La imágenes de este post son de mi queridísima amiga Susana Ginesta (@susanaginestasgc en Instagram) quien muy amablemente me ha cedido sus fotos. Cuando estuve en este precioso país no tenía cámara digital y en vez de dejar el post vacío de imágenes, ya que no tengo tiempo para escanear las que tengo en papel, pongo las suyas y así además muestro su bonita mirada fotográfica. Os recomiendo que no os perdáis sus preciosas fotografías en su perfil de Instagram, así como su gran web donde muestra también lo buena escritora que es www.susanaginesta.com.
La fascinante Región de Capadocia (Tierra de caballos bellos) se caracteriza por tener una formación geológica única en el mundo y por su patrimonio histórico y cultural.
Junto a su fantástico paisaje lunar, con bellas y extrañas formaciones de lava procedentes de la erupción de los volcanes Erciyas, Gallu, Kecyboyduran, Develi y Melendiz y de la acción de la erosión a través de los siglos, se encuentran infinidad de pequeñas poblaciones, iglesias y monasterios excavados en la roca. Nos dirigimos hacia Göreme, observamos como las casas tienen sus azoteas cubiertas de parras, encontramos varias tiendecitas de artesanía distribuidas por empinadas calles y pequeños restaurantes que tienen una pinta estupenda. Después fuimos a su Museo al Aire Libre, el cual es increíble, me pareció fascinante ese aire de misticismo tan particular. El origen de estos templos se remonta a la expansión del cristianismo en Anatolia, época en la que Capadocia era un lugar propicio para esconderse de la persecución religiosa. Los primeros cristianos llegaron en el siglo II, pero fue tras la escisión del Imperio romano, el año 395, cuando empezaron a aparecer ascetas que buscaban aislarse del mundo y se erigieron monasterios e iglesias decorados con frescos. Este museo es un increíble complejo monástico bizantino integrado por iglesias excavadas en la roca con bellísimos frescos en sus muros.
A poca distancia se encuentra el pequeño pueblo de Avanos cuyos habitantes se dedican en su mayoría a la alfarería. De ahí nos dirigimos hacia Urgüp a siete km de Göreme, atravesando el fantástico valle de Devrent, famoso por albergar diferentes formaciones rocosas con singulares parecidos a animales, camellos, águilas, delfines, etc. Después de ver estas maravillosas rocas, Urgüp no me llamó la atención, salvo su antiguo hamman.
Al día siguiente fuimos al espectacular Valle de Ihlara, era uno de los santuarios preferidos de los monjes bizantinos y ahora se ha convertido en una popular zona de senderismo que discurre a lo largo del río Melendiz, enmarcado por las paredes de un cañón donde los cristianos construyeron santuarios, el recorrido es largo pero realmente fascinante.
Tras recorrer una parte del valle, nos dirigimos a visitar una de las cosas que más interés tenía en ver de Capadocia, la ciudad subterránea de Drikinkuyu, cuyo nombre en turco significa Pozo Profundo, muy apropiado si se tienen en cuenta sus 20 plantas y las 10.000 personas que llegaron a habitarla, ordenadas según una jerarquía social que descendía a medida que las habitaciones se alejaban de la superficie. Como disponía de cocinas, establos, un templo, una escuela, tomas de agua y hasta necrópolis, la ciudad era un refugio seguro durante las invasiones y los inviernos más duros. Las ciudades subterráneas fueron excavadas por las comunidades cristianas para protegerse de los ataques árabes. En varias ocasiones es un poco claustrofóbico, estrechos pasillos laberínticos con poca luz, el peor momento fue cuando uno de los pasillos lo tienes que pasar de rodillas y de uno a uno, uff se hace interminable, menos mal que no había mucho turismo, sino creo que no lo habría pasado; lo realmente increíble es pensar que ese gran número de personas pudieran vivir ahí durante tanto tiempo. También visitamos Kaymakly pero la verdad después de ver una, no creo que merezca pasar otra vez por la angustia que por lo menos yo pasé en algunos momentos.
A continuación nos dirigimos al pueblo troglodita de Uçhisar, a cinco Km de Göreme, donde veríamos el atardecer desde su fortaleza. Destaca su Castillo, en realidad es un monte de roca volcánica surcado por túneles y ventanas, desde donde se pueden observar claramente el Valle Rosa, el Valle Rojo, el Valle de las palomas, y la población de Göreme. Sin duda una de las puestas de sol más bonitas que jamás he visto.
A última hora de la tarde asistimos a la Ceremonia de los Derviches Giróvagos, una mítica danza sufí que representa el viaje de ascensión espiritual del hombre a través del amor y la búsqueda de la verdad para llegar a la perfección, y lo que sí es verdad, es que es lo más aburrido del mundo, aunque no les quito su mérito, pero ver cómo varios hombres dan vueltas sobre si mismos sin parar, no me pareció muy divertido. Así que después de esa sesión había que ir a tomar algo y a probar esas pipas que tanto me llamaban la atención, y reconozco que esa parte fue bastante más divertida.
Al día siguiente salimos por carretera con dirección a Estambul, hicimos una parada en el famoso Lago Tuz, que significa “lago de sal”. Este lago endorreico ocupa una depresión tectónica en la meseta central, durante el verano la mayor parte del agua se evapora y se puede ver una capa de sal de hasta 30 cm. Proseguimos el camino hacia Ankara, capital de Turquía para visitar fundamentalmente el núcleo de la ciudad antigua, lugar donde se encuentra la mayoría de los monumentos históricos. Comenzamos por la Kale, la antigua ciudadela, bajamos por las ruinas de los baños donde todavía se pueden contemplar las salas de agua fría, templada y caliente, y pasamos cerca de la Columna de Julián, que conmemora el emperador romano Julián el Apóstata. Proseguimos hacia el Mausoleo de Ataturk y por último nos acercamos a lo que para mí era lo más interesante el Museo de las Civilizaciones de Anatolia, en el que hay una exposición de restos paleolíticos, neolíticos, hatti e hitita etc.
Fotos: Susana Ginesta
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