El apasionante azul del mar de Grecia comienza desde su bandera, compuesta por nueve franjas horizontales de idénticas dimensiones que se alternan de colores azul y blanco representando el total de sílabas del lema nacional “libertad o muerte”, situándose en el ángulo superior un cuadrado azul con una cruz blanca, símbolo de la Iglesia ortodoxa griega. Pese a que esta teoría es la más aceptada, a mí, por mi amor a la literatura clásica, me gusta más la idea de que las rayas simbolizan las nueve musas y los colores reflejan el mar y las nubes.
Este mar, cuyo nombre provine del rey ateniense Egeo, quien, al creer que su hijo Teseo había sido devorado por el Minotauro en su laberinto, se arrojó a las aguas de ese mar continental desde uno de mis lugares favoritos de la costa griega, cabo Sunión.
Desde allí no puedo parar de pensar en la simbología del mar frente a las relaciones personales y reflexionar sobre mí misma y sobre los demás, y es precisamente esta relación enfrentada lo que convierte a esa gran masa de agua salada misteriosa, insondable y desconocida en símbolo de la pasión humana.
Se dice que existen aproximadamente ciento diez tonalidades de este atemporal, frío color primario, que simboliza todos los sentimientos que van más allá de la simple pasión y permanecen en el tiempo, siendo el color de la confianza, la simpatía, la fidelidad, la inteligencia, la seguridad, etc.
El azul de la morada de Poseidón me lleva a lo divino, lo mágico y como no, a lo fantástico, a ese mundo irreal que lleva su máxima expresión cuando hablamos de “príncipe azul” como una forma de decir que las cualidades y características con las cuales se describe a ese tipo de personajes, son imposibles de ser alcanzadas en la vida real, ya que es el arquetipo del amante perfecto: belleza, juventud, desprendimiento, heroísmo, generosidad, pureza; todas esas características que se repiten en todos y cada uno de esos movimientos cambiantes y ondulados que produce sus aguas, pasando por esas tonalidades, capaces de asentar incalculables emociones.
La gama de azules está presente a lo largo de toda la costa griega, representando en cada momento un sentimiento diferente, pero uniéndose todos ellos en que ninguno produce negatividad. Si en Cabo Sunion encontramos ese azul medio que da frescura y armonía, creando un ambiente sosegado que representa paz y relajación , en Santorini encontramos el frío azul índigo contrarrestando con el calor de esas aguas termales debido a la actividad volcánica que le dio forma a este grupo de islas.
En la divertida Mykonos sus aguas de azul ópalo convertidas en azul turquesa cuando el sol radia sus rayos, se ensalzan con las preciosas casas encaladas con puertas y balcones de colores, dando lugar a unas fotografías llenas de infinitas tonalidades. Cuando llegué a la isla simbólica del movimiento del arcoíris, ya llevaba unos días disfrutando de esas aguas, y aún así, me sorprendieron sus colores como no lo había hecho ningún mar anteriormente, pudiendo comprobar que toda la gama de sus azules resaltan la belleza de este mar de forma globalizada.
Joseph Conrad: “El mar es como los sueños, una imagen de la vida misma”
4 Comments
Me encanta como has descrito Cabo Sunion. A mi me encantó este lugar y vivi una puesta de sol inolvidable
Mil gracias Merche, es un sitio que para mí es fascinante, adoro ese azul del mar griego, no lo he visto en ningún otro sitio, y adornado con la majestuosidad del templo, crea un lugar totalmente mágico.
Después de leer tu relato, puedo ver las Islas de otro modo. Mi favorita es Santorini, en ningún otro sitio he visto una luz igual.
Preciosas fotografías Gema!!!
Mil gracias Carmen, me alegro mucho de que a través de mi texto hayas podido ver más de estas preciosas islas. Adoro ese mar, para mi, tiene un color que de verdad no lo he encontrado en ningún sitio, es completamente mágico. Muchas gracias por estar aquí.Besos