Sri Lanka (Cuarta parte – Kandy – Aluvihara – Dambula)

Por la tarde llegamos a Kandy, era la primera vez que nos encontrábamos una ciudad grande desde que había comenzado el viaje (es la segunda ciudad más grande  tras Colombo), yo  ya quería un poco de asfalto y shopping así que estaba encantada de estar allí. Antes de ir al hotel hicimos una ruta circular y recorrimos tres templos hindúes-budistas bastante antiguos que se encuentran a la afueras de la ciudad.

Embekka Devale (templo hindú del S.XIV)
Templo Lankatilake ( templo mitad budista y mitad hindú )
Templo Gadaladeniya (templo budista del S.XIV que tiene una parte hindú).

Tras dejar las mochilas en nuestro precioso hotel King of Kandy fuimos a pasear por la ciudad. El hotel era bastante nuevo y la amabilidad de los dueños fue increíble. Nuestra primera visita fue el mercado local.

Como adoro los pañuelos y es un accesorio que siempre llevo me volvía loca con los preciosos fulares de seda que encontraba por las tiendecitas, con lo cual y como era lo esperado compré varios pañuelos de seda y varios saris de múltiples colores para luego cortarlos y hacer preciosos pañuelos. Tanto una cosa como otra los conseguí tras mucho tiempo de regateo, ¡cómo se nota que ya hemos llegado a una ciudad! los locales nos ven con figura de billete, se cree que todos los extranjeros por el mero hecho de estar allí tienes dinero y claro, te intentan cobrar por todo mucho más de lo que vale; al final tanto regatear desgasta, pero como para mí era el primer día de tiendas como tal todavía tenía ganas, así que me lo pasé pipa hasta que me pareció que ya era un precio por el que estaba dispuesta a pagar, siempre lo hago igual, regateo hasta donde me parece que es justo, por supuesto siempre ganan más de lo razonable y si sigues seguro que lo consigues más barato, pero a veces te metes en un bucle que cuando te das cuenta estás regateando cincuenta céntimos y además de ser un desgaste es una pérdida de tiempo.Tras mis compritas me fui feliz, paramos a tomar unos zumos con unos estupendos pastelitos en  la terracita de Bake House donde además había una wifi estupenda, y después seguimos de shopping. Encontramos numerosas tiendas artesanales, de tejidos, de souvenir, etc., así que aprovechamos a comprar casi todo lo que queríamos  aquí ya que sabíamos que por el resto de los sitios iba a ser complicado, y menos mal que lo hicimos, porque salvo en Colombo ya no encontramos tiendas de este tipo, lo que encuentras son las típicas tiendas de souvenirs que no me gustan nada. Como habíamos comido tarde y encima nos habíamos tomado los zumos con bollitos llegó la hora de la cena y no teníamos mucha hambre así que picamos unos sandwiches y a dormir ya que el día siguiente le teníamos bastante apretado y además quería buscar alguna librería y papelerías que no había encontrado.

Tras desayunar nos fuimos para el Templo del diente de Buda, este templo budista es el más importante de la isla ya que alberga en un relicario de oro en forma de estupa un diente de Buda. Tras pasar los controles de seguridad fuimos directamente al recinto donde está el tejadillo dorado que es donde se encuentra la reliquia, porque en un ratito iban a abrir la sala para que los devotos entregaran sus ofrendas, y pese a que el diente no se ve, es increíble ver la cantidad de gente que hay esperando desde primera hora de la mañana para realizar sus ofrendas.

En este templo además del santuario principal podemos encontrar la Alut Maligawa, que es una capilla con decenas de budas sedentes, donde la gente acude a rezar, no dejará de sorprenderme la devoción y fé que tienen las personas, da igual el país donde vayas, el templo al que acudas   las personas están llenas de fe, quizá por eso son tan felices;  también encontramos  museos, la Sala de Audiencias, Salón del elefante Rajah donde se encuentra los restos embalsamados de Rajah, el elefante asiático que murió en 1988, me dejó helada ver que el elefante tenía lágrimas, es impresionante, desde luego el comentario de todos los visitantes que estábamos allí. La mañana avanzaba y nosotros seguíamos allí, nos fuimos con pena pero teníamos todavía muchas visitas que realizar.

Nos acercamos al museo del té, que está a unos cuatro o cinco km de Kandy,  se encuentra en una antigua fábrica de te en Hantane. Alberga una exposición sobre los pioneros del te, James Taylor y Thomas Lipton y toda la maquinaria para procesar el te, la visita es guiada y acabas tomándote un tecito en el salón del último piso. La visita la realizamos con dos ingleses que les apasionaba tanto el te como a mí, así que fue una visita que disfrutamos mucho. De ahí nos fuimos a ver el gran buda blanco que se ve desde la ciudad, cuando llegamos vimos que estaban pintándole pero aún así decidimos entrar para ver las pinturas que hay en su interior y subir a él para divisar unas preciosas vistas de la ciudad.

Como llegaba la hora de la comida y no había tiempo de ponerse a buscar un sitio para comer y mucho menos estar mucho tiempo en el restaurante, decidimos romper con la comida asiática y comer una pizza en el Dominos, ¡cómo me gustó!, no se si fue porque pese a que me encanta la comida asiática, estaba harta de arroz o porque hacen unas pizzas deliciosas.
Por la tarde visitamos los cuatro “Devales” de Kandy, se dice que la ciudad está protegida por cuatro dioses, y cada uno de ellos tiene su templo. También visitamos la Iglesia de San Pablo que es de ladrillo rojo y el monasterio Malwatte Maha Vihara. Tras tanta visita era de obligado cumplimiento reponer fuerzas con un maravilloso zumo de papaya en la terracita de la Bakeri de ayer, conectarnos un poquito a Instagram y mandar unos was y finalizar con unas compritas.
Como la noche del 14 de abril se celebra la entrada del año nuevo las tiendas además de estar repletas de gente, estaban repletas de rebajas así que al no tener que regatear y encima con rebajas, pues claro no me pude resistir.

Llegó la hora de la cena y fuímos al restaurante Devon, al pedir cerveza como no se podía vender por temas religiosos, nos dijeron que nos la compraban en el supermercado de abajo y nos dejaban tomarla allí, pero ellos no nos la podían vender, así que eso hicieron, claro que se dieron unos cuantos  paseos  los pobres camareros porque llegaron dos parejas de alemanes, así que al final se pasaron más tiempo en el súper que en el restaurante.
Cuando llegamos al hotel ya teníamos toda la ropa lavaba y preparada, se la habíamos dejado por la mañana para que nos la llevara a la lavandería  y nos cobraron algo menos de seis euros por toda la ropa. Puesto que viajamos ligeros de equipaje, llevamos ropa para ocho días, así que el  séptimo día  máximo hay que lavar, en estos países es comodísimo ya que en muchos hoteles hay lavadoras y secadoras donde bajas la ropa y la lavas tu mismo, o bien, te la lavan ellos por poco dinero, con lo cual la comodidad es total.
De camino a Sigiriya, paramos en el monasterio Aluvihara, está situado en un desfiladero entre las montañas,  formado por unas cuevas con maravillosas pinturas, budas reclinados y como siempre varias estupas. De la primera cueva me encantaron las imágenes de lotos que figuran en el techo de la misma, y también las fantásticas vistas que hay desde la cumbre del monasterio. En una de las cuevas hay un buda reclinado de 10 metros, en otra se ven unos murales sobre el reino del infierno, luego otra  cueva dedicada a Buddhaghosa un erudito indio que se supone que pasó varios años aquí mientras trabajaba en el Tipitaka. Si se sigue subiendo se llega a la cumbre donde hay unas preciosas vistas y un buda sentado dorado que ofrece protección.
Antes de proseguir hacia  Dambula paramos para ver el templo Muthumariamman  Thevasthanam,  famoso templo hindú donde te enseñan los cinco coloridos carros ceremoniales en los que tira la gente durante un festival que se celebra una vez al año en Matale.

Proseguimos y paramos en el templo hindú Nalanda Gegide, es un antiguo templo con un encanto especial, ese color de la piedra rodeado de tantos árboles hace que sea un lugar mágico sin lugar a dudas.

Y por fin llegamos a Dambula, había oído tanto hablar del complejo del Templo real de la Roca que estaba nerviosa por verlo, sabía que me iba a gustar pero nunca imaginé que me gustaría tanto, pese a que cuando llegué parecía que estaba viendo una atracción de un parque temático. A las cuevas se accede bien, por un camino de tierra y piedras, bien por escaleras, normalmente la gente sube por el camino y baja por las escaleras.
El templo está compuesto por cinco cuevas que contienen alrededor de 150 estatuas y pinturas de Buda realmente espectaculares, a la entrada puedes como en el resto de los templos contratar guías para que te acompañen o bien visitarlas por tu cuenta; en mi caso llevaba tanta información y había leído tanto sobre esto que las visitamos solos. La cueva más bonita sin duda es la número dos, (Maharaja Viharaya), de 52×23 metros y siete metros en su punto más alto, está compuesta de budas y deidades hindúes.El resto de las cuevas son más pequeñas y también bonitas pero ninguna con la espectacularidad de la segunda. La cueva dos es un verdadero espectáculo.

De esta ciudad cabe destacar el mercado de abastos, es impresionante ver la cantidad de camiones cargados con todo tipo de productos preparados para ser traslados a otras ciudades.

*Si quieres viajar tranquilo y dedicarte sólo a disfrutar deja la seguridad a Viajes Mondo, pulsa aquí y podrás conseguir un 5% de descuento en tu seguro de viajes

Escribir comentario

Navigate

Uso de cookies

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies, pinche el enlace para mayor información.plugin cookies

ACEPTAR
Aviso de cookies