Varsovia, la ciudad reconstruida…

Según iba adentrándome por las callecitas con un ligero toque medieval, observando edificios con elementos de diferentes épocas arquitectónicas, me daba cuenta de que Varsovia sin duda era una ciudad donde se concentraba una gran vida cultural y según pasaba el tiempo aprecié su gran energía y sus ganas de resurgir. Fue arrasada durante la Segunda Guerra Mundial y su  reconstrucción duró varios años centrándose en la Ciudad Vieja (Stare Miasto), realmente ha quedado preciosa, evoca a una ciudad antigua, así que bonita, pero irreal, aún así esa reconstrucción le ha servido para ser Patrimonio de la Humanidad.
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Lo más destacado de esta zona es la Plaza con una sucesión de casitas de diferentes colores y estilos (renancentistas, barrocas y con elementos góticos y neoclásicos)  y llena de terracitas donde tomas una cerveza baratísima, esa plaza es la comparable a la Plaza Mayor de Madrid, y desde luego una caña en Madrid cuesta más del doble que una cerveza de un litro en Varsovia.
Proseguimos hacia la Catedral de San Juan que es la iglesia más antigua de la ciudad,  cerca de ella nos sorprendió ver en una pequeña plaza a un gran número de personas girar alrededor de algo, nos acercamos y vimos que era una gran campana de bronce del siglo XVII que nunca estuvo colgada en el campanario de ninguna iglesia;  al parecer, dar tres vueltas a su alrededor da buena suerte. Aquí empezamos a ver lo que pudimos comprobar a lo largo de todo el viaje, los polacos eran  además de muy religiosos muy supersticiosos. Estando allí una pareja nos dijo que nos uniéramos a ellos y que no dejáramos de dar las vueltas pues tendríamos muy mala suerte por haber renunciado a ello, así que aunque no somos supersticiosos así lo hicimos; esta pareja nos contó varias cosas en las que ellos creen,  algunas eran conocidas, como el derramar la sal, el gato negro, pero otras eran muy curiosas, cuando ven una monja buscan automáticamente a alguna persona con gafas ya que si no la ves dicen que tendrás un tiempo de mala suerte, al igual que no se cortan nunca el pelo antes de un examen.   Después de la charla tan interesante y de asegurarnos nuestra buena suerte, proseguimos hacia el Castillo Real aunque decidimos no entrar. Su origen fue una fortaleza de madera de los duques de Mazovia en el s. XIV. La ciudad vieja está amurallada, nos acercamos  a ver la exposición que ilustra la historia de las fortificaciones  que exhiben en La Barbacana. Continuamos por la Calle Feta, entrando en la conocida  Ciudad nueva (Nowe Miasto), donde encontramos el Museo de Marie Curie en el nº 16 de dicha calle, la Catedral castrense del ejército, el conocido Monumento al Levantamiento de Varsovia, etc.

Para comer queríamos ir a las famosas “lecherías” pero como estábamos en el centro y la que habíamos visto nos parecía muy turística fuimos al también famoso, pero menos, Restaurante Perogarnia na Bednarskiej a tomar los pierogi rellenos, bien con dulce bien con salado, que al final probamos ambos. La comida polaca por lo general es una comida fuerte, me imagino que su clima les influye, predominan sus platos a base de verduras y hortalizas para hacer sopas y luego comen mucha carne de caza.  De sus platos más conocidos cabe destacar:
Pierogi: Pasta con forma de empanadilla rellena de verduras, queso o carne, también se preparan dulces a bases de mermeladas (están muy buenos)
Kopytka: Especie de gnocchis de papata que se comen solos o con carne, la verdad no me gustan.
Nalesniki: Creppes, los suelen tomar con queso blanco, probé uno de queso con salmón que estaba impresionante.
Tienen gran variedad de sopas, de remolacha, de ajo, tomate, etc., no me gustaron mucho pero a la gente les encanta. Los platos de carne típicos son el schabowe que es cerdo empanado, mielone que es como una hamburguesa de ternera, el Golonka que es el codillo y la Golabki que son bolas de carne de cerdo, ternera o pollo picada con arroz, envueltas en hojas de col.  Tienen mucha fama sus tartas de queso y de manzana (Sernik y Szarlotka respectivamente).

Proseguimos hacia la zona más cultura y comercial de la ciudad. Paseamos por el bulevar hacia Nowy Swiat, donde encontramos  muchas iglesias,  la preciosa Universidad, el Palacio Staszic donde en su puerta encontramos la famosa estatua de Copérnico que es exactamente la misma, ya que se hicieron con el mismo molde, que las que encontramos en Montreal y en Chicago.  Y de ahí el fantástico Museo Fréderic Chopin ubicado en el Palacio Ostrogski de estilo barroco  que me encantó, alberga una exposición a lo largo de quince salas de toda su vida y obra, realmente merece la pena. Tras deleitarnos con un poquito de música nos fuimos a cenar hacia la zona del casco antiguo para verlo iluminado, nos decantamos por el restaurante  Fret a Porter que estaba recomendado en varias guía y en algún blog, y desde luego fue un acierto. Tomamos unos pierogi (empanadillas) de entrantes y después pescado en una entrañable y tranquila terraza. Al salir fuimos paseando hacia la zona de la plaza y nos detuvimos mucho tiempo a escuchar a un chico que tocaba en el centro de la plaza un piano de cola, la verdad es que fue un momento maravilloso, allí sentada escuchando esas piezas con una luz tenue y en ese marco incomparable, fue un momento mágico.

Al día siguiente comenzamos por la zona financiera, viendo el Palacio de la Cultura y la Ciencia, fue un “regalo de amistad” de la Unión Soviética de 231 metros, desde luego los lugareños no le tienen mucho cariño, de toda la gente con la que hablamos todos coincidieron en que no les gustaba nada. En su interior hay un Palacio de congresos, teatros, museos y por la noche se ilumina con focos de colores. Como no podía ser de otra manera fuimos a ver el Fotoplastikon, es un gran tambor rotatorio donde se proyectan fotografías estereoscópicas en 3D, es el único que queda en Europa.
Proseguimos a la zona donde sabíamos que aunque fuera una zona histórica y la queríamos ver, iba a ser durilla, visitamos el Antiguo Gueto judío y su Museo del levantamiento de Varsovia. En 1940 se creó el gueto en Muranow y Mirow, cerrado con un muro de ladrillo de tres metros de altura que fue totalmente destruido en el 1943, actualmente quedan unos vestigios del muro casi inapreciables, que están mezclados con apartamentos. El museo narra la historia del levantamiento desde los combates y la vida cotidiana de los participantes, hasta el terror de la post guerra. Se apoyan en imágines, sonidos y réplicas para hacer lo más real posible la situación que se vivió en esa ciudad. Hay una estatua de metal que atraviesa todos los pisos donde está grabado el calendario del alzamiento y el sonido del latir de un corazón, que se escucha salir de ella, simboliza la vitalidad de la ciudad. En la torre está el muro de la memoria donde hay miles de nombres de los caídos, y también hay una réplica del avión bombardero Liberator B-24J; la verdad es que es un sitio donde se te encoge el alma pero desde luego un lugar que si se visita Varsovia no hay que perderse.
Recorrimos la zona viendo los numerosos monumentos que hay a los héroes del Gueto, el cementerio judio, la famosa UI Prozna, donde se ven sus fachadas de ladrillo rojo sin restaurar, tal y como quedó con el bombardeo. Después de la visita a esta zona había que relajarse un poco así que decidimos irnos hacia un sitio bastante más bonito y agradable que es el Parque Lazienki. Páramos a comer en la “lechería Prasowy» muy conocida porque está en la zona de Jerozolimskie, la comida buena a un precio bajísimo.
El parque  es el gran pulmón de Varsovia, me encantó el Palacio sobre el agua de estilo neoclásico, antigua residencia del rey, en su interior hay unos maravillosos mármoles con escenas de la Metamorfosis de Ovidio.

También encontramos el Anfiteatro de la isla, La casa blanca y el Palacio Belvedere, preciosos jardines y estatuas están a lo largo de todo el ancho y largo del parque. Cuando llegamos al parque, no nos sorprendió oír música clásica cuando íbamos andando, después de ver unos  bancos que hay interactivos que les das a un botón y suena Chopin, nada nos podía sorprender, pero esta vez era diferente, era un concierto al aire libre y encima gratis, al principio me extraño, porque habíamos leído que daban conciertos los domingos pero no en día de diario, así que habíamos tenido suerte con lo cual a disfrutarlo, y la verdad, escuchar piezas del gran intérprete del romanticismo en ese lugar y con un día precioso era un auténtico regalo para los sentidos.

Tras salir del parque totalmente relajados, fuimos a ver otra de las cosas que nunca me pierdo en una ciudad, y son las librerías; de las que ví las que más me gustaron fueron Glowna Ksiegarnia Naukowa y  la Dom Ksiazki, son librerías antiguas, de esas que tienen solera, de las que cuando pasas su puerta entras en un mundo irreal donde buscar los sueños.
De ahí a comer algo y a dormir que al día siguiente teníamos que madrugar ya que queríamos ir al Museo del cártel, fue el  primero que se abrió en el mundo en 1968,  cuenta con una gran colección de cárteles o póster publicitarios. Ubicado en un antiguo picadero que formaba parte del complejo de edificios  del Palacio Wilanow. No pudimos ver todo el museo ya que es bastante grande y no teníamos mucho tiempo, así que nos limitamos a ver sólo los carteles polacos. A la salida un corto paseo por los jardines donde vimos el monumento al soldado desconocido y rápidamente a recoger las mochilas que salía el tren para Cracovia.

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