La ciudad de las muchas caras, parece diseñada por un paisajista ya que ofrece interés en mostrar una panorámica tras otra. Es tan enigmática y hermosa que al pasear por sus calles y admirar sus edificios y bellos monumentos, nos ofrece el placer del descubrimiento y la posibilidad de la sorpresa. Aunque siempre pienso que en todas las ciudades hay que estar dispuesto a extraviarse, a renunciar a un plan, a no cerrar el círculo previsto, es decir, a hacer algo que no pensabas hacer al salir de casa, en esta ciudad esta reflexión toma más valor.
La clave de la ciudad radica en su historia marcada por la alternancia de períodos de gran riqueza y prosperidad, con devastadoras eras de agitación política y social. Situada a orillas de una curva del “Duna”, tal y como como llaman sus habitantes al río Danubio, nos encontramos con la conservadora Buda en el oeste y la cosmopolita Pest al este. La actual ciudad surgió de la unión de las dos partes en 1873, veinticuatro años después de la inauguración del Puente de las Cadenas que finalizó su construcción en 1849 impulsado por el aristócrata István Széchenyi, que fue el verdadero responsable del gran florecimiento urbanístico de la ciudad a finales del siglo XIX.
EL “turbio, sabio y grande” río, tal y como lo describía el poeta Attila József, sitúa a la ciudad en un lugar privilegiado y sus continuas invasiones a lo largo de la historia, le otorgan la categoría de ser la ciudad más hermosa, carismática y genuina del Danubio.
Cuando miro ese río me es imposible no pensar en la novela de Claudio Magris, Danubio, ya que el río es como una metáfora de la vida, la cual fluye como los ríos, que cruza fronteras y tierras, que se mueve tal vez sin prisas, tal vez con fuerza arrebatadora, de la que es difícil decir dónde empezó y cómo acabará, quien se parará en la orillas y cuánto tiempo se quedará.
La París del este, como a muchos de los grandes literatos les gusta llamar, fue celta, romana, otomana, austrohúngara, musulmana y cristiana con una importante presencia judía. Tuvo momentos de esplendor pero también fue destruida en numerosas ocasiones, siendo las últimas en los combates de 1945 y en parte, durante la invasión soviética de 1956. La ciudad ha sido fuerte y ha sabido recomponerse una y otra vez, dejando un marcado carácter en sus gentes, el cual, se ve reflejado en su música y en su gran producción literaria, como decía el ya citado Claudio Magris “(…) las heridas, sensación de abandono y soledad están presentes en todas sus representaciones artísticas”.
Recorrer la ciudad con un libro de cualquiera de sus ilustres escritores es revivir su historia en un maravilloso viaje literario. Adentrándote en los misterios más fascinantes de la ciudad, cuya seña de identidad es la sucesión de varios puentes que nacen y mueren a cada lado de su columna vertebral, recorres la historia reciente del corazón de Europa. Me encantó buscar el puente que representa Julio Cortázar en su cuento literario titulado Lejana.
“Cada instante de la ciudad desafortunada encierra en sí una ciudad afortunada que ni siquiera ella sabe que existe”
Buda es la ciudad medieval, es la que se encierra todos los secretos, por allí han pasado todos y todos han dejado sus huellas. En esta zona encontramos el Barrio del castillo que con sus pequeñas callejuelas empedradas, casas barrocas de cálidas fachadas y un gran número de edificios de diversos estilos artísticos le han llevado a ser reconocido Patrimonio de la Humanidad en 1987. Esta pequeña zona está repleta de rincones preciosos, como por ejemplo uno de los patios del Hotel Hilton, antiguo claustro de un convento medieval. No hay que olvidar la red de cuevas subterráneas formadas por fuentes termales que actualmente muestran por un lado un conjunto variado de exposiciones y por otro el famoso Hospital de la Roca que fue utilizado durante el sitio de Budapest en la II Guerra Mundial y en la Revolución de 1956.
Desde la Plaza de Adam Clark, donde se encuentra el Kilómetro cero se accede al Palacio Real andando o en funicular. El enorme Palacio Real, construido por Bela IV lo convirtió en residencia real a mediados del siglo XIII, a partir de ahí ha sufrido varias reconstrucciones y hoy en día es sede de importantes museos como el Museo de Historia la Galería Nacional Húngara y la Biblioteca Nacional Széchenyi. Además cuenta con numerosos monumentos en el exterior del mismo, tales como: el gigantesco turul (ave totémica en forma de águila) , la estatua ecuestre de Eugenio de Savoya (príncipe que expulsó a los turcos de Hungría), la fuente del rey Matías, la puerta de los Leones, la torre de la Maza y la barbacana.
Llegando a la plaza de Szentháromság se puede visitar la delicada belleza de la Iglesia de San Matías con sus bonitos tejados de mosaico. Tras el altar se encuentra la entrada del Museo de la Iglesia, desde donde se accede a las criptas subterráneas y a su preciosa capilla. En frente encontramos la estatua del rey Esteban y el famoso Bastión de los Pescadores, conocido como el mirador de la colina de Buda ya que ofrece unas impresionantes vistas de Pest. Construido en 1905 por Frigyes Schulek, este bastión neogótico con apariencia medieval toma el nombre del gremio de pescadores que en la Edad Media se ocupaba de la defensa de ese tramo de la muralla del castillo. Está formado por siete torreones blancos que conmemoran a las siete tribus fundadoras que llegaron cruzando los Urales y se asentaron en este lugar. Estas tribus dieron origen a Óbuda, heredera de Aquincum, el primer asentamiento romano cuyo nombre significa “vieja Buda” y donde el emperador y filosofo Marco Aurelio escribió parte de sus Meditaciones en el siglo II. De esta zona no hay que perderse el parque arqueológico de Aquincum, fundada a finales del siglo I.d.C y es la ciudad romana más completa de Hungría y se puede comprobar a través de su museo, de la Casa del pintor y Mitreo y de su anfiteatro civil.
En la colina Gellert cuyo nombre proviene de un obispo llamado Gellért, que según cuenta la leyenda fue tirado montaña abajo en un tonel por convertir a los magiares al cristianismo se encuentra el Monumento a la Libertad y la Ciudadela, fortaleza de los Habsburgo erigida para contener a los magiares tras la revolución de 1848-49. Me encantaron las casitas de colores y sus bonitos patios con esculturas ubicadas en la calle Tancsiscs Mihály.
En las proximidades se hallan algunos de los balnearios más antiguos de la ciudad. Budapest es la única ciudad del mundo con más de 130 manantiales de aguas medicinales con efectos curativos. Ya desde época romana los habitantes de la ciudad aprovechaban esas aguas termales, esto se proliferó con la llegada de los turcos en los siglos XVI y XVII los cuales crearon numerosos baños turcos y fue en el siglo XVIII cuando la emperatriz María Teresa de Habsburgo ordenó que las aguas minerales de la ciudad se analizaran y registraran en un listado con cargo al Tesoro. De todos lo existentes yo destacaría, los Baños Rudas que son un claro ejemplo de la arquitectura otomana y el balneario del célebre hotel Gellért, construido en 1913 con sus salas art nouveau llenas de esculturas y mosaicos, adquiriendo más fama tras la grabación del anuncio de Danone, se dice que bañarse allí es como bañarse en una catedral. También otros como por ejemplo el Király que son de los más antiguos, los Rac, los Lukács o los Veli Bej. Aunque si hay un balneario famoso en la ciudad es el Széchenyi, ubicado en el Parque Municipal detrás de la plaza de los Héroes en la zona de Pest. Se encuentran en un bonito edificio neobarroco de gran monumentalidad que data del año 1927 y donde se ha prestado una especial atención a las estatuas y vidrieras que decoran las paredes. Tiene quince piscinas, tres grandes al aire libre en las que me llamó mucho la atención ver a la gente jugando al ajedrez dentro del agua; de cualquier manera pese a que merece la pena verle a mi me gustan más los pequeños Balnearios donde el momento de relax está asegurado.
Y si se está muy interesado en la historia de comunista no hay que dejar de ir al Memento Park donde se pueden ver más de cuarenta estatuas, bustos y placas de Lenin, Marx, etc., sin duda es un estático desfile al aire libre de glorias comunistas.
Para cruzar a Pest se puede hacer por varios puentes, sin duda el más famoso es el Puente de la cadenas, un trasiego de turistas acompaña día a día a este famoso y tan fotografiado lugar. El puente de la Libertad donde no se parará de ver a jóvenes sentados en el punto más bajo de la curva de cables y planchas tendidas entre las cabezas del mismo.
Hay unas imágenes de los puentes que no hay que perderse y son las que se captan al atardecer cuando el sol empieza a caer iluminando toda la orilla de Pest. Una cosa que me gustó hacer, que en pocas ciudades hago, es coger un barquito al anochecer para pasear por su río. Cuando cae la noche Budapest tiene magia, en el trayecto pude comprobar que la ciudad a lo largo de los años ha sabido aprovechar como la que más el impresionante río Danubio que la penetra y divide a la vez confiriéndole su más íntima personalidad. El rumorear de sus aguas para luego convertirse en murmullo te eclipsa la belleza del majestuoso río cuando se tiñe de tonos dorados gracias a esa elegante iluminación.
Esa instantánea se quedará grabada para siempre en la memoria igual que se queda la despedida solemne y silenciosa de un artista sobre el escenario. Pasear por el Hollywood del Danubio al anochecer es mirar, admirar, comprobar y disfrutar de sus edificios, de la solemne estampa de su Parlamento y de sus gentes que caminan con un sol musical, porque:
“La música es el primer idioma en el que Budapest parece responder al viajero”
Como decía György Konrád “ (…) cuando se admira el Parlamento sobre el Danubio se siente un nudo en la garganta como cuando se abren las cortinas en la ópera y un fantástico escenario emerge de la oscuridad”.
Ahora eso sí, lo que no me esperaba es que en mis paseos nocturnos tuviera compañía. En esas maravillosas estructuras de metal que habitualmente están desiertas cuando llega la noche, habitan unos pequeños seres, bueno no tan pequeños, que suelen permanecer escondidos por el día y que salen a la luz en cuanto cae el sol. Los famosos puentes de la bonita ciudad están plagados de arácnidos, las formas y rincones del puente les sirve de hogar y es impresionante porque aunque al principio pasan desapercibidos una vez que los localizas yo reconozco que ya no podía dejar de mirarlos.
Aquí más que en otras ciudades, la óptica que proporciona el día y la noche a los mismos lugares es completamente diferente, es muy interesante ver el documental creado por el gran fotógrafo francés Greg Florent que durante un viaje de dos meses por la ciudad se le ocurrió documentar su estancia de esa original forma.
En la zona de Pest se encuentra la calle comercial más importante de la ciudad, la peatonal Váci tuca, repleta de almacenes, restaurantes, tiendas, etc., que desemboca en la plaza Vörösmarty ser donde se encuentra la estatua del poeta del siglo XIX Mihály Vörösmarty. Muy cerquita, no hay que perderse uno de los Cafés más elegantes y antiguos de la ciudad, el Café Gerbeaud, fundado por un pastelero suizo en 1884 en cuyos salones, se puede observar todavía esa belleza y elegancia del Imperio Austro-húngaro.
Referente a los cafés cabe decir que son maravillos, son lugares muy concurridos y visitados tanto por los propios húngaros como por los turistas.
Para conocer los aires literarios de Budapest nada mejor, que a través de sus innumerables cafés, como decía Sándor Márai:
“(…) sin cafés no hay literatura”
Empezando por el más antiguo de Budapest, Ruszwurm, ubicado en la colina del Castillo de Buda fue abierto en 1824 y mantiene su revestimiento de madera de cerezo que resultan más bonitos todavía junto a sus maravillosos dulces, no se puede salir de allí sin probar sus mazapanes. Dentro de los más famosos cafés literarios decimonónicos donde se dejaban ver los intelectuales centroeuropeos de más prestigio para debatir y charlar de diferentes asuntos, se encuentra el espectacular New York, convertido en almacén durante la dictadura comunista, pero conserva hoy la decoración del siglo XIX con grandes lámparas y esculturas de bronce. Por este Café han pasado todos los grandes escritores húngaros. El Café Central donde se han reactivado aquellas tertulias de antaño que tanto público literario atraía, hasta el punto de que dos periódicos de gran influencia – El oeste y el Semana – se editaban allí. Encontramos otros como el Múvész con gran esencia bohemia el Eckermann, el Astoria, el Luckács, o el neorrenacentista de la librería Alexandra.
“Mi café es mi castillo” (Koaztolany)
La literatura está muy presente en esta ciudad y no sólo por los autores que han escrito sobre ella sino por el interés que demuestran la mayoría de los húngaros por los libros, de ahí que haya librerías tan bonitas e interesantes.
Pasear por Budapest es pasear de la mano de Patrick Leigh Fermor en su libro Entre los bosques y el agua
La siguiente vez que visite esta ciudad será sin duda en la llamada “Noche de la literatura” que pretende acercar la literatura contemporánea europea al público en general, de una manera innovadora y a través de una serie de lecturas públicas. Cada año está dedicado a autores de países europeos, y lo que se hace es que además de organizar talleres, exposiciones, etc., actores y actrices locales conocidos leen fragmentos de las obras de dichos autores traducidas al húngaro. Esto se realiza tanto en las librerías como en bares e incluso en tiendas de labores, la verdad es que es una de esas cosas que a quienes nos gustan los libros no nos podemos perder. Y si se es gran amante de la literatura, tampoco hay que dejar de visitar el Museo literario Sándor Petõfi , que ocupa el antiguo palacio de los condes Károlyi.
Pero si hay un barrio que destaca de la zona de Pest es sin duda el Parlamento y sus alrededores, cargados de museos, escenarios culturales, grandes iglesias, etc. Con su imponente cúpula roja y sus torres puntiagudas se levanta a orillas del Danubio el majestuoso Parlamento, símbolo de la ciudad. Su lugar no está elegido al azar, al situarlo como contrapunto al Palacio Real se daba a entender que el futuro de la nación residía en la democracia del pueblo y no en las prerrogativas reales.
Su fachada inspirada en el Parlamento británico, abarca desde el Puente de las Cadenas hasta el Puente de Margarita. Posee un interior con grandes vestíbulos, escaleras y salas profundamente decorados con elementos de estilos renacentistas y barrocos. Al pie del Parlamento, encontramos la emotiva obra creada por Gyula Pauer y Can Toga, una sobrecogedora hilera de zapatos en bronce que recuerda las horrorosas ejecuciones de judíos al borde del Danubio que tuvieron lugar entre 1944 y 1945.
En este barrio también encontramos la gran Basílica de San Esteban, la mayor iglesia de la ciudad construida en 1845, aunque no se consagró hasta 1905. La catedral neoclásica, tiene planta de cruz latina y una maravillosa cúpula con estatuas de los cuatro evangelistas en sus nichos. Cabe destacar la capilla de la Santa Diestra que contiene la mano momificada de San Esteban que es el objeto de veneración.
Además encontramos espacios culturales como por ejemplo el Museo etnográfico, la Casa Bedó, la Casa de los Fotógrafos húngaros y el que más me gusta a mí que es la Ópera Nacional de Hungría diseñada en 1884.
El bonito edificio neorrenacentista contiene una fachada decorada con estatuas de las musas y grandes figuras de la ópera y en su interior encontramos una bonitas salas decoradas en mármol. Si no se puede asistir a una representación no hay que perderse su visita porque realmente merece la pena. Está ubicado en la famosa calle Andrassy, cuyo diseño se remonta al año 1872, cuando el gobierno municipal ordenó su construcción con el objetivo de solucionar los graves problemas de tráfico que experimentaba la calle paralela. En esta calle se sitúan lugares tan enigmáticos como el Museo de Franz Liszt, la Academia de Bellas Artes y el teatro de Marionetas en sendos edificios neorrenacentistas de estilo italiano. Situada al final de la Avenida la inconmensurable Plaza de los Héroes fue construida para conmemorar los mil años de historia del pueblo magiar. Justo en el centro podemos encontrar al Arcángel Gabriel sosteniendo la corona santa y la doble cruz del cristianismo. A sus pies, los siete líderes de las tribus magiares. El Museo de Bellas Artes y el Palacio del Arte flanquean el monumento y el Parque municipal Városliget se encuentra justo detrás.
El Barrio judío, la que era una de las zonas más pobres de la ciudad se ha convertido en un animado centro cultural. En la calle Kazinczy utca, conocida como la “calle cultural” se encuentran algunos de los “ruins bar” más famosos y entre edificios en ruinas y otros con aspecto de estarlo se pueden ver galerías de arte alternativas, bares sorprendentes o algunas tiendas vintage. Todavía se pueden ver las fachadas heridas de metralla; desde aquí hasta la zona del cine Corvin estuvieron los últimos focos de resistencia contra los soviéticos.
En este barrio se encuentra la Gran sinagoga construida en 1859 la cual combina los estilos románticos y morisco en sus elementos arquitectónicos. En el piso superior de la llamada “catedral judía” se encuentra el Museo judío de Hungría con gran cantidad de objetos relacionados con la vida religiosa, manuscritos y lápidas del siglo III. Al norte de la sinagoga en el Parque Raoul Wallenberg se encuentra el Árbol de la vida , monumento conmemorativo del Holocausto creado en 1945 y donde se pueden ver los nombres de las víctimas en las hojas metálicas del mismo.
El Museo de la Casa del Terror presenta exposiciones sobre las crudas décadas de represión nazi y comunista. Se encuentra ubicado en la antigua central de la policía secreta. En este barrio además podemos encontrar bonitos edificios de arquitectura nouveau como la Academia Liazt de la Música, el Museo húngaro de la ingeniería eléctrica, Centros de fotografía, etc. Referente a los famosos “ruins bar” cabe decir que gracias a ellos la noche húngara es mucho más marchosa de lo que a primera vista puede parecer. Estos bares situados en locales ruinosos con una decoración ecléctica y a veces muy creativa, tienen un encanto increible. Son buenos ejemplos para tomar un palinka (aguardiente húngaro) o un chupito de Unicum (licor amargo elaborado con 40 hierbas de distintas zonas del país). El primero que se abrió fue el SzimplaKert, pero hay otros realmente curiosos como el CorvinTető (situado en la azotea de una tienda socialista que aunque se puede subir en ascensor, merece la pena subir por las escaleras para ver sus grafitis), el Instant que ocupa todo un complejo de apartamentos y la pista de baile está en medio de una jungla de plantas, muebles de segunda mano e incluso obras de arte) el Durerkert , Filter Club o Tündérgyár son otros que también merecen la pena conocer.
Entre este barrio y el de Belvaros se encuentra un lugar que me encanta que es el Mercado Central levantado en 1897 y construido en 1991 ya que durante la Segunda Guerra mundial fue gravemente dañado. Otros mercados importantes de la ciudad son: el mercado de la plaza Hunvadj, el Nagyesarnok, famoso por vender buenos foigras y por tener en su primera planta un montón de tiendecitas de souvenirs. El Rakczi o el mercado agricola Szimpla que se instala en un pub-ruina cada domingo, etc.
En contraposición a la noche encontramos el remanso de paz en Isla Margarita, ubicada en un meandro del río Danubio de dos km de extensión. La peatonal isla se extiende desde Margit híd a Árpad híd. El nombre de la isla hacer honor a la hija del rey Béla IV, quien vivió en un convento dominico en el siglo XIII, el cual todavía yacen sus ruinas en la ribera este de la isla cerca de los restos de una iglesia franciscana. Aquí también se encuentran esculturas de artistas húngaros y escritores, el teatro al aire libre y un depósito de agua registrado por la UNESCO. Durante los meses estivales, hay conciertos y gran número de bañistas que acuden a la piscina de Hajós Alfréd o de Palatinus.
6 Comments
Una suprema lección de historia, una bella ciudad acojedora donde las haya, volvere sin dudarlo!!
Felicidades por tu maravillosa descripción!
Mil gracias por tus palabras, es una ciudad de esas que aunque hayas ido varias veces siempre quieres volver. Un beso
Tus post , son ese camino que se hace al andar peldaño a peldaño. Si lugar a dudas un manjar, son un festín pantagruelico y opíparo para mi mente, mi Alma y mi corazón, que reconoce el talento y la emoción en el latir de tus palabras
No sabes lo que me gusta Budapest y cómo lo he disfrutado contigo
Mil gracias preciosa, leerte a tí si que es un placer para los sentidos, no sabes lo que me animas siempre. Gracias por tu constante apoyo, eres un amor. Besos
Genial post ,como siempre una maravilla leerte y gracias por trasladarnos a sitios maravillosos.
Mil gracias a ti, es una ciudad que creo que tiene todo. Besos