Más de 500.000 visitantes acuden cada año a la Iglesia de Todos los Santos situada en uno de los alejados barrios de Kutna Hora, a unos ochenta kilómetros de la bonita Praga. Sedlec, cuya historia comienza en el año 1.142 cuando fue fundado el primer monasterio de la orden del Cister con monjes que llegaron desde la Abadía de Walsassen.
Gracias a los pozos de plata que se encontraron en los territorios del monasterio, éste consiguió ser el monasterio más rico del país. Tras numerosos conflictos bélicos fue destruido, pero de ese extenso recinto todavía se conservan la ya mencionada Iglesia de todos los Santos y la Iglesia monacal de la Virgen María que sustituyó a la original iglesia románica.
Según la tradición, a finales del siglo XIII, el abad del monasterio de Sedlec esparció por el cementerio tierra traída del sepulcro de Jerusalén y de ahí que se empezara a dar sepultura a difuntos de las diferentes regiones de lo que es hoy la República Checa, Polonia, Baviera e incluso Bélgica ya que querían estar bajo tierra proveniente de Tierra Santa.
En la actualidad y tras numerosas destrucciones y construcciones, encontramos una iglesia levantada con cierto estilo barroco en medio de un pequeño campo santo donde su interior no deja indiferente, ya que se contempla un impresionante espectáculo formado por miles de huesos donde las lámparas, cruces, escudos, etc., están realizados con material óseo decorando la capilla que alberga el osario medieval.
En un principio los huesos fueron apilados en forma de pirámides por un monje, pero la construcción de hoy data de 1870 cuando el escultor František Rint, desinfectó, con una solución de cal viva, los huesos uno a uno, los puso en orden y fue construyendo con esmero, la original lámpara de araña, el cáliz, la cruz, etc., queriendo representar con esos huesos, de más de cuarenta mil personas, el carácter transitorio de la vida humana y la verdad de la muerte.
La muerte es una vieja historia y sin embargo, siempre resulta nueva para alguien (Ivan Turgueniev)
Sobre la escalera se pueden observar dos cálices, una cruz con abreviaciones del nombre de Jesús tanto en latín como en griego. En los extremos de la capilla se encuentran apilados los huesos sin ningún tipo de orden simbolizando la multitud que está en frente de Dios y la igualdad de todos, ya que la muerte no hace distinción.
En el centro de la capilla hay una lámpara en forma de araña, y debajo de ella una cripta donde estaban enterrados personas de la nobleza. También se pueden ver escudos, un cuervo picando el ojo a un soldado, etc.
La parte de negativa de esta visita para los amantes de la fotografía, es que en la actualidad están restringiendo el uso de cámaras fotográficas, porque tal y como señaló Radka Krejčí, directora de la organización de la parroquia de Kutná Hora «Empezamos a percibir comportamientos deshonestos hace unos años, con la mayor influencia de las redes sociales. Decidimos esperar después del verano para tomar la decisión, pero en ese tiempo fuimos testigos de tantas faltas de respeto (que pudimos ver en fotos y vídeos subidos a las redes) , que decidimos prohibir cualquier tipo de foto» así que sólo podrá permanecer en las retinas de los visitantes, pero sin duda es lo fundamental.
Pese a que en Europa hay más osarios de este tipo, a mi este me parece un poco diferente al resto, aunque también destacaría como lugares para visitar el de la Capilla de las calaveras de Czermna (Polonia) la Iglesia de San Francisco en Évora (Portugal) y por supuesto la Iglesia de los Capuchinos de Palermo (Sicilia).
Si quieres ver sobre otros bonitos edificios de la ciudad de Kutná Hora pulsa en La ciudad de las minas de plata.
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