El último destino de mi viaje por la costa este fue Miami, para después atravesar los Cayos y llegar a Keywest. Cuando planificaba el viaje sabía que los Cayos me iban a gustar mucho al igual que el Parque Nacional de los Everglades, pero tenía mis dudas en cuanto a Miami, pensé que no me iba a gustar y así fue. No se si no supe encontrar el encanto de la ciudad aún reconociendo que es una ciudad llena de sabores distintos y gente de todas las partes del mundo, no conseguí ver esa parte mágica de la ciudad ni de día y mucho menos de noche.
Nos alojamos en Miami Beach, recuerdo al salir del aeropuerto un calor horroroso y pegajoso como jamás había sentido, así que decidimos irnos a la playa y esperar a que bajase un poco el sol para salir a ver la ciudad. A la primera playa que fuimos fue la conocida Playa de South Beach, larga playa de arena fina y blanca, donde el agua está extremadamente caliente, y nada más entrar ya te llega el agua al cuello, la verdad no me gustó nada , aunque lo que sí es alucinante es la cantidad de kilómetros y la anchura de la playa. Nos habían recomendado la playa llamada Siesta, es una larga playa de arena blanca de cuarzo, con unas aguas totalmente cristalinas, es realmente preciosa, dicen, aunque yo no me quedé a verlo, que los atardeceres en esa playa son inolvidables. Por la noche fuimos a cenar uno de los muchos restaurantes de Ocean Drive y luego a tomar algo para ver el ambiente de la tal conocida Miami beach, y tengo que reconocer que no me gustó nada, así que primer y último día que salí por allí.
Empezamos el día paseando por los diferentes barrios, el Downtown, con sus flamantes rascacielos, Little Havana, cuya vida gira en torno la calle ocho, donde encontramos numerosas tiendas de artesanías, restaurantes chulos y su conocido paseo de la fama. Es un barrio curioso y pintoresco.
El Distrito Art Decó es un zona que comprende gran cantidad de edificios de este movimiento artístico que surgió en 1920, están basados en la geometría elemental, hay muchísimos y muy bien conservados. Comimos en la zona de Bayside Marketplace y por la tarde fuimos a la zona de Coral Gables, y Coconut Grove, una vez más ratifiqué lo que ya sabía, playas muy bonitas, preciosas mansiones, pero todo ello muy lejos de lo que yo busco cuando viajo.
Al día siguiente nos acercamos al Parque Nacional de los Everglades, designado Patrimonio de la Humanidad, Reserva Internacional de la Biosfera y tierras Pantanosas de Importancia Internacional. Es una zona espectacular, sin duda lo que más me gustó de Florida, bueno sin olvidar las compras, ya que Miami es única para hacerse con cositas de grandes firmas a precios muy muy reducidos.
Accedimos al parque y lo primero que me sorprendió es que se podían hacer recorridos en bicicleta, pensé ¡pero si los caimanes están sueltos! Nos dijeron que efectivamente estaban sueltos y que no nos acercáramos mucho a ellos, que normalmente no pasaba nada. Me dejó alucinada la normalidad con la que ellos lo veían, así que dije «si esto es normal para ellos, pues para mi también«, claro que pasé bastante miedo ya que aunque pensaba que era difícil verlos, no es verdad, hay muchísimos y los ves a cada paso que das en los caminos, cerca de los canales. No se si están muy acostumbrados a la gente, pero no tuvimos ningún problema pese a que me acerqué bastante a ellos para conseguir las fotitos; y luego para nada, porque un bonito ejemplar la última noche de vuelta a Miami me dejó sin fotos.
Después de recorrer el camino hasta la torre, volvimos, dejamos las bicicletas, que por cierto no llevan frenos, y fuimos donde habíamos quedado con el señor que manejaría el aerodeslizador, (especie de lancha que funciona con un gran ventilador) para recorrer los humedales y ver cocodrilos y más caimanes. Es muy divertido y diferente a los sitios donde antes había montado, pero si lo único que quieres ver son caimanes desde luego no hace falta, ya que ves muchos en el recorrido en bici; sí es cierto que aquí vimos grandes cocodrilos que no habíamos visto anteriormente. También vimos muchas aves, tortugas, etc. es un sitio espectacular para disfrutar de la naturaleza.
Recorrer la carretera que une Miami con Key West a través de sus treinta y dos islas y cuarenta y dos puentes (zona conocida como Cayos de Florida) era una cosa que quería hacer desde hacia tiempo; me encanta conducir y hay ciertas carreteras con las que disfruto haciéndolo y esta es una de ellas, aunque lo de ir a cincuenta durante tantísimos kilómetros me pone un poco nerviosa; pero pensar que viajas por un camino que limita con las aguas color esmeralda del Golfo de México en un lado y el Oceáno Atlántico por otro, es fascinante.
Desde el primer momento que llegué a la famosa «Isla de Miami» pude apreciar las preciosas casas de estilo Victoriano, tan bien descritas por E. Hemingway o T. Williams. La Little White House o casa del ex presidente Harry S. Truman es un lugar muy visitado en la ciudad, me acerqué para fotografiarla pero no la visité ya que había muchísima gente para entrar y decidí que era prefería pasear por la ciudad o esperar la cola de entrada en la casa de Hemingway que me interesaba bastante más. Además visitamos el Fuerte East Martello que alberga un curioso museo donde se encuentran objetos de la guerra civil, pinturas, esculturas, etc., el Faro, sus mercadillos de alrededor repletos de artesanías y el emblemático punto denominado Conch Republic, que es el punto más próximo a Cuba.
Es un lugar que al llegar la tarde se llena de trípodes y multitud de personas buscando la mejor instantánea de su atardecer, y la verdad es que es fascinante, uno de los mejores atardeceres que he visto; estar sentada en una de las gradas de Mallory Square no tiene precio. No pude parar de hacer fotos, me fui tan contenta ya que había captado muchas instantáneas que me parecían preciosas por la luz existente, lo que no sabía en esos momentos es que gracias a un «bonito y encantadorcocodrilo» me quedaría sin fotos de mi viaje Florida.
Al dia siguiente de camino a Miami, atravesamos Cayo Largo, Isla Morada, Marathon, Big Pine, etc., nos detuvimos en bastantes sitios ya que las aguas invitaban a tomar un baño en esas playas desérticas de arena fina y blanca; comimos en Marathon y después proseguimos para Miami ya que sería la última noche allí y al día siguiente volvíamos a Madrid. Se nos echó la noche, la carretera se hacia pesada ya que como no te puedes pasar de aproximadamente 50 km por hora, tardas muchísimo de un sitio a otro. Cuando bajábamos hacia Key West me llamó la atención la cantidad de señales de tráfico que había en la carretera avisando de «Cuidado, zona de cocodrilos» pensé ¡qué suerte tendríamos si se nos cruzara uno de ellos, sería la foto del viaje!; y lo que no pasó a la ida durante el día, pasó a la vuelta por la noche. Vimos como un cocodrilo o caimán (no se qué era), estaba atravesando la carretera, así que paramos, y claro con cámara en mano me fui al lateral de la carretera para intentar fotografiarle, con tan buena suerte que se me acabó la tarjeta, la intentaba cambiar rápidamente cuando oí decir » No te muevas, pero está pasando otro muy cerca de tí» giré la cabeza y lo ví tan gigante, tan cerca, que del susto que me pegué se me cayó la tarjeta en una zona con agua, ¡claro, a ver quién metía ahí la mano!, ¡por supuesto que yo no!, dejé pasar al «bonito y encantador cocodrilo«, me metí en el coche y creo que hasta pasados dos días no se me quitó el susto de encima, para luego pasar a la rabia que me dio perder mis fotos del viaje ; sólo me quedaron tres o cuatro que hice con una cámara pequeña que en aquellos momentos llevaba pero que realmente prácticamente no utilizaba, y que son las que he puesto aquí.
Me encantaría volver para repetir ese Parque Natural, ese atardecer en Key West y esas playas de los Cayos, pero tengo claro que Miami lo pasaría de largo.
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