Fortalezas de leyenda

Sumergiéndonos en la historia y en la leyenda de los rincones de la Occitania francesa, nos trasladamos a territorios incluidos en el mal denominado “País cátaro”. 

Con sus prodigiosas fortalezas, erigidas sobre las escarpadas cumbres, sombreando a los matorrales áridos escondidos sin delicadeza entre las rocas,  se sitúan estrechas y sinuosas carreteras que junto a los bosques, prados,  grandes viñedos y caudalosos ríos proporcionan bellas imágenes difíciles de sucumbir a sus encantos. 

El catarismo es probablemente una de las disidencias medievales que ha provocado más reacciones y controversias entre los historiadores. Textos escritos por ellos hay pocos, pero textos escritos sobre ellos hay infinidad, tantos como posibles rutas para recorrer y conocer su historia y forma de vida.  Como primer contacto con este movimiento In Situ presenta una obra  denominada Los cátaros,  supervisada con el asesoramiento histórico de Anne Brenon.  También es manejable y entretenida la obra de David Barreras y Cristina Durán denominada Breve historia de los cátaros. 

A lo largo de aproximadamente cuatrocientos kilómetros, la ruta abraza un sinfín de escenarios de este movimiento religioso del siglo XIII que fue erradicado en el siglo XIV. Comenzando por el Castillo de Aguilar situado sobre  los viñedos de Haut-Fitout y continuando por la D14 se pueden  visitar los llamados “Cinco hijos de Carcasona” que esperan en lo alto de las montañas como  nidos de águilas  sobre preciosos y pequeños pueblos en los que los lugareños, además de  contar cientos de leyendas sobre la zona ofrecen vinos y productos de la misma, y si hay suerte se puede probar alguno de los cuatro alimentos que están incluidos en “Food´s Ark of Taste”, productos alimenticios en peligro de extinción. De tal manera que si se encuentran, se pueden comprar  y así colaborar a que salgan de esa lista. Busqué y al final encontré la versión curada del queso de cabra pélardon con un sabor a aroma a hierbas que es realmente fantástico y más si se acompaña de un vino de la zona. 

En cuanto a rutas se refiere, Ernesto Mila, en su obra Guía de los cátaros: Ruta herética por España, Francia y Andorra, comenta lo esencial de las doctrinas y rituales del movimiento medieval además de ofrecer una guía que acompaña de mapas para ubicar geográficamente los lugares esenciales donde este movimiento dejó sus huellas. Otra obra que ofrece itinerarios donde muestra la historia de este movimiento es la de Jesús Mestre Viaje al país de los cátaros. Itinerario histórico y turístico por el Languedoc cátaro.

A la salida del pequeño Cucugnan se sitúa el castillo de Queribus, que parece una prolongación natural de la masa rocosa de la que emerge a viva fuerza con su imponente torreón. Fue uno de los mayores  castillos defensivos constando como uno de los últimos bastiones de la resistencia cátara. Con su gótica sala del Pilar y sus constantes alas de misterio ofrece a sus pies las verdes y doradas llanuras del Rosellón y al fondo las blancas cumbres de Pirineos

A pocos kilómetros  y volviendo a la D14 se encuentra la gran fortaleza de  Peyrepertuse que para mí sin duda  es la más espectacular. Con un aspecto colosal y severo, la amplitud de sus muros y la calidad de sus construcciones hacen del castillo el más importante conjunto y el más remarcable ejemplo de arquitectura militar en la Edad Media. Más que una fortaleza es una villa medieval. El primer recinto, es donde encontramos las construcciones más antiguas. La Torre del homenaje, la capilla de Santa María Bastida con una pequeña habitación adosada, era a la vez lugar de culto y refugio.  Encima de un estrecho promontorio de la cresta montañosa, encontramos edificado el castillo de San Jorge, realmente es una fortalezadentro de la fortaleza que se accede a través de la famosa Escalera de San Luis, construida al borde de un impresionante precipicio que cuando vas subiendo sus  sesenta escalones tallados en la roca piensas ¡cómo resbale, la torta es tremenda! Las vistas desde el castillo son impresionantes, te acompaña un brisa fresca pero no fría, con una cadencia suave de silbidos que al mover las hojas de los árboles le da un aspecto tan bucólico que te quedarías ahí durante horas; de hecho eso hice, saqué mi cuaderno, mis plumas y a dibujar todo lo que veía a mi alrededor.

Pese a que por la D117 se llega en poco tiempo al siguiente gran castillo, no es una buena elección porque la carretera es aburridísima, es mejor seguir por la D14 atravesando localidades como Curbieres-sur-Cinoble  y desviarse para ver las gargantas de Galamus

Prosiguiendo la carretera se llega al castillo de Puilaurens construido sobre la cresta de la montaña, alrededor de un primitivo torreón de origen romano. Contiene cuatro torres redondas, siendo su torreón mas saliente el conocido como el de la  Dama blanca. Existe una leyenda en el que se dice que el fantasma de una joven se pasea en las noches de luna con un vaporoso vestido blanco. Para conocer los mitos y las leyendas de los cátaros y los lugares donde se asentaron , el historiador Robert Walford  en su obra Los cátaros entre mito y realidad se propone responder a todas esas preguntas que están en la línea entre mito y realidad. 

Continuar hacia Montsegur, si se quiere visitar el castillo de Puivert continuar por la D117 pero si lo sacrificas por rodar por carreteras más chulas que fue lo que yo hice, hay que coger las comarcales que van hacia Camurac y luego ya elegir si se quiere continuar por pista o carreteras bastantes rotas. 

Montsegur encierra grandes sucesos como el conocido “El prado de los quemados” donde cerca de doscientos cátaros fueron quemados en la hoguera por la Inquisición. Además de su fortaleza el magnífico museo arqueológico alberga infinidad de restos y objetos procedentes de la época. 

Continuar hacia Mirepoix, ciudad medieval construida en el siglo XIII con casas hechas de madera y muros de arcilla. Quizá este sea el trayecto más aburrido para conducir ya que el camino más corto es la D9 y no hay muchas más opciones.

Con dirección a Belvèze-du-Razes continuar hacia la gran ciudad medieval de Carcasona.  Los amantes del Champagne tienen una visita obligada en Limoux. Este es otro de esos lugares donde los marca como imprescindible Montse Ruis en su obra Rumbo a Francia.  Además de su carnaval que es el más antiguo del país, reconozco que para mí la importancia la tenía su Blanquette, maravilloso espumoso creado en la Abadía de St. Hilaire. Se dice que es la cuna del primer burbujeo. En 1531 los monjes de la abadía, deliberadamente o por casualidad, hicieron brotar burbujas en el vino local, destilado a partir de las uvas mauzac. En la abadía benedictina además de encontrar preciosas pinturas en la casa colindante del abad, se encuentra el claustro gótico que lleva a las cuevas donde se hizo la primera vez el Blanquette. Hay que dejar algún hueco en la maleta, porque bien merece la pena traerse alguna botella de  «Blanquette de Limoux método ancestral» para el que se utiliza sólo la uva mauzac y el «Blanquette de Limoux brute» para el que se utilizan también la uva chardonnay. 

Y ya con el paladar enriquecido se llega a esa ciudad de piedra que en sus muros se puede leer la historia.  Recordé la primera vez que estuve allí, como me emocionaba y me brillaban los ojos , según me acercaba a la Cité, más me parecía un cuento de hadas. Ahora llegaba en moto con lo cual el viaje era más bonito y la ciudad me parecía todavía más impresionante, ahora la veía completa, esto es una de las muchas ventajas que tiene viajar en moto, ves la totalidad de lo que tienes en frente.
Emplazada sobre una loma a orillas del río Aude, es el conjunto medieval mejor conservado de Francia y uno de los más completos de Europa. Está dividida en dos partes, la Cité que no es una fortaleza aislada sino una ciudad fortificada cuya puerta principal es la  puerta Narbonesa y la zona de la Ville Basse o Bastide que es la zona de abajo que para mi no tiene ningún interés. 

El quinto hijo de Carcasona se sitúa a pocos kilómetros en la  localidad de Lastours, se trata de cuatro fortificaciones que dominan todo el paisaje que se extiende a sus pies y que  constituyeron una de las grandes líneas de defensa, no rindiéndose nunca a los soldados de Simon de Monfort. En estos lugares se llevaron a cabo numerosos rituales y nadie mejor que Michel Gardere en su obra Rituales cátaros para contarnos aquellos rituales ceremoniales o no que se realizaban de forma pública o privada por los seguidores del movimiento. 

Y aunque este recorrido debería acabar en Villerouge Termenés, el pequeño pueblo donde murió  Guilhem Bélibaste, el último hereje de esta secta,  yo proseguí hasta Bèziers pasando por la universitaria Narbona.  Para llegar a la ciudad de los arzobispos la carretera no tiene mucho encanto, muy cerca de la nacional transcurren unas comarcales pero que tampoco cuentan con el encanto de las pasadas carreteras. Narbona, con su famosa Vía Domitia, conserva vestigios de aquel esplendor en lugares como la Plaza del Forum o las estancias del Horreum, transformado en un museo subterráneo, donde se contemplan las galerías erigidas en el siglo I a C cuya finalidad era albergar un mercado galorromano o almacén público. 

Este enclave junto a otros grandes lugares reconocidos en el movimiento cátaro son recogidos en la obra Toulouse y los enclaves cátaros de Francisco Galán donde al estar basada en una experiencia personal, además de los lugares turísticos, datos históricos y monumentos de interés, aporta aquellos restaurantes, mercados, etc., donde degustar productos de la zona. De hecho señala varios lugares donde comer el plato estrella, el famoso cassoulet, que desde luego hay que evitarlo si se va a coger la moto porque es imposible dar un paso. Es lo más buscado de la gastronomía cátara, a base de alubias guisadas con pato, tocino y verduras. 

Llegando ya a la finalización de la ruta, visitamos la ciudad de Béziers famosa por la matanza que se produjo en la época de las Cruzadas, tras la frase atribuida a Arnaud Amaury: “Matadlos a todos, Dios reconocerá  a los suyos”. La ciudad se convirtió enel año 1209, en el ejemplo que utilizó la Iglesia para dominar a todas aquellas ciudades que habían acogido en su seno a los cátaros. Hoy en día es una ciudad muy viva y jovial, donde destaca su  precioso puente medieval y la fantástica Catedral de Saint-Nazaire. 

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