La joya medieval del río Moldava

Sobre el  sinuoso meandro  del río Moldava se dibuja el mapa del casco antiguo de la pintoresca Cesky Krumlov, ubicada en la Bohemia del sur. Desde sus murallas es posible ver la zona de Sumava, famosa por sus maravillosos bosques y el embalse de Lipino, conocido como el mar checo. 

La bonita ciudad gótica, un día habitada por alquimista, juglares y una nobleza destacada, está coronada por un majestuoso castillo renacentista, el cual, es el segundo más grande del país después del de la maravillosa Praga. A la fortaleza inicial de mediados del siglo XIII,  le fueron haciendo añadidos, convirtiéndose en una edificación palaciega que recorre gran parte de la historia del país desde la Edad Media hasta los tiempos del Barroco. Su gran influencia italiana se debe a que en la época del siglo XIV, cuando gobernaba en la ciudad la familia Rosenberg, esta zona era un contacto entre las zonas del  interior y la zona del Danubio en Austria, Baviera y norte de Italia. 

Durante el siglo XVII, con  el mandado de los Eggenberg, se construyó el increíble Teatro barroco y se reconstruyeron los jardines palaciegos, pero la última fase de las construcciones se realizaron bajo la época de la poderosa familia de los Schawarzenberg, los cuales, realizaron numerosos cambios, adquiriendo su actual aspecto barroco. Actualmente el área abarca unos cuarenta edificios, entre ellos varios palacios que rodean cinco patios palaciegos y palacios.

La magnífica mezcla de arquitectura exterior y sus vistas tanto desde el fascinante Puente de la Capa como las que se obtienen desde su decorada torre cilíndrica bien merecen un paseo y unos cuantas fotografías,  pero no hay que olvidarse del interior del castillo donde yo destacaría la impresionante  Sala de las Máscaras y  el Teatro barroco, uno de los pocos ejemplos que se conservan en el mundo. El edificio del teatro palaciego de de la ciudad data de 1682 y el escenario y auditorio para unas 160 personas provienen del año 1766, cuando el teatro fue modernizado. De los siglos XVII y XVIII se han conservado centenares de piezas de vestuario y de decoraciones, un archivo en el que desde el siglo XV fueron siendo reunidos libretos y actualmente hay allí unos 2.000, así como testimonios escritos sobre las actuaciones, y también cuentas. Además del hermoso escenario, atrae el surtido de antiguas máquinas para moverlo que se encuentran en el sótano por debajo del escenario y de máquinas de viento, lluvia, trueno, y otros efectos que hace que esta visita sin duda sea indispensable, la pena es que no dejan hacer fotos porque sin duda son sitios para mirar una y otra vez.
Pero además, hay otros lugares que también merecen la pena disfrutar de ellos en el recinto del castillo como el Lapidario Palaciego, con su atractivo repertorio de esculturas barrocas, el Puente cubierto que sustituyó a la antigua pasarela de madera y al puente levadizo, el foso o los jardines situados en la parte más alta del recinto. El jardín surgió en el siglo XVI, pero entonces se cultivaban en él verduras, frutas y especias para ser suministradas a la cocina palaciega. Durante los siglos XVII y sobre todo el XVIII, fue transformado t y pasó a formar parte de las áreas oficiales del palacio. Su primer sector está formado por árboles y arbustos, le sigue el Jardín de las Flores con un marcado estilo francés y luego enlaza un jardín inglés. El conjunto termina con un estanque palaciego y junto a él se ubica el criticado auditorio giratorio, ya que según la UNESCO afea el complejo por ser excesivamente moderno.

El castillo permanece unido a la ciudad por un pequeño puente que salva un foso sobre el río. El casco antiguo, que junto a la zona del castillo fueron declarados Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en el año 1992, es un cúmulo de casas burguesas en tonos pasteles que se van dibujando alrededor de las ondulaciones del río Moldava, formando callejuelas, rincones románticos, acompañados de monasterios, museos,  iglesias y  bonitas tiendas que guardan el encanto de antaño. 

La pequeña localidad cuenta con varios museos como el Regional, el de Fotografía y uno que a mi me fascinó, el de las marionetas que muestra una serie de marionetas checas de todos los tiempos, teatros y escenarios. 

Pasear por las bonitas calles empedradas es un regalo para los sentidos, y así se llega a la curiosa Plaza de la Concordia o  Plaza del ayuntamiento decorada con edificios renacentistas con fachadas de diferentes colores. El Ayuntamiento se encuentra en un edificio blanco con soportales y tras ellos figura el escudo de la familia Schwarzenberg. Según cuenta la leyenda el escudo simboliza la  Batalla de Györ, en la que el líder turco fue derrotado y decapitado y posteriormente apareciendo de la nada un cuervo que le comió los ojos, de ahí que el escudo sea un cabeza con un cuervo junto a los ojos.

Debajo del Ayuntamiento se encuentra el Museo de la Tortura, y en frente la Columna de la Peste con una fuente, monumento que al igual que sucede en muchos lugares de la República Checa, fue construida en 1715 en gratitud por haber evitado la epidemia de la citada enfermedad. En la ciudad vieja también encontramos la Iglesia de San Vito con su torre neogótica. Construida en 1407, destaca por su coro del año 1500 y su bonito órgano, tiene una acústica fantástica por lo que si se está en la ciudad uno de los días de concierto merece la pena acudir a ello. 

Saliendo por la animada calle Calle Radniční, se llega al puente de madera que une la ciudad vieja con el barrio de Latrán. Desde este puente hay unas preciosas vistas del castillo y también se puede divisar la torre rayada de la Iglesia de San Justo de la primera mitad del siglo XIV situada junto al río. Caminando por el barrio se accede a la Puerta de Budejovice, la única que queda de las nueve antiguas entradas a la ciudad, la cual, fue construida en el año 1600 con forma de pasadizo.

La ciudad no es solamente una ciudad llena de historia sino también de vida cultural, destaca el Centro de arte Egon Schiele alberga una pequeña retrospectiva sobre el pintor vienes Egon Schiele que vivió en la ciudad en 1911 y fue expulsado por contratar a jóvenes como modelos desnudos.


Para los amantes de la cerveza no hay que perderse la cerveza local Eggenberg; se puede visitar la fábrica donde te cuentan la historia y el desarrollo de la cervecería desde hace 400 años.

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2 Comentarios

    • Gema de los Reyes Contestar

      Mil gracias, es una ciudad que enamora, perderse por esas callejuelas y sus rincones no tiene precio. Muchas gracias por tu comentario. Besos

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