Lisboa… la alegría en el corazón de la nostalgia

“Lisboa hay que verla en el tiempo exacto de un sollozo. Verla toda entera con la primera luz del amanecer o verla bien completa con el último reflejo del sol sobre la Rua da Prata”, escribía Enrique Vila-Matas, que insistía en la idea de que en Lisboa uno siempre tiene la impresión de haber estado antes allí, aunque sea la primera vez que va, y la verdad, es que cierto. 

Ciudad fácilmente reconocible por sus tranvías amarillos y sus callejuelas adoquinadas acompañadas de ese folclore internacionalmente conocido que es el fado. Sus diferentes barrios caminan entre el ímpetu de lo nuevo y la melancolía de los viejos tiempos.

Alfama, que en árabe significa fuente de aguas buenas, es también el mejor barrio para fotografiar rincones y callejones llenos de vida, me encantan las fotos de la ropa colgada en las ventanas, de los corrillos de las mujeres cuando vienen del Mercado da Ladra o los hombres en los bares jugando sus partidas,  y no hay que perderse las vistas que miran al Tajo desde  sus miradores. Por ejemplo el más bajo mirador del barrio de Alfama es el de Puerta del sol donde se pueden ver unos bonitos atardeceres, también encontramos el Mirador de Graça a la altura del castillo aunque ya pertenece al barrio de Graça o el pequeño mirador de aire romántico llamado Mirador de Lisboa. 


El castillo de San Jorge está estratégicamente situado en la más alta colina de la ciudad. Es una fortaleza árabe de mediados del siglo XI desde donde se puede pasear entre almenas y patios fortificados obteniendo unas vistas maravillosas. Desde la Torre de Ulises se ofrece un espectáculo con una perspectiva de 360 grados de la ciudad.Estos barrios están llenos de museos, hay varios que destacaría, como por ejemplo el Museo del Fado,  el del Teatro romano o el de Aljube construido en la antigua prisión de la ciudad durante la dictadura salazarista, dedicado a la lucha por la democracia y la libertad.

El Panteón Nacional fácilmente localizado por su gran cúpula  barroca,  rinde homenaje a los héroes del país aunque al principio fue concebido como una iglesia. Tiene un mirador en la cuarta planta desde donde se obtienen bonitas fotografías.

Muy cerca encontramos la Catedral , uno de los iconos de la ciudad, que fue restaurada en 1930 y levantada sobre una mezquita. Posee un espectacular claustro gótico con antiguas ruinas que se remontan a más de dos mil años. Y un lugar para pasear es el Jardín de Graça, construido hace pocos años, siendo actualmente el segundo parque más gran de la ciudad, aquí también hay bonitas vistas de la ciudad y del castillo. 
En la ciudad hay un gran apego por la cerámica y los azulejos. Podemos encontrar varias industrias de pintura manual, como Vista Alegre o la Viuda Lamego. Lisboa seduce desde las fachadas de sus edificios con ese azulejado bien presente en este barrio, destacaría el Monasterio de San Vicente de Fora, fundado en 1147, ya que sus muros están cubiertos de elaborados azulejos blanquiazules a juego con las formas curvas del edificio. 
Ubicado en la Casa dos Bicos se encuentra la Fundación José Saramago. En su fachada se puede encontrar 1125 piedras talladas en forma de punta de diamante que recuerda a la arquitectura india, y esto no es por casualidad, sino que en esta casa vivió en el siglo XVI Alfonso de Alburquerque antiguo virrey de la India. En la casa se puede encontrar tanto restos de ruinas romanas como un museo sobre la vida y obra del famoso Premio Nobel. 

El terremoto de 1755 destrozó la ciudad de tal manera que el barrio de Baixa fue reconstruido como una cuadricula de calles proyecto del Marques de Pombal. Está formado por grandes avenidas, bonitas fuentes y plazas, destacando la gran plaza del comercio con soportales del siglo XVIII, fachadas de color amarillo y mosaicos de adoquines. Este espacio fue mercado de pescadores, plaza de toros y aparcamiento, pero hoy es una plaza de gran belleza.  En el centro encontramos la estatua de Don José I pero sin duda, lo más fotografiado es el Arco de la Calle Augusta, levantado como símbolo de la reconstrucción de la ciudad. Actualmente se puede acceder a su parte superior y desde ahí realizar unas fotos increíbles ya que es un gran balcón con una panorámica de 360 grados. En su parte superior encontramos varias esculturas de Celestin Anatole Calmels, mientras que las de la parte inferior fueron elaboradas por el artista local Vitor Bastos y representan a personajes importantes en la historia de Portugal como Nuno Álvares Pereira, el Marqués de Pombal, Vasco da Gama o Viriato.


Esta plaza está llena de historias, que se pueden ver de una forma unitaria y muy amena en el Lisboa Story Centre, una especie de gigantesco libro interactivo donde se puede ver la historia de la ciudad. Si se es amante de la literatura no dejar de entrar en el Café más antiguo de la ciudad Martinho do Arcada, para ver el lugar donde pasaba muchas horas el gran escritor portugués Fernando Pessoa. 

Pero, ¿encontraremos un punto de encuentro más obvio para los lisboetas y para los turistas que el Elevador de Santa Justa? Plataforma de hierro forjado realizado por Raul Mesnier construido en 1902 y activado con una máquina de vapor hasta 1907. Desde ahí se ven las colinas de Lisboa, el Tajo, la otra ribera, el puente 25 de abril, el Cristo Rey y los edificios del barrio de Baixa.

Aunque en esta zona también hay varios museos, yo destacaría como imprescindible el Museo nacional de Azulejo ya que  si hay un museo en Lisboa típicamente portugués desde luego es este.  Se exponen azulejos que datan de todas las épocas, configurando una exposición que recorre la historia de la ciudad a través de su manifestación artística más característica.

Los barrios de Chiado y el Barrio Alto están llenos de restaurantes con encanto, hoteles boutiques, tiendas vintage y gran número de obras de arte callejero.

Domina el barrio el Convento de Carmo, al que se puede acceder por el ya comentado anteriormente elevador de Santa Justa o dando un bonito paseo calles arriba desde la Plaza de Rossio, desde donde se obtienen unas bonitas fotos del convento. Es uno de los lugares que más me gustan de la ciudad. Destruido durante el terremoto, sus ruinas sirvieron como cementerio y caballeriza militar, pasando en 1865 a ser sede de la Asociación de Arquitectos Portugueses. Hoy en día, acoge el Museo Arquelógico do Carmo, donde se expone una breve pero valiosa colección que recorre la historia de Lisboa desde la Prehistoria hasta la Edad Media. Contrarestando las ruinas encontramos el gran Museo nacional de arte contemporáneo de Chiado.Al ser una zona muy alta aquí encontramos un gran numero de miradores donde conseguir tomas espectaculares de la ciudad, como por ejemplo desde el Mirador de San Pedro de Alcántara, que además es un lugar muy bonito ya que está en un jardín con fuentes  y bustos griegos que le da al lugar un toque bastante diferente.

Al oeste del barrio alto, encontrados unos barrios llenos de lugares verdes, tiendas de antiguedades y galerías de arte.  Una de los lugares que destacaría sería la Iglesia de Estrela en el barrio que lleva su nombre. De estilo neoclásico y conocida como la Iglesia del sagrado corazón de Jesús,  además de destacar por su blanca cúpula y campanarios gemelos, destaca también su interior, ya que está revestido de mármol rosa y negro y cuando la luz filtra la luz por la cúpula le da al conjunto un aire casi tenebroso. De esta zona me encanta también el Mercado de Campo de Ourique reconvertido en espacio de restauración, del estilo de su hermano el Mercado de la Ribeira pero mucho menos frecuentado por turistas, sin duda es toda una experiencia para gourmets.

En el Convento de las Bernardas del siglo XVII, se encuentra un pequeño y curioso museo de marionetas, me encantaron las que hay de los países asiáticos. Y hablando de países asiáticos, cerca del Puente del 25 de abril hay un museo de Oriente en un viejo almacén donde se muestran los vínculos entre Portugal y este continente. Muy interesante todo lo relacionado con la isla de Macao (si quieres conocer más sobre Macao pulsa aquí).
La famosa Avenida Fontes Pereira de Melo es donde se dice que las paredes de Lisboa hablan. Posee una de las escenas más vibrantes de Street Art del mundo, con artistas locales e internacionales atraídos por una ciudad puesta al servicio de la creatividad urbana en cualquiera de sus expresiones.   EL Huffington Post y El Guardián  ya señalaron a Lisboa como uno de los destinos más interesantes del mundo de arte urbano.

Y como no podemos irnos de la ciudad sin visitar, un barrio más alejado pero sin duda el más conocido cuando se habla de Lisboa, el barrio de Belém.

Con su Monasterio de los Jerónimos incluido en la lista del Patrimonio mundial de la Unesco, es sin duda el mayor reclamo de la zona. Habitado en el pasado por monjes, fue utilizado como escuela y orfanato en tiempos posteriores. Todo su interior es un espectáculo, desde las columnas que parecen atravesar el techo con forma de troncos de árboles hasta la entrada a los claustros manuelinos de piedra dorada, con mucha ornamentación y llenos de símbolos de las épocas anteriores. Y no podemos dejar atrás la Torre de Belén la cual domina el río y también incluida en la listado de Patrimonio mundial. Representa la era de los Descubrimientos, no hay que dejar de subir por su escalera de caracol para realizar unas bonitas tomas de la zona. 

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4 Comments

    • Gema de los Reyes Reply

      Mil gracias, me alegro de que te guste. Es una ciudad chulísima y la llegada en moto por el puente 25 de abril no tiene precio. Besos

  1. Me ha gustado mucho y me parece un lugar estupendo para visitarlo

    • Gema de los Reyes Reply

      Mil gracias. Es una ciudad con un encanto especial y se come de muerte jajaja. Besos

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