Sri Lanka (Primera parte – Galle, Unatwatuna, Weligama, Mirissa )

«Ceilán cae en un mapa y su contorno tiene forma de lágrima (…). En 15 km el paisaje cambia tanto que por lógica debería pertenecer a otra nación» M. Ondaatje

La esmeralda del Índico es selvática y tropical, es una frondosidad verde salpicada de restos monumentales y de lugares sagrados para el Budismo. 
Para acceder a Sri Lanka  es obligatorio haber obtenido el Visado electrónico (ETA) con anterioridad, o bien obtenerlo allí pero sale un poco más caro,  se solicita en la página http://www.eta.gov.lk,  eligiendo el tipo de visado que necesitas en función de la duración y el número de entradas que vayas a realizar al país.Antes de recoger las maletas están las famosas Dutty free, en este caso además de comprar tabaco, alcohol o cosméticos también se puede comprar una lavadora, hay numerosas tiendas de electrodomésticos en ese área, lo había leído en muchos blogs pero la verdad nunca me imaginé que sería así.

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Tras recoger las maletas, dirigiéndote hacia la salida están las oficinas de cambio que no cobran comisión, todas tienen el mismo cambio o al menos cuando llegué así figuraba, simplemente elegí la que menos cola había, sabiendo que el cambio no sería bueno. La moneda es la Rupia de Sri Lanka.  Existen numerosos bancos, cajeros y casas de cambio en todas las ciudades, pero hay que tener cuidado ya que en algunas ciudades los cajeros no aceptan las tarjetas internacionales. En muchos restaurantes y hoteles no se aceptan tarjetas de crédito. Hay hoteles donde te dejan pagar tanto con euros como con dólares, en los mercados locales también los admiten,  aunque cuidado porque intentan hacerte un cambio inferior al que te realizan los bancos. El mejor cambio que conseguí fue en el banco, mejor que cualquier casa de cambio y sin comisiones también. Tras las casas de cambio se llega a una sala donde están los guías o conductores esperando con unos carteles con el nombre de la agencia o de la persona, ahí también se encuentran los stand para comprar las tarjetas SIM; hay varias compañías pero al menos cuando yo llegué todo el mundo las compraba en DIALOG, 1300 rupias para un mes, no tuve ningún problema,  desde ahí ya se puede salir a la calle (cuidado porque una vez que salís ya no os dejan entrar).
El vuelo llegaba por la tarde y como no tenía interés en visitar Colombo, pensé que lo mejor sería dirigirnos hacia la playa, así que fuímos hacia Hikkaduwa .
Tras varias horas de camino, llegamos a Hikkaduwa (una zona muy afectada por el tsunami de 2004), es una zona totalmente turística que para mi no despierta ningún interés, pero era buen sitio para comenzar al día siguiente la ruta que había preparado. Llegamos al hotel Blue Fox Holidays que previamente había reservado por Booking,  la habitación era buena, grande y con una terraza estupenda en la planta baja al lado de la piscina, la cual puedes utilizar a cualquier hora del día. Dejamos las mochilas y paseamos por la única calle repleta de tiendas y restaurantes en busca de uno para cenar, al final, nos decidimos por uno que estaba muy cerca del hotel llamado Home Grown Rise & Curry Restaurant, nos recomendaron el guacamole con papadamus (tortitas de harina fritas) y después un arroz con curry y pollo, ya empezaba a saborear ese curry que tanto me gusta… éste  es diferente al de la India  pues contiene, básicamente, guindilla roja, cilantro, comino blanco, mostaza, pimienta, hinojo, canela, clavo y cardamomo para posteriormente cocerlas en leche de coco.
Como es una zona muy de fiesta,  decidimos irnos al hotel a preparar la ruta del día siguiente, bañito en la piscina y a dormir.
La ruta empezaba en Galle, ya que Hikkaduwa poco tenía que ver salvo observar como las playas que en un principio tenían pinta de ser bonitas, se habían convertido en una sucesión de alojamientos, tiendas y restaurantes sin control alguno. Sí cabe mencionar, el Museo fotográfico del Tsunami ubicado en Galle Road, donde se muestran muchas fotografías y artículos de periódicos del fatídico día, se exige un donativo en su entrada.
Galle es una ciudad comercial que cuenta con una zona moderna y un casco antiguo (denominado zona de Fort) donde se refleja la presencia de las diferentes conquistas europeas, y estando actualmente formada por pequeñas tiendas artesanales, cafés y preciosos hoteles los cuales mantienen esas originales arquitecturas, fruto de ello esta zona es Patrimonio mundial por la Unesco. Empezamos el recorrido por las murallas del Fort para observar las diferencias entre las murallas creadas por los ingleses de las creadas por las holandeses, pudiéndose observar preciosas islas de  rocas y aguas cristalinas, parada obligatoria Flag Rock (Roca de la bandera) además de los bastiones Sol, Negro, Tritón, etc.   En el interior de la Fort, además de poder visitar diferentes museos relacionados con el mar está la Iglesia Reformada Holandesa destacando su púlpito de ébano de Malasia, además se pueden ver la  Mansión histórica, el Amangalla que para mi tenía un valor por aparecer en el libro de Paul Theroux, el hospital holandés, la mézquita Meeran,  pero sin duda lo más interesante es pasear por sus calles.

Me encantaron dos tiendas, una que se llama Small Antique Shop donde se puede comprar un montón de enseres arrastrados por el mar hasta la playa, y otra que no tenía nombre pero que estaba en la calle paralela al museo marítimo donde pudimos ver a sus dueños tallando la madera, nos invitaron a entrar y nos enseñaron cómo trabajar las diferentes maderas.

De la zona nueva sólo visité el Dutch Market, ubicado en la calle principal por ser un mercado exterior que cuenta con 300 columnas… interesante sus fantásticas y baratísimas frutas, una gran papaya que te la cortan y te la ponen en un cacharrito para que te la puedas ir tomando, 40 céntimos.
A las afueras de Galle se encuentra la Pagoda Rumassala de la Paz, fácilmente reconocible por su stupa blanca, se accede por una carretera estrecha en el lado oriental de de la bahía, desde el cruce está aproximadamente a 1,5 km. Debajo justo de la pagoda se encuentra la Playa de Jungle, sale un camino desde la pagoda y atravesando un bosque se llega a ella, es un sitio pequeño y tranquilo con fantásticas tumbonas, agua cristalina y fundamental, mucha sombra, ahhh importante un chiringuito para una cervecita bien fría.

A 10 km de Galle paramos en el templo de Yatagala raja Maha Viharaya, está en la zona de Wanawatuna pero no en la playa, aquí se encuentra un Buda reclinado de nueve metros, paredes pintadas de murales, con unas bonitas vistas a los campos de arroz.

Proseguimos por la costa parando en las playas más famosas o en las que los lugareños nos habían recomendado (aunque la mayoría de estas las veríamos al día siguiente) , Unatwatuna que pese a que tiene un agua preciosa no fue una playa que me gustara, demasiado turística y lejos de lo que para mi es una playa paradisiaca.
Atravesamos, Thalpe, Dalawella y Koggala, estas playas son estrechas con buena arena pero nada que destacar de ellas, salvo que nos encontramos con los famosos pescadores sobre pilotes que desde luego nada tenía que ver a lo esperado, ya que ahora no se pesca así, y están puestos exclusivamente para que los turistas les hagan la foto a cambio de 100 rupias, con lo cual esa foto no la hice. Después atravesamos las playas de Ahangama y Midigama, en la primera salvo que tiene bonitas olas para hacer surf y algún arrecife chulo nada que destacar,  no hay prácticamente playa, es una zona frecuentada por surferos pero según nos contaron desde luego no es la mejor de la isla,  la de Midigama me gustó  más, es una playa larga con una expansión de hierba donde hay barcas de madera, vacas y algún que otro animalito, así que buen lugar para dar un paseito y un  bañito.
Desde esa fuimos a la playa de Weligama, es una estupenda bahía pero muy muy descuidada, así que tampoco encontré esas playas paradisiacas que tanto me apetecía ver, muchos puestos en la carretera pero nada que destacara, parece ser que es un buen lugar para empezar a aprender surf ya que las olas son muy pequeñas y fáciles de manejar.

Y la última playa que tocaba visitar hoy era la de Mirissa, donde pasaríamos una noche. Dejamos las mochilas y nos fuímos a ver esa playa tan nombrada y que tantas ganas teníamos de ver, y la verdad no nos defraudó, si nos gustó por el día mucho más por la noche. Comimos en uno de los chiringuitos de la playa (el penúltimo de la playa) estaba fenomenal, tomamos un atún rojo a la plancha espectacular, con una gran cerveza, aquí la cerveza que toma todo el mundo es la Lion, son botellas de 600 cl y aproximadamente te cobran unos tres euros por ellas. Después de comer, tarde de paseito por la playa, bañito, grandes zumos de frutas, el de papaya estaba espectacular, al igual que el lassi de mango, a un precio entre uno y dos euros.
Esta playa es preciosa, tiene una pequeña península donde ver el atardecer es un auténtico privilegio, y claro como no podía ser de otra manera cuando empezó a caer el sol allá que fui. Tras disparar infinidad de fotos fuimos a cenar a uno de los chiringuitos que habíamos visto que nos había gustado el pescado al pasar por él, eliges el pescado o marisco que quieres y te lo hacen a la brasa, espectacularmente bueno y a muy buen precio.

La bajada de la península tiene su historia de noche, para subir muy bien porque mantienes el equilibrio y al ser de día no hay problema, pero bajar te pasas unas risas increíbles, ves como la gente se sienta y baja literalmente arrastrándose porque el pequeño camino es muy estrecho y no se ve nada, así que con la linterna del móvil en la mano empecé a bajar y por poco no hago lo que los demás, menos más que es cuestión de muy poco tiempo que si no sin duda lo hubiera bajado sentada.

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