Indonesia – Isla de Komodo

Sólo pensar que iba a estar cerca de esos «animales prehistóricos» me tenía el corazón en vilo. Llegamos a Labuan Bajo, antiguo puerto de pescadores, reconvertido en un animado centro turístico por ser el punto de partida para visitar el Parque Nacional de Komodo y para disfrutar de las numerosas oportunidades de buceo y snorkel que te ofrece la zona.

La situación geográfica en pleno Cinturón de Fuego del Pacífico es precisamente la razón de su origen, que no es otro que el procedente de las erupciones volcánicas y los movimientos sísmicos. De hecho cuenta con algunos volcanes de no poca altura como el Satalibo, de 735 metros, o el Ara, de 535 metros, a los que gusta subir a los amantes del trekking. El pequeño pueblo no tiene nada salvo servicios para los turistas, alojamientos, restaurantes y muchas agencias para contratar las visitas deseadas a precio de oro. Cuando llegamos vimos un pequeño mercado  y  como no puedo evitar acudir a esos maravillosos lugares donde el intercambio de mercancía viene producido por el ambiente social, pues aquí no podía ser de otra manera. Puestos de fruta, pescados y arroz adornan la pequeña plaza donde está ubicado, están tan acostumbrados al turismo que te hablan inglés y español perfectamente.

Compramos algunas fantásticas frutas y  nos montamos en la que sería nuestra casita durante los próximos días.

   » La riqueza del lugar no sólo se encuentra en tierra sino también en el mundo subacuático»

Comenzamos a navegar y nuestra primera parada sería la conocida Playa rosa,  para ver esos arrecifes de coral llenos de vida. Indonesia es el centro de biodiversidad marina más importante del planeta, donde las especias de los océanos Indico y Pacífico se unen con las propias especies de la zona. Su color es el resultado de la mezcla de la arena blanca y del coral rojo de la zona, que se erosiona con el agua y se mezcla con la arena. Aquí sería el primer sitio donde me arrepentiría profundamente de no haber traído cámara acuática o una carcasa para la mía.
Proseguimos hacia la entrada del Parque Nacional de Komodo para ver si teníamos suerte y veíamos a esos enormes lagartos;  realmente era la razón de estar en ese lugar.

El pequeño pueblo de casas de madera de unas 2000 personas se llaman Kampung Komodo. Podéis escuchar la llamada a la oración,  ya que la religión musulmana es mayoritaria en este lugar. De hecho se dice que sus residentes son descendientes de convictos bugis que fueron exiliados de por vida a la peligrosa isla de los dragones. 

Había leído mucho sobre estos reptiles que pueden alcanzar hasta los tres metros y pesar noventa kilos, y aunque tenía unas ganas inmensas de verles cuando se iba acercando el momento pensé en si no me daría miedo cuando apareciera alguno, pero no, no fue así, me convertí en una inconsciente ya que en numerosas ocasiones me acerqué más de lo que debería haberlo hecho, pero estaba fascinada al tener delante al auténtico dragón.  

Los lugareños conocen a esta especie como Ora, los investigadores como Varanus Komodoensis, su nombre científico. Pero el apelativo que gente utiliza más para denominar a esta criatura es el de Dragón de Komodo. Cualquiera que sea su nombre su presencia es absolutamente real dentro de una serie de islas remotas de Indonesia pertenecientes a la vertiente Oceánica de la Línea trazada por Alfred Russell Wallace en el Siglo XIX. El considerado como el mayor reptil del Planeta habita únicamente las Islas de Komodo, Rinca, Padar y una pequeña parte de la costa occidental de Flores. Sus cerca de tres metros de longitud, sus colmillos afilados, sus fuertes garras y su lengua bífida son algunos rasgos de su temible estampa

Al llegar al Parque puedes elegir entre tres rutas en función de lo que quieras andar y del tiempo, por supuesto escogimos la más larga, teníamos por delante varias horas para buscar a esos depredadores. Aunque había más gente en el parque, como éramos los únicos que habíamos escogido el camino largo, fuimos solos, acompañados  de un ranger que portaba en la mano un palo, que la verdad pensé ¡ Cómo se acerque uno demasiado, este poco va a hacer con eso!. Empezamos el recorrido por el Parque nacional, al principio estaba todo seco y hacia bastante calor, así que pensé que sería complicado ver alguno aparte  de los dos o tres «domésticados» que hay en la entrada para «asegurar la visita del turista«. Pero bueno, estábamos allí y  tenía muchas ganas de cruzarme con alguno que estuviera en total libertad. Nos fuimos encontrando con diferentes animales pero los que realmente quería ver no aparecían; en esta región hay doce clase de serpientes venenosas, pensé ¡seguro que me encuentro con alguna con el miedo que me dan! y claro así fue, vimos varias, unas pequeñas en los árboles y algunas más grandes reptando, a las cuales, por supuesto no me acerqué; nos comentó que las realmente peligrosas eran las víboras azules y la del bambú, pero que era complicado verlas, lo cual, me alegró profundamente .

El ranger según nos contaba el comportamiento de estos fantásticos animales, nos daba pautas para cuando apareciera alguno, nos explicó cómo viven, de qué se alimentan y su arma secreta que es su saliva; una vez que te roza ya no hay manera de escapar, sus sustancias pasas a la sangre y las víctimas mueren por envenenamiento; me pareció curioso saber que los dragones están protegidos contra el veneno de sus semejantes. Aunque estos reptiles pueden nadar distancias cortas, las aguas torrenciales que rodean el grupo de islas forman una barrera infranqueable hacia otras zonas, con lo cual se pueden ver en muy poquitos sitios. Y de repente allí estaba, un gran reptil que me dejó con la boca abierta, estaba andando con una tranquilidad infinita, fuimos hacia él pero el ranger no nos dejó acercarnos mucho ya que decía que toda esa tranquilidad la perdían como se pusieran a correr. No se que sentí, pero desde luego menos miedo de todo, me hubiera encantado que me dejaran tocarles aunque hubiera sido a los amaestrados, pero claro, por supuesto no fue así. A partir de ese momento vimos varios, unos más escondidos, otros en mitad del camino; fue fascinante, como no sabías si iban a aparecer y por donde lo harían, a veces te pegabas grandes sustos, oías un ruido, creías que les tenías cerca y luego era un jabalí,  un bambi o cualquier otro animal; el ranger nos comentó que raramente se acercaban a las personas, salvo cuando alguna mujer se saltaba las normas de entrada y accedían al parque con las menstruación. Si te fijas bien, sus pieles tienen rastros rojizos entre un verde pálido.

El paseo final fue más cercano a la playa, y cual fue nuestra sorpresa cuando vimos que había gente en la playa admirando un precioso ejemplar (foto de entrada al post), claro que si te estás bañando y ves semejante animal nadando a tu lado no se yo si te da tiempo a salir del agua sin que te haya dado algo.

La anécdota más repetida es la del barón suizo Rudolph von Reding, que llegó a la isla en 1974 con un grupo de expedicionarios. Según algunos, quiso tomarse un descanso en solitario, otros cuentan que iba herido. El caso es que, cuando volvieron a buscarle, no encontraron más que las gafas, el sombrero, un zapato o bien la cámara de fotos, variando los objetos según la versión. La cruz que levantaron en su memoria incita a mantenerse alerta. Tampoco hay por qué alarmarse, las excursiones por la isla se realizan siempre en compañía de guardas forestales, vestidos de verde kaki, armados con un largo palo, y acostumbrados al cara a cara con estos insólitos animales. Nadie es admitido en el parque nacional sin su pertinente escolta. Hace unos años, los fascinados turistas contemplaban sin peligro la agresividad con que las imponentes bestias de lengua bífida amarilla y piel como una cota de malla medieval devoraban las cabras que se les arrojaban a las fauces, pero afortunadamente este curioso modo de conseguir ingresos para mantener el parque ha caído en desuso.

Volvimos al barco emocionados ya que al final vimos más de los que pensábamos  ver, así que el día  había sido productivo. Navegamos hacia el lugar donde dormiríamos esa noche, el mismo donde anidan miles de zorros voladores (murciélagos gigantes), pero como habíamos empleado  mucho tiempo en el Parque desgraciadamente llegamos tarde, así que nos perdimos el espectáculo de su vuelo al atardecer. Cenamos en el barco y aunque pensábamos que sería una noche relajada no fue así, había varios barcos alrededor en los cuales había unas fiestas increíbles, así que como no podíamos dormir debido a su música, decidimos que nos uniríamos a una de ellas. El capitán del barco se sorprendió cuando le dijimos que intentara decirle a alguno de los otros capitanes que nos queríamos unir, y como uno de ellos era su amigo, eso hicimos, así que cogimos un pequeño bote y no sólo nos unimos nosotros, sino que el resto de las personas que trabajaban en el barco también lo hicieron, con lo cual, el fin de fiesta fue muy divertido.
Tras dormir muy pocas horas, navegamos hacia la zona donde se pueden ver las Mantas gigantes; no llevábamos bombonas, así que sólo  podíamos hacer snorkel. El capitán nos dijo que el mar estaba muy mal, que había unas corrientes muy fuertes y que eso haría que prácticamente no pudiéramos nadar, pero que si queríamos intentarlo, bajáramos y como en muy poco espacio de tiempo estaríamos lejos, nos mandaría un bote a recogernos. Me lo pensé bastante ya que vi que había varios barcos alrededor y que nadie bajaba, pero una vez más mi emoción pudo a mi razón, y decidí bajar, y ¡en qué hora!. Era realmente imposible nadar, la corriente era de tal fuerza que en escasos minutos estaba tan alejada del barco que pensé ¡decisión equivocada! menos mal que soy tranquila y no tengo miedo al agua porque la vuelta al barco nadando era imposible. Vi que se acercaba un pequeño bote e identifiqué a uno de los muchachos del barco, venía a recogerme, pero era imposible subirme a él, me dijo que ni lo intentara, que me agarrara como pudiera y después de tragar bastante agua, perder las gafas, el tubo y llegar completamente arañada (no se muy bien por qué) conseguí subir al barco, que desde luego tampoco fue fácil. Una vez arriba me tomé un gran zumo de papaya para aliviar el susto, el capitán me dijo que quizá por la tarde el agua se calmaría, así que podíamos esperar si no nos mareábamos mucho con el gran movimiento que producía el viento en esos momentos; pero la verdad, con el rato que tuve me fue suficiente  ¡dos tonterías el mismo día me parecía demasiado! así que le comenté que pusiera rumbo a Labuan Bajo que sería donde pasaríamos la noche,  con el fin de llegar para dar una vuelta por el puerto y ver el atardecer allí.

Al día siguiente madrugamos y nos acercamos a ver Batu Cermin (Cueva de los espejos). Habíamos leído de todo, gente que le había encantado y a otros que decían que no valían nada, como nuestro vuelo salía a media mañana, decidimos acercanos. Están a unos quince minutos del puerto, son agradables pero poco interesantes si se tiene más tiempo para realizar otras visitas. Consta de una sala central grande rodeada de  pequeños espacios, estalagmitas, estalactitas, muchas grietas y muchos murciélagos, la verdad, me resultó más interesante el mercado.

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4 Comentarios

  1. Carmen Ugalde "carugalro" Contestar

    Que bonita aventura Gema y que valiente aunque lo entiendo, yo odio las serpientes y en Egipto tuve una al cuello!
    Precioso viaje y fotos, y el texto muy bien explicado………me encanta!

    • Gema de los Reyes Contestar

      Mil gracias, reconozco que me encantan los animales y tenerles tan cerca me parece increíble, pero lo de las serpientes, uff eso ya es otra cosa. Mil gracias, me encanta que te guste. Besos

  2. Esta increíble es el blog mas interesante que he leído , me encanto ese dragón de komodo, es enorme , gracias por compartir tu blog.

    • Gema de los Reyes Contestar

      Muchísimas gracias Margarita por tus palabras, no sabes lo que me animan a seguir, la verdad es que no tengo mucho tiempo y tengo muchos viajes todavía por subir pero poco a poco lo iré compartiendo con vosotros.
      Komodo es un lugar increíble, estar tan cerca de esos animales me apasionó , al principio pensé que me darían miedo, pero una vez allí la emoción se apoderó de mí y fue un experiencia increíble.
      Mil gracias y buenas noches.

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