Al llegar a Ella fuimos a nuestro alojamiento, nuevamente habíamos cogido unas cabañas en la montañita, se llamaban Ella Okreech Cottages, a cinco minutos andando de la única calle del pueblo; estas cabañas estaban bien, claro no eran las de Tissa, pero eran monas y estuvimos muy bien las dos noches que dormimos allí, aunque la segunda noche como no dejas de estar en plena montaña, tuvimos una visita inesperada; estaba leyendo plácidamente en la cama y ví que pasaba algo cerca de la pared a gran velocidad, lo primero que pensé fue que sería una salamandra, que a lo largo de todo el viaje hemos visto muchas y son estupendas para evitar los mosquitos, pero no, esta vez era una especie de, cucaracha gigante, topo, o algo así, no se muy bien como definirlo pero vamos que tardamos un rato en poderlo sacar de la habitación y no tengo muy claro que lo consiguiéramos, seguro que volvió entrar ya que nos vaciló durante bastante rato.
En Ella se encuentra el famoso restaurante Café Chill es un lugar que pese a que está lleno de turistas, es un sitio ideal, la comida está buenísima y la wifi funciona de lujo, así que lugar ideal para cenar ambos días. Hacen un Lamprais espectacular consiste en una mezcla de verduras cocidas y servidas en una hoja de plátano, acompañadas de pasta de gambas, carne, arroz y curry y un Pittu que es una mezcla de vapor de arroz y coco rallado que viene en forma de cilindro. Este es el primer sitio donde encontré coca cola light, porque la zero fue imposible en toda la isla, y la light salvo en los sitios muy turísticos tampoco.Tras comer fuimos a visitar el templo Dowa, es un precioso templo con unas tallas de Budas increíbles, pero lo más impresionante es el gran Buda de cuatro metros que se observa fuera de la cueva tallado en la roca. Me encantó observar cómo las personas veneraban la imagen, fue un rato increíblemente bonito.
Ella es un lugar fantástico para pasear, si había algo que quería hacer en Sri Lanka era caminar sobre las vías del tren, es una experiencia única, había leído tanto sobre estas vías que estaba loca por transitarlas, y ese momento había llegado.
Madrugamos para ascender a la famosa Roca de Ella, para ello cogimos un guía ya que habíamos leído que mucha gente al final no había conseguido llegar porque se habían perdido, desde luego menos mal que lo hicimos, porque no hubiéramos llegado solos, y si lo hubiéramos hecho desde luego no hubiera sido por el camino que nos llevó él. Nos contó que había muchos caminos para ascender, pero que normalmente la gente se decantaba por dos, uno que era más largo pero más sencillo y otro más corto pero más duro y bonito, así que sin pensarlo decidimos ese. Según íbamos andando las veces que pensé “ ¿quién me mandará a mi venir por aquí?, ni las cabras pasaban por allí”.
Lo bonito que tiene esta zona sin duda es la naturaleza, con lo cual, era una parte que sabíamos que nos iba a gustar mucho, pero no sabíamos que nos gustaría tanto. Primero pasamos por plantaciones de vegetales, es increíble lo buenísimas que están las verduras en esta zona, y después ahí estaban mis vías esperándome, cuando las ví me emocioné, caminar entre esa vegetación por esas vías de madera me chifló, pero mi sorpresa llegó cuando me dice a los pocos metros que tenemos que salir de las vías, que está prohibido seguir por ellas y que hay que seguir por otro lugar, como sería mi cara que el pobre chico me dijo que si nos queríamos arriesgar a pagar la multa que él nos llevaba por las vías, claro eso me parecía ya más serio y le dije que no, que fuéramos por donde tuviéramos que ir, ¡qué decepción! pero no, el guía me explicó que era solamente unos 200 metros, que luego volveríamos a caminar unos 30 minutos por las vías, así que la sonrisa volvió a mi cara.
Caminar por esas vías es de lo más bonito que hay, te cruzas con mucha gente dispar, desde turistas, hasta chicos que van a la escuela, es increíble, una de las cosas que sin duda más me han gustado. Tras pasar por las vías, volvimos a las plantaciones, pero ahora nos metimos directamente para acortar camino por una vivienda, el chico nos dijo que eran sus amigos y que nos dejaban atravesar su casa, y desde luego que lo hicieron, la familia estaba desayunando en la terraza, otros duchándose en mitad de la calle y nosotros paseando por allí, nos quisieron invitar a desayunar pero decidimos seguir ya que la subidita parecía durilla y no queríamos que nos pillara mucho calor.
El camino cada vez era más bonito, y lo fue mucho más cuando llegamos a unas plantaciones de te, las hojas estaban preciosas y vimos a las famosas mujeres tamiles recolectando te, nos explicaron cómo se recogían las hojas, las diferencias entre el te blanco, verde y negro… fue maravilloso y un descansito en el camino que me vino de lujo; ahora venía lo peor, puro bosque, pero todo cuesta arriba y por un camino muy abrupto, vamos por llamarlo camino, pero desde luego mereció la pena, las vistas son preciosas y más cuando oyes el sílbido del tren y les ves pasar por esas vías donde apenas hacia una hora estábamos paseando. Llegamos a unas plantaciones que no se qué eran pero que tampoco me interesó mucho cuando el guía me dijo, «aquí vete mirando al suelo que hay muchas serpientes«, uff me dan un miedo horroroso, íbamos como en las plantaciones de maíz, quitando aquellas altas ramas y a la vez esperando que aparecieran mis queridas amigas las serpientes, tenía claro que si había una, esa la vería yo, pero por suerte no aparecieron.
La vuelta fue mucho más rápida, en una hora estábamos abajo, y de ahí fuimos a la Fábrica de te Newburgh green Tea Factory. El mundo del te en Sri Lanka es apasionante, son los primeros exportadores mundiales de te negro, y soy fanática del te, pero del blanco y del verde, y estos se recolectan poco en esta isla. Esta fábrica es la única que hay que se dedica al te verde exclusivamente. Visitamos la fábrica y nos explicaron cómo se realizaba el te verde y cuáles eran los pasos a seguir para conseguir un buen te, te enseñan las diferentes calidades y luego te dan a probar uno de ellos. La visita estuvo bien y total la entrada no llega a tres euros.
Tras finalizar decidimos que como no habíamos andado lo suficiente hoy, que íbamos a caminar un poquito más, así que fuimos al conocido puente de los arcos y allí es donde realicé otra de esas fotos con la que siempre sueñas, fotografiar un tren con las personas asomadas a puertas y ventanas. Para llegar a las vías tienes que bajar por un camino primero asfaltado y luego ya de tierra, que cuando vas bajando piensas, “verás cuando haya que subir esto”. Aunque se suponía que el tren pasaba en veinte minutos, estuvimos esperando cuarenta, pero daba igual, tenía claro que no me movería de allí tardara lo que tardara, quería mis fotos y no me iría hasta que no las hiciera.
Pero si todavía no teníamos bastante, decidimos subir al conocido Little Adam`s Peak, así que comimos en un restaurante que estaba a la entrada del desvío donde empieza el paseíto. Este pico está en frente de la roca donde habíamos estado por la mañana, así que ahora la veríamos desde otra perspectiva. Este paseíto es mucho más light que el de esta mañana, pero con todas las caminatas que llevábamos yo ya estaba harta de andar, atraviesas también plantaciones de té y un poblado tamil, los últimos metros son escaleras pero totalmente soportables.
Aquí fue donde nos encontramos a una pareja española, los primeros que veíamos y tras hablar un ratito con ellos proseguimos el camino porque amenazaba lluvia y ya era lo que nos faltaba hoy, después del palizón a andar que nos mojáramos, y claro eso pasó, nos pilló a la bajada una gran tormenta de esas que duran quince minutos pero que parece que se va a acabar el mundo, así que a mitad del camino el dueño de una casa nos invitó a refugiarnos en su terraza y ahí estuvimos hasta que aflojó, con lo cual lo siguiente era tomar una cervecita que sin duda hoy nos la habíamos ganado. Para ir a Nuwara Eliya, se puede ir vía tren o por una bonita carretera. Si se quiere ir en tren se pueden reservar los billetes en el Observatory Saloon, para ir viendo el paisaje a través de unos grandes ventanales.
La “pequeña Inglaterra” como es conocida la ciudad tiene un aire de pueblito del sur de Inglaterra mezclado con esa parte asiática, es curiosa y con un gran ambiente.
Te sorprende ver nada más llegar ese lago rodeado de un cesped con un verde maravilloso, lleno de caballos que han estado corriendo por el hipódromo, pero teniendo en cuenta que es la ciudad donde vivían los colonos, no es de extrañar el aire ese británico, que lo materializa de una manera sublime el Grand Hotel, ni que decir tiene que con lo que me gusta el mundo british pues no pude resistirme a tomar el High tea en el hotel, que no es otra cosa que tomarte el Tea time de cualquier lugar británico, pero claro, bastante más barato, cuesta 1000 rupias y se puede tomar desde la 15:30, así que ese día la comida fue british total. Tras estar un rato en los jardines del hotel, visitamos el templo hindú Seetha Amman el cual estaba totalmente en obras, así que nos fuimos a dejar nuestras cosas al hotel Heidi´s Home, para más tarde salir a pasear por el lago y alrededores, picar algo en los puestos que estaban cerca del lago Gregory e irnos a descansar para al día siguiente ir a hacer la rutita de las plantaciones de te.
Este hotel era una auténtica monada, la habitación muy grande y preciosa, lo único malo es que la wifi no funcionaba muy bien, pero por lo demás todo perfecto, hasta que leo un cartel donde pone que como estamos en un parque natural que no dejemos las ventanas abiertas o los monos entrarán en las habitaciones. No me lo podía creer otra vez los monos, estos animalitos que por muy ricos que parecen algunas veces yo reconozco que les tengo un poco de manía. Me salí a la terraza a leer un rato teniendo claro que los monos a esas horas no salían, pero no era cierto, otra vez me equivoqué, estando con mi infusión y mi novela tranquilamente en una estupenda tumbona oí un sonido extraño, y ahí estaba un precioso peludito con cara de bueno jugando con mi móvil que estaba sobre una mesita, vamos que el momento de relax se había terminado, intenté que se fuera para poder abrir la puerta de la terraza y no había manera, parecía que sabía que me daba un poco de yuyu y por muchos movimientos bruscos que hacía no había manera, al final cuando el peludito se cansó de vacilarme se fue. Nuwara Eliya está rodeada de plantaciones de vegetales y de te; es impresionante ver los fantásticos puestos de verduras que están en la carretera, tienen todos una pinta espectacular. A primera hora de la mañana nos acercamos al mercado central, lugar que jamás me pierdo en una ciudad, es interesantísimo ver qué compran los lugareños, qué productos se ofrecen, me encanta pasear y fotografiar esos lugares; de ahí paseamos un rato por la ciudad, para ver el fantástico edificio colonial que hoy es la oficina de correos y ya nos fuimos a recorrer esa carretera llena de plantaciones que va dirección a Kandy.
Paramos numerosas veces porque las vistas son una auténtica maravilla, esos campos, esa mujeres recolectando (cabe destacar que fue el primer sitio donde también me encontré que había mujeres que parecía que estaban recolectando te y no es verdad, en cuanto te detienes vienen a darte unas hojitas y a ofrecerse para que les hagas la foto a cambio de dinero).
Paramos en la plantación Mackwoods quizá una de las más conocidas donde se fabrican los tres tipos de tés. Tras enseñarte como se realiza el te, desde que llegan las hojas a la fábrica hasta que lo llevan a las empaquetadoras, te dan a probar una tacita con un pastelito. Allí mismo tienen una tienda donde encuentras todos los te en sus diferentes calidades, aquí compré te verde (Gun powder) que ya había probado y estaba buenísimo ya que el te blanco que me gusta estaba más caro que en España. Proseguimos camino a Kandy parando nuevamente para pasear por plantaciones de te, ver las Cascadas de Ramboda y realizar una y mil fotos a estos maravillosos sitios que desde luego me encantaron.
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