Medinat al-Zahra, la grandeza de un reinado 

En las últimas estribaciones de Sierra Morena, en la ladera del monte que los árabes llamaron la Desposada se sitúan las fantásticas ruinas de la ciudad palaciega que fue fiel expresión del lujo, el poder y el buen gusto de los califas omeyas.

Su origen está repleto de teorías, por ejemplo se comentaba que era la primitiva ciudad de Córdoba levantada por los romanos, también se decía que era el fruto de la búsqueda por acrecentar el prestigio personal del califa Abderramán III tras haberse autoproclamado como tal en el año 929, pero sin duda, la más bonita es la que cuenta una de sus leyendas.  Se dice, que el califa la erigió en honor a su esclava favorita, la bella Zahara, una cristiana que añoraba sus lejanas tierras nevadas y como la majestuosa ciudad no era suficiente para acallar su nostalgia, este ordenó plantar miles de árboles con sus blancas flores, para simular los copos de nieve de su tierra natal. 

Su nombre también crea polémicas, unos dicen que alude lógicamente a la favorita del califa, otros creen que es la mera traducción del significado musulmán que significa ciudad resplandeciente y para otros hace referencia a la flor de azahar que, desde hace ya más  de mil años inunda con su perfume todo aquel paisaje serrano y abrillanta con su blanco radiante los tonos ocres de la serranía.

Lo que sin duda no crea polémicas es su emplazamiento, el cual, no está elegido al azar. La resplandeciente ciudad se encuentra en el lugar exacto en el que la montaña penetra en el valle del Guadalquivir, lo que permite la construcción de un sistema de terrazas en el que como no podía ser de otra manera, la parte más alta era la dedicada a las dependencias del califa.

La ciudad tardó en construirse más de cuarenta años y sólo se mantuvo en pie durante setenta y cinco ya que fue destruida, antes de ser finalizada. A principios del siglo XI el primer ministro, Almanzor, secuestró en su alcázar al califa Hixam II ordenando dar comienzo a la desmantelación de la ciudad.

Medina Azahara fue declarada Bien de Interés Cultural en 1923 estando actualmente incluida en la lista de Patrimonio de la Humanidad. Recuerdo cuando se preparaba la campaña para su candidatura ya que el eslogan a Patrimonio Mundial era: «Medina Azahara, ciudad califal. Enamórate de la ciudad que brilla, ya que como se señalaba en párrafos anteriores, su nombre significa «ciudad resplandeciente».

“El lugar es agradable y melancólico, invita a la meditación y recuerda aquel pasaje del Corán sobre la fugacidad de todas las cosas que dice que ves los montes y crees que son inamovibles y sin embargo pasarán como las nubes“ (Viaje al corazón de España, F. García) 

El conjunto arqueológico sólo ha sido excavado en una tercera parte, pero es suficiente para ver la grandeza de la ciudad y poder hacernos una idea de cómo estaba construida.
Debido a la infraestructura del paisaje se aprovecha el desnivel organizándose en tres terrazas: en el piso superior dominando el resto de las construcciones encontramos el palacio, lugar de residencia del califa, un segundo piso con las casas de los oficiales más el lugar de culto y un tercer piso con la medina, el zoco y  las viviendas de la gente de más baja clase social.  Todas las construcciones están realizadas con una piedra arenisca procedente de las canteras de Santa Ana de Albeida y el mármol proviene de la pequeña Estremoz (Portugal) , el cual, era utilizado fundamentalmente  para decorar con gran maestría las columnas y capiteles con decoración vegetal o inscripciones religiosas.

En el piso superior, al cual se accede por la puerta norte, destaca el  gran salón Rico,  lugar de recepciones políticas y actos religiosos.  Fue construido entre los años 953 y 957, como demuestran las inscripciones epigráficas existentes en las basas y pilastras. Su planta sigue un esquema basilical, integrado por dos baterías de arcos de herradura, separadas de las tres naves longitudinales. Las cabeceras de estas últimas naves están rematadas por arcos ciegos, en uno de los cuales, el arco central, estaría situado el estrado donde se colocaba el califa. Esto es bastante curioso, ya que a diferencia de lo establecido en el protocolo de los califatos orientales y según cuentan las escrituras, el califa cordobés mostraba su presencia durante las ceremonias, no ocultándose tras un velo.

Junto al gran salón se encontraba un estanque y  los jardines, que aunque hoy no demuestran lo que fueron, podemos hacernos una idea con la descripción que realiza J. Cardona y G. Soliveres en su obra, El arquitecto de los cielos

“Allí está el paseo de los naranjos, de acuerdo con el nombre que le habéis dado a la cuidad. Dan frutos suculentos durante todo el año. Pero no son, ni muchos menos, los únicos. Como podéis comprobar, también hay azufaifos, limoneros, granados y otros árboles maravillosos, como los del jardín del Edén. El cortejo caminaba por una calzada de granito rosa con mosaicos de arabescos en los bordes. Todo era encantador. Bastaba con extender la mano para palpar y saborear la dicha. Repartidos armoniosamente, rodales de enebros, matorrales de brezos y arrayanes, macizos de jazmines, lilas púrpuras y jacintos, emanaban fragancias y añadían a la explosión de colores los olores exquisitos del Paraíso. Al final del paseo la vista se explayaba de repente en una maravilla de verdor trémulo, inundaba de sombra fresca. Al borde de una laguna cristalina con orillas de arena fina, las columnas gráciles de unas palmeras datileras, fénix y arecas proyectaban sus penachos de palmas en el cielo. Aquí y allá, los matorrales de alóes, laureles y malvaviscos daban un toque de color a la hierba tierna”

Además de las dependencias del califa y sus salones, en el alcazar había también dos casas más, las de su primogénito y sucesor, al-Hakam II y Yafar al-Siqlabi, conocido por ser el máximo responsable de la Administración. Estos se situaban muy cerca del califa en las recepciones. Según un estricto protocolo, primero se saludaba al califa, luego se realizaba el discurso y se acababa con composiciones poéticas.

“Viniste al mundo con tan buena estrella, que contigo el progreso hace olvidar un año por el próximo”  (Versos para Hakan II) 

Pruebas del segundo piso que se encuentra descendiendo por la puerta principal tras tres grandes arcadas, son la casa del ejército,  viviendas para el personal dedicado al servicio del califa y el  horno cercano a los mismos donde se cocinaban los alimentos para el cuerpo de guardia.

En la parte más inferior y a la vez la más extensa, todavía hoy no escavadas, se supone que se encontraba la tercera terraza, que albergaba a una población que hoy se estima de alrededor de quince mil habitantes y que era donde se encontraba el mercado, la mezquita, los baños y los jardines públicos. La mezquita se construyó en el año 941 en la parte este de la ciudad. Sus cimientos, descubiertos en las excavaciones, corresponden a un salón de cinco naves que discurren perpendicularmente a la pared de la quibla, tal y como sucede en su modélica mezquita de Córdoba. 

Tras la muerte de al-Hakam II,  le sucedió de forma irregular su hijo Hisham II, pero como todavía era un niño y la ley musulmana prohibía el nombramiento de un menor como califa, los grandes dignatarios de la corte comenzaron a disputarse el poder. Así fue como Almanzor  (primer ministro y regente del califa) consiguió el control del Estado, llegando a tal punto que mandó construir una ciudad palatina propia situada a occidente de Córdoba, pero que todavía hoy no ha sido localizada. Y así  con esa rudeza fue como la ciudad de la flores empezó a perder su  delicada belleza  y en el año 1010, grupos rebeldes bereberes redujeron a cenizas el que había sido el monumento más característico del califato de Córdoba, si bien se cree que las ruinas de la ciudad palaciega estuvieron pobladas al menos hasta principios del siglo XII.A finales del siglo XI un poeta granadino, al Sumaysir, recorrió la ciudad ya reducida a ruinas y escribió:

“Me he detenido en al-Zahara llorando y meditando como si me lamentara por miembros dispersos de mi familia. Oh, Zahra, he dicho, ¡vuelve! Y ella me ha contestado: ¿Es que vuelve lo que está muerto?

Para entender bien la fantástica y majestuosa ciudad hay que acudir al centro de interpretación, inaugurado en 2009 para poder observar las exposiciones  de los  distintos restos arqueológicos obtenidos en las excavaciones. 

4 Comments

  1. Pedro Palomo Reply

    Fantástico amiga Gema, me encanta leerte, leer tus post es aprender mientras disfrutas. Gracias.

    • Gema de los Reyes Reply

      Mil gracias a ti, tenerte aquí y leer tus comentarios es un verdadero placer. Besos

  2. Buena lección de historia que a algunos nos da luz sobre un lugar que tenía en la penumbra de mi conocimiento Gema.
    Un saludo y a planear otra interesante visita.
    VSSSS

    • Gema de los Reyes Reply

      Mil gracias por tus palabras, es un lugar muy recomendable para los que nos gustan las piedras jajaja. Te encantará. Un fuerte abrazo

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