para mi lo más espectacular es la decorada portada principal que recuerda a las portada islámicas enmarcada por un arco apuntado encajado en una cornisa rectangular.

Una de las fotos que más me gustaron fue descubrir los colores vivos de los saris de las mujeres indias en esos balcones. Los colores de India son como los olores, sin duda inolvidables. Cada color tiene un significado que se relaciona con cada faceta de la personalidad (espiritual, material, psíquica y física) y vibra en cada caso de diferente manera, pudiendo capturar imágenes de gran balance armónico.

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2 Comments

    • Gema de los Reyes Reply

      La verdad es que el lugar invita a la ensoñación. Mil gracias por siempre estar ahí. Besos

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