La bella imagen de la pequeña ciudad con techo helado, esconde un gran patrimonio fruto de su estrecha vinculación con la dinastía de los Habsburgo. Ya que durante un tiempo fue la capital del imperio. Innsbruck , con un idílico telón de fondo alpino, reclama para sí el título de capital de los Alpes, situada al oeste del país, y localizada en el valle de Eno en medio de grandes montañas.
La joya del Tirol es una de esas ciudades donde se mezcla el paisaje urbano de estilo gótico con influencias renacentistas, con el futuro, destacando su moderno funicular que te transporta en pocos minutos, desde el bullicioso centro de la ciudad hasta los agradables paisajes alpinos. Disfrutando del funicular, el primer punto de observación es la estación de Hungerberg, que se encuentra a unos 304 metros por encima del nivel del mar y que se tarda unos ocho minutos en llegar. Aquí hay unas vistas espectaculares de la ciudad. Se dice que en esta cima aparecen las nubes sólo un par de meses al año. A continuación se puede ascender otros 1600 metros hasta la estación de Seegrube situada a 1905 metros de altitud. En un día claro la vista alcanza hasta la frontera italiana, con numerosos valles y desfiladeros por el camino. Y si ya queremos unas impresionantes vistas hay que ascender hasta la última parada, Hafelakar, que se encuentra a 2255 metros sobre el nivel del mar donde se puede observar el contraste entre el valle de Innsbruck por un lado y la naturaleza salvaje de los Alpes por el otro.
Además de las estaciones del funicular, otra de las reformas más visitadas de la ciudad fue la que se realizó en 2001 renovando el trampolín de salto olímpico de la colina Bergisel que alcanzó categoría olímpica en 1964 y 1976. La arquitecta iraquí Zaha Hadid, además de reformar el propio trampolín diseñó un restaurante panorámico con vistas de 360 grados.
“Este maravilloso enclave alpino provoca sensaciones extremas y momentos emotivos que enamora a los viajeros”
La época de los emperadores austriacos vistió a la ciudad con bellos palacios barrocos. La mejor muestra es el Palacio imperial, el cual comenzó a construirse en 1453 aunque su interior fue reformado por primera vez en el siglo XVIII y actualizándose por última vez ya en el siglo XX. En verano se realizan conciertos en su bonito patio de estilo gótico tardío. Actualmente se pueden visitar las de representación, la de los gigantes, los apartamentos, la capilla, la sacristía, etc. No hay que perderse la sucursal de la cafetería vienesa Sacher, donde se podrá degustar su famosa tarta de chocolate. Al lado del palacio está la Iglesia de la corte o Iglesia imperial la cual acoge el cenotafio de Maximiliano I. El mausoleo, rodeado de una verja de hierro y custodiado por 28 estatuas en bronce negro y tamaño natural que representan a familiares y personajes célebres de la época, nunca le sirvió como último reposo ya que murió antes de estar finalizado. Seis décadas después, se culminó con la estatua del Habsburgo arrodillado sobre el mismo. Aquí también se encuentra el Museo de cultura popular del Tirol, en la antigua armería de Maximiliano I, se exhibe desde esculturas de la época romana a objetos barrocos, piezas de artesanía e instrumentos musicales, además de obras de maestros holandeses como Rembrandt y Brueghel, y de artistas austriacos del siglo XX como Klimt y Schiele.La principal calle comercial de la capital tirolesa, María Teresa con su arco del triunfo en medio y su columna de Santa Ana, es la calle más transitada de la ciudad. Durante el recorrido se pueden ver bonitas casas barrocas pintadas de colores y palacetes que decoran esta céntrica calle. Muchas de ellas alojan bares y restaurantes que ofrecen especialidades tirolesas , a mi me encantó el famoso queso de montaña Tiroler Graukäse, el licor de hierbas almdudler y el refrescante cóctel spritz.
Si me tuviera que decantar por alguno de esos preciosos cafés, quizá lo haría por el Café Im Hof donde el strudel es espectacular. En la preciosa calle Herzog-Friedric, caracterizada por los estrechos pasadizos cubiertos de bóvedas, encontramos el lugar más fotografiado de la ciudad, el Tejadillo dorado,balcón cubierto por 2.657 tejas de cobre dorado que hoy es el símbolo de la ciudad. Fue alzado por Maximiliano I para contemplar los festejos que se celebrarían por su boda con Blanca Sforza.
Dentro de la zona neurálgica de la ciudad también encontramos el Ayuntamiento, edificio del siglo XVIII que proporciona un magnífico telón de fondo a la Catedral. Considerado entre las obras civiles más bellas de Austria, tiene escalinatas y salones con estucos, relieves y frescos.Y por supuesto no olvidar la Catedral de St. Jakob que es uno de los templos catedralicios más grandiosos del Tirol. En su interior barroco alberga la tumba del emperador Maximiliano II, pero lo que más admiración provoca son los frescos de la bóveda, con escenas de la vida de san Jacobo, y el cuadro Virgen y niño del altar Mayor, obra de Lucas Cranach el Viejo .
Si nos alejamos un poquito del centro, encontramos el Palacio de Ambras que está colmado de obras maestras y piezas traídas desde los lugares más alejados de mundo. El Palacio está formado por dos edificios unidos entre sí. Entre sus estancias sobresalen la Armería, la Cámara de las Maravillas, el Salón Español, etc. Pero de las cosas más destacadas son los retratos de la familia de Habsburgo pintadas por artistas de la talla de Cranach, Rubens o Velázquez. Pero a mi lo que más me gustó fue contemplar las casitas de montaña desde los jardines del Palacio.
Y a quién le guste el cristal este es su lugar, la tienda Swarovski Kristallwelten Store Innsbruck es punto de atracción en el casco antiguo de la ciudad. En la tienda están reunidas todas las gamas de productos de la empresa, desde bisutería y accesorios, pasando por las famosas estatuillas, hasta la Swarovski Optik y el diseño de iluminación Swarovski. Un recorrido por la tienda es como un paseo por mundos diversos. Además, en ambas plantas se encuentran repartidas instalaciones de diferentes artistas, así como innovaciones en torno al cristal y hechas de cristal.
“El secreto de los cristales de swarosvski es el principal atributo de la compañía”
Un apartado especial merece la ciudad en la época navideña, si bonita es durante el años, espectacular se ve en esta época.
En Innsbruck las Navidades se alargan, ya que incluso después del día 25 hay algún mercado de Navidad abierto y la iluminación sigue encendida hasta pasado reyes, lo que le convierte en buen destino también para fin de año, cuando hay un extenso programa de actividades incluidos fuegos artificiales.
– Mercado de Navidad del casco antiguo, es el más tradicional de todos, aproximadamente tiene 70 puestos donde se puede comprar todo tipo de adornos navideños. Se puede también disfrutar de la interpretación de villancicos, cuentacuentos, teatros, etc. Para los niños es precioso, ya que pueden seguir a los personajes de los cuentos que decoran las fachadas de los bonitos edificios de alrededor, además contiene un carrusel, el zoo de mascotas o en teatro de marionetas. Aquí se instala un árbol de Navidad de cristal de Swarovski de 14 metros de alto.
– Mercado de Navidad en la calle Maria Teresa, este quizá sea el más moderno de la ciudad. Se inaugura con la gran iluminación de la gigantesca montaña de cristal. – Mercado de Navidad panorámico de Hungerburg, este esuna de las atracciones de Innsbruck ya que se pone en la montaña. El funicular de Hungerburg te deja a 858 m de altura, en una estación intermedia dónde se celebra un pequeño mercado de navidad lleno de magia y de nieve.
– Mercado de Navidad de la Plaza Wiltener, es el mercado más bohemio, el más artístico. También hay un programa de actividades donde destaca el teatro de las marionetas y un espectáculos de fuego artificiales.
– Mercado de Navidad de Sant Nicolás, es el mercado más tranquilo de todos.
Aparte de la visita a los Mercados de Navidad, también se puede disfrutar contemplando el Belén en la Iglesia de la Corte, la pista de patinaje en la plaza Sparkassen que abre desde mediados de noviembre hasta mediados de febrero y el desfile de los famosos y terroríficos Krampus invaden el casco antiguo (Krampus es una criatura del folclore de países alpinos. Según la leyenda, esta criatura (demoníaca en apariencia) castiga a los niños malos durante la temporada de Navidad, en contraste con San Nicolás. quien premia a los niños buenos con regalos. Se dice que Krampus captura a los niños particularmente traviesos en su saco y se los lleva con él a las profundidades del infierno para devorarlos completamente.
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