Bicaz, Bucovina, Maramures, Sighisoara, Sibiu, Transfagarasan …

Seguimos hacia Bucovina atravesando las preciosas gargantas de Bicaz. Este impresionante cañón está formado por el río Bicaz y es una vía de paso natural entre las regiones de Moldavia y Transilvania. Transcurre a lo largo de ocho km, entre las poblaciones de Lacu Rosu y Bicazul Ardelean, formando parte del Parque Nacional donde se encuentra el Lacu Rosu, considerado una maravilla natural por el curioso bosque de troncos de árboles muertos que emergen de sus aguas turbias.

Cerca de Bicaz se encuentra Piatra Neamt, rodeada de montañas donde destacan la plaza Stefan cel Mare, la Iglesia de San Juan, la Torre de la Campana, el complejo Princely court, el Teatro, la Casa Paharnicului, la casa Lalu o el parque Cozla.

Habíamos elegido Agapia para pasar la noche y poder visitar alguno de los más famosos monasterios del lugar. Al llegar, fuimos paseando hasta el monasterio de la población por una tranquila carretera donde únicamente nos cruzamos con algunas monjas realizando su paseo diario. Entramos en el precioso y cuidado monasterio construido a mediados del siglo XVII y su iglesia, reconstruida varias veces desde entonces; está dedicada a los arcángeles Miguel y Gabriel. Hasta el año 1803 estuvo ocupado por monjes, pero desde entonces son monjas las que viven en él y que se dedican a cuidarlo y a tejer alfombras y bordados los cuales han adquirido bastante fama. Al salir accedimos al museo con una colección de objetos con gran valor artístico e histórico.
Una encantadora monja en un inglés no muy fluido nos explicó todas las estancias del mismo, fue uno de los ratos más bonitos que pasamos, era un verdadero encanto y muy risueña,  me encantó cómo se esforzaba por hablar con nosotros y practicar su inglés. Aunque el museo cerraba a las siete, estuvimos con ella hasta las 20:30, sin duda uno de los momentos más entrañables del viaje. Una vez más pudimos comprobar el carácter del pueblo rumano, son súper amables, afectuosos e intentan mostrarte lo mejor de su país en cada una de su sonrisas.

Al día siguiente visitamos otros dos monasterios, el de Varatec fundado en el año 1785, aunque la iglesia principal data de 1841, donde viven en él unas seiscientas monjas y está tan bien cuidado que el  recinto que parece nuevo. Al interior de la iglesia no pudimos acceder ya que estaban reformándola, así que de allí fuimos a una iglesia cercana pasando primero por la pastelería que tienen las mojas en frente del monasterio donde venden los dulces realizados por ellas mismas.  

Es uno de los monasterios más visitados y prueba de ello es que hay incluso algunos puestos donde se venden mermeladas, camisetas y lo que más me gustó fue un señor vendiendo gorros de piel con el que pasé un rato muy divertido. 

El monasterio de Neamt, el más antiguo de Rumanía, está rodeado por viejos bosques fundado en el s. XIV, y dedicado a la Ascensión. Su iglesia es una joya de la arquitectura medieval moldava, cubierta con ventanas góticas y frisos con discos esmaltados en  verdes, amarillos y marrones. Lo más destacado de este monasterio es su preciosa biblioteca, que no me dejaron fotografiar, la cual tiene más de 600 años de antigüedad y cuenta con más de 11.000 volúmenes. 

A pocos kilómetros del monasterio de Neamt nos encontramos con una bonita iglesia llamada Ioan Jacob Hozevitul.

Después de la zona de los monasterios subimos hasta Bucovina que es la región más septentrional del país.En sus misteriosos bosques se oculta un grupo de monasterios ortodoxos único en el mundo por las pinturas murales en el exterior de las iglesias. Dormimos en Sucevita en la Pensiunea Poiana de Vis, una auténtica delicia, preciosa casita de madera con una decoración monísima y una familia encantadora que nos hizo un desayuno ideal. Previo a nuestra llega a Sucevita, pasamos por Suceava, capital de Bucovina, se nos hizo tarde para comer y entonces fuimos a un lugar  que recomendaba la guía de Lonely Planet, restaurante B+B por ser un restaurante muy tradicional y familiar. La comida estaba bastante bien  y muy  barata.  
También paramos en los pueblos de Radauti para visitar el monasterio de Bogada y su gran iglesia.

Las iglesias de Bucovina,  son un auténtico  tesoro del arte sacro; ocho de ellas están reconocidas como Patrimonio de la Humanidad por la Unesco siendo sin duda una de las mejores obras de arte bizantino de todo el mundo. 
Estos monasterios fueron construidos entre los siglos XV y XVI y decorados con frescos exteriores  realizados con pigmentos naturales de la época. Su objetivo era procurar el entendimiento de las creencias entre las clases más bajas del pueblo, principalmente soldados y campesinos que se habían refugiado en los monasterios tras las invasiones otomanas. 
         
                                              «Biblias iluminadas en paredes de iglesias: la palabra pintada»

Al llegar a Sucevita, fuimos paseando hasta el monasterio que se encontraba a dos kilómetros de la casa donde dormíamos  y como era de esperar, la iglesia me dejó con la boca abierta, es realmente espectacular observar esos frescos realizados hace tanto tiempo y tan bien conservados. En este monasterio incluso la conservación es mayor que en otros,  ya que hay unos muros protegiendo la iglesia, con lo cual, el viento y la lluvia no han destrozado tanto las pinturas como en otros monasterios que veríamos más tarde. 
De entre todos los frescos destaca la “escala de las virtudes”, que representa los 30 pasos que hay que dar para llegar al paraíso. Un grupo de ángeles sostiene a los virtuosos para ayudarles a subir, y los condenados caen a un abismo infernal.
Además del monasterio de Sucevita que para mí fue el mejor, visitamos:
Monasterio Humor: del siglo XVI. En sus frescos exteriores, que estaban en peor estado que en otros monasterios, predominaba el color rojo. En ellos están representadas diferentes escenas bíblicas de la Virgen y algunos hechos históricos como el asedio a Constantinopla. Desde su torre se tiene  una visión maravillosa de la iglesia, 
Monasterio Voronet:. En el muro meridional había un gran mural del “Árbol de Jessé”, acompañado de otros frescos más pequeños como el de “San Jorge matando al dragón”. Una de las escenas más impactantes que vimos fue la del muro occidental (nártex), “El Juicio Final”. Me llamó mucho la  atención su color azul cuyo origen se desconoce. 
Monasterio Moldovita: Al igual que las dos iglesias anteriores, los frescos cubren su fachada sur, pero esta vez predomina el color amarillo. Las escenas más grandes son un árbol de Jessé y el asedio a Constantinopla.
Monasterio de Putna:  data del siglo XV destruido y reconstruido en muchas ocasiones. La iglesia era sencilla y sin frescos en el exterior. Lo más interesante estaba en el interior, ya que alberga la tumba de Ștefan cel Mare, el rey Esteban III de Moldavia (“el Grande”), que aunque su sepulcro es sencillo, es muy visitando por la importancia del personaje. Para mí es el menos interesante, si hay que dejar uno sin visitar sin duda diría que este. 

Entre visita y visita de monasterios nos acercamos al Marginea conocido por la producción de cerámica hecha a mano, caracterizado por su color negro, para mí, totalmente prescindible. 

Al día siguiente proseguimos hacia la región de Maramures, accedimos por la carretera 18 y la verdad, un suplicio, estaban arreglándola y tardamos muchísimo en llegar, muchos trayectos cortados y otros muchos llenos de socavones con lo que la velocidad era mínima. Habíamos pensado parar en Viseu de Sus, pero se nos hizo muy tarde con lo cual pasamos de largo.  Paramos en el moderno monasterio de Barsana, construido entre unos bonitos y muy cuidados jardines, una auténtica delicia. El templo de la Virgen de Barsana es una de las ocho iglesias repartidas por la región norteña de Maramures que gozan del reconocimiento de la Unesco como Patrimonio de la Humanidad

Consta de varios edificios y una preciosa iglesia construida en 1720, la cual muestra dos niveles en su interior; como el de muchas iglesias de madera de la zona es muy oscuro, y por ello se han iluminado históricamente con velas, que paradójicamente han sido el peor enemigo, provocando incendios que han destruido muchas de ellas. 
La zona de Maramures es famosa por sus preciosas iglesias de madera construidas entre los siglos XVII y XVIII tras la prohibición de que se erigieran iglesias ortodoxas de piedra las cuales destacan más por sus estructuras que por sus adornos. Se erigieron enteramente de madera sin usar un solo clavo.Ocho de esas iglesias han sido declaradas patrimonio de la humanidad de la Unesco. Nosotros visitamos sólo algunas de ellas y nos encantaron, Desesti, Budesti y Surdesti.  Elegimos para dormir  Budesti, Pensiunea Bontos, un lugar muy agradable en el mismo pueblo y donde lo mejor de ella es la dueña, la amabilidad fue extraordinaria. Nos enseñaron las habitaciones y pudimos elegir la que queríamos ya que hay bastante diferencia entre unas y otras. Como estaba todo cerrado cenamos en una bonita terraza que tenía en el primer piso de la casa, nos hizo un menú tradicional, bueno y muy muy barato. 

Otro de los reclamos turísticos de Maramures es su famoso y curioso cementerio de Sapanta, conocido como “Cementerio alegre”, debido a sus cruces de colores y a sus epitafios donde se señalan los oficios, situaciones cotidianas o incluso, el motivo de la muerte de éste cuando ha sido por accidente. Las primeras tallas fueron del año 1935 y las realizó Stan Ioan Patrás, las cuales, fueron muy exitosas y desde ese momento los habitantes de la ciudad decidieron dotar de color un momento triste en la despedida de familiares y amigos.  

De ahí nos acercamos al monasterio donde no hubo nada que nos sorprendiera ya que era  similar a otros en los que ya habíamos estado, salvo su iglesia que es la más alta  con una altura de 78 metros. El monasterio de Sapanta-Peri fue construido en 1766 para la comunidad greco-catolica de la localidad.

Lo que recomiendo sí o sí, es acercarse a Sighetu Marmatiei, para visitar el Memorial de las víctimas del Comunismo y la Resistencia ubicado en su antigua prisión construida en 1897.  Durante su actividad tuvo usos diversos y alojó prisioneros de diversa índole. En1993 Ana Blandiana y Romulus Rusan presentaron un proyecto en Europa para solicitar fondos y así poder mostrar en cada una de sus salas y sus celdas la historia del comunismo rumano. Aquí se encuentra una de las esculturas más visitadas de Rumania creada por Aurel Vlad, el Cortejo de los Sacrificados, gestos y expresiones en bronce de hombres y mujeres que caminan hacia un muro infranqueable.

Otra de las cosas que me encantaron de esta bonita región son las maravillosas puertas de entrada a las viviendas, son realmente increíbles, labradas con gran gusto y  exquisitez.
Proseguimos hasta Cluj-Napoca, segunda ciudad del país en cuanto a número de habitantes se refiere, siendo uno de los más importantes centros culturales rumanos.
De la ciudad además de sus universidades,  destaca la enorme Iglesia de San Miguel, edificio gótico construido en el s. XIV al que se le añadió una torre de estilo neo-gótico en el s. XIX. El palacio barroco Banffy, de 1791, que en la actualidad alberga el Museo Nacional de Arte de Cluj-Napoca, su monasterio franciscano el Museo de Historia de Transilvania, etc. 
Un lugar muy animado de la ciudad es el boulevar Eroilor donde se puede ver la catedral ortodoxa,  el Teatro Estatal Húngaro y la Ópera.

Al día siguiente pasamos el día disfrutando de la naturaleza del país. Nos acercamos hasta el Parque Natural Muntii Apuseni donde disfrutamos muchísimo de sus bosques, lagos, ríos e incluso nos acercamos a la cueva Scarisoara para ver su glaciar; si sobra tiempo está bien, pero desviarse expresamente para verla creo que no merece tanto la pena. 

Continuamos hacia Turda donde visitamos sus cascadas y paseamos por la pequeña ciudad. Dormimos en Vila Adriano, preciosa habitación en un bonito edificio en el centro de la ciudad. Esta pequeña ciudad  es famosa por sus cascadas, sus numerosas iglesias, pero sobre todo por las minas de sal, las cuales no visitamos ya que no teníamos mucho tiempo y vimos que eran similares a las de  Cracovia. 

Al día siguiente nos dirigimos hacia la preciosa Sighisoara. Fundada en el siglo XII por artesanos y mercaderes alemanes, desempeñando durante varios siglos un importante papel estratégico y comercial. 
Su centro histórico está inscrito como Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO desde 1999. Consta de  nueve torreones y dos bastiones, calles adoquinadas y antiguos edificios e iglesias. Famosa por ser el lugar donde nació Vlad Tepes, hoy en día se puede visitar su habitación ubicada  en un turístico restaurante. 
La pequeña plaza Cetatii es el centro de la ciudad antigua. También se puede encontrar la Iglesia del Monasterio Dominico, la cual, fue la principal iglesia luterana de los Sajones desde 1556.  El principal icono de la ciudad es la Torre del Reloj la cual mide 64 metros y consta de un reloj del siglo  XVII con dos discos, uno orientado a la parte baja de la ciudad y el otro al interior de la Ciudadela. Cuenta con unas figuras talladas en madera que se mueven con el mecanismo del reloj. Desde 1899 alberga el Museo de Historia
Saliendo por la calle Scolii se accede a las conocidas escaleras cubiertas, 172 escalones que dan acceso a la Iglesia de la Colina situada en la parte más alta de la ciudad. Aquí para dormir elegimos Casa Lily un precioso lugar a las afueras de la ciudad decorado en su totalidad en estilo japonés. Nos encantó el lugar, su decoración maravillosa y los dueños nos trataron con una amabilidad y una atención difícil de superar.

Desde esta ciudad nos acercamos a algunas de las aldeas fortificadas de Transilvania, muchas de ellas Patrimonio de la Humanidad. Solamente nos dio tiempo a visitar las más famosas, las de Biertan Viscri, famosas por conservarse desde la Edad Media sin grandes cambios y tener unas preciosas iglesias fortificadas.
Proseguimos el camino hasta Sibiu que fue el lugar elegido para pasar las dos siguientes noches. Nos quedamos en Vila Sibiu, una preciosa casa ubicada junto al puente de metal donde está el mercado y da acceso a la ciudad vieja, la ubicación es inmejorable. La ciudad fue fundada por colonos sajones en el siglo XII, entre 1692-1791 fue la capital del Principado de Transilvania y en 2007 fue, junto con Luxemburgo, Capital Europea de la Cultura.
Quizá pueda decir que esta preciosa ciudad con un distintivo germano fue la que más me gustó de todas  las ciudad que visitamos. La parte vieja de la ciudad tiene dos zonas, la alta y la baja; en la alta se encuentran la mayoría de los lugares históricos de la ciudad y la baja se caracteriza por sus calles adoquinadas, murallas y torres defensivas. 
Súper chulas las vistas desde la Torre del ayuntamiento construida en el siglo XIII, ubicada en la Plaza Mayor. En esta misma plaza se encuentra  el Palacio Brukenthal del barroco tardío que alberga el  Museo Brukenthal, con una bonita colección de arte rumano.
Es una ciudad con mucho ambiente, preciosos restaurantes y bonitos cafés. Su oferta cultural y de ocio es amplia, de hecho, estando allí además de ver un campeonato de voley playa en una de sus bonitas plazas, pudimos ver un maravilloso concierto de música clásica gratuito en la plaza.  Los dos restaurantes donde estuvimos y nos parecieron chulísimos y con una excelente comida, fueron Crama Sibiul Venti y Benjamin Steakhouse & Bar, y si se es goloso hay que probar los goosie rellenos de chocolate que se venden en unas pequeñas tiendecitas dedicadas sólo a esos bollos, también muy buenos los de queso salado. Otra plaza cercana a la Plaza Mayor es la Plaza Huet, donde se ubica la  Catedral Evangélica, pero una que me gustó mucho fue la llamada Plaza Pequeña donde se encuentra el Museo Farmacéutico que además de mostrar los típicos utensilios,  muestra objetos de Samuel von Hahnemann, fundador del primer laboratorio homeopático. El gran icono de esta plaza es el Puente de los mentirosos,el cual, está adornado con flores de colores que me recordaba una vez más, a muchos de los bonitos pueblos alemanes. 
No hay que perderse la Catedral Ortodoxa Metropolitana y los restos de la antigua muralla. Nos quedamos con las ganas de ir al Museo Astra de Civilización Tradicional Popular, pero por tiempo no fue posible y como habíamos estado en el norte del país fue una de las visitas que aunque nos habían recomendado decidimos prescindir de ella.  Es un museo al aire libre ubicado a unos ocho km del centro que alberga pequeños pueblos, iglesias, granjas, molinos y una serie de exposiciones de la zona más rural del país. 

Desde Sibiu fuimos hacia Hunedoara para visitar el Castillo Hunyad, conocido como Castillo Corvino ya que en 1409 el rey de Hungría, otorgó la propiedad a Voyk Hunyadi como símbolo de gratitud por las batallas libradas a su señor. El castillo es una preciosidad, fundamentalmente desde el exterior. A través de una pasarela que se apoya en gruesos pilares se salva la altura del desnivel dando acceso al castillo, está decorado con  cuyos elementos renacentistas y del gótico tardío. El recorrido nos lleva por los salones y estancias repartidos en tres plantas o niveles como el Salón de los Caballeros, la capilla del s.XV, y las mazmorras y un bonito patio de armas. 

A partir de aquí nos esperaban dos de los  días más esperados del viaje, pasear por las preciosas carreteras de montaña  llamadas  Transalpina y la Transfagarasan. 
La primera de ellas es la DN67C,  está  situada en la cordillera de los Cárpatos Meridionales, conocidos también como Alpes de Transilvania,  sobrepasa los dos mil metros de altura sobre el nivel del mar;  transcurre desde pueblo de Novaci, en el distrito de Gorj, a Sebes, en el  distrito de Alba.
Su punto más alto es el pico de Urdele con unas vistas espectaculares.  Los tramos son bastante abiertos pero hay zonas en las  que vas entre bosques y cuando hay viento los pinos se mueven tantísimo que parece que sus ramas te abrazan, es de peli de miedo, subidón de adrenalina total. Hay que tener cuidado porque después del deshielo hay corrimientos de tierra y te puede pasar lo que a mí, que se caigan pinos cuando vas a pasar, pero como son enormes los ves caer. 

La Transfagarasan (DN7C) fue ideada como ruta militar estratégica para atravesar el sur de los Cárpatos. Está considerada como una de las diez carreteras más espectaculares del mundo. El trayecto atraviesa las montañas Parang,  paralelamente al Valle Olt y el Valle de Jiu. Se suele recorrer desde Sibiu a Curtea de Arges
Las fotos más conocidas de la mítica carretera se realizan en la cara norte de la misma; ahí se encuentra el teleférico para acceder al Lago glacial Balea y a la mayor cascada del país durante el invierno, ya que ese tramo permanece cerrado debido a las nieves.
Sin duda hay que recorrerla en verano, es una  locura para los moteros. Accediendo a ella desde Sibiu y subiendo por la cara norte se recorren varios kilómetros por cerradas curvas y espectaculares paisajes, llegando al Lago glacial Balea, donde las fotos y la cervecita en cualquiera de sus dos bares es un auténtico placer. Después descendimos por la cara sur a través del túnel, esta parte muestra una carretera más alpina con toda la gama de verdes que te puedas imaginar. Se va bordeando el Lago Vidrau hasta llegar a su presa. Este descenso cuenta  con curvas menos cerradas y por tanto la carretera es bastante más rápida y menos transitada. 

Durante todo el trayecto hay muchísimas rutas de senderismo muy bien señalizadas, caminar por allí es un auténtico regalo para los sentidos, esos colores, olores y sonidos me dejaron totalmente impresionada.  Al final de la carretera y cerca de Curtea Arges intentamos acceder a las ruinas del Castillo de Poenari, auténtico lugar donde vivió Vlad Tepes pero no pudimos ya que estaba cerrado, se habían visto osos en su cercanía y habían prohibido el paso a los visitantes. 

Llegamos a la población de Curtea de Arges para pasar la noche y al día siguiente continuar hacia Bucarest para pasar el último día antes de volver a casa. 

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