La “Isla de los Dioses” engloba todo lo que se puede querer y admirar en un lugar, una cultura excepcional, bonitos paisajes y playas, maravillosos templos, buena comida… desde luego un lugar para perderse.
El animado “pueblo de la artesania” combina lo moderno con lo tradicional, yo lo llamaría el pueblo de la cultura, ya que se puede realizar todo tipo de actividades y adentrarse en las costumbres y cultura balinesa. Ubud se encuentra situado en el corazón de la isla, y presenta ofertas muy tentadoras, desde cursos de cocina, hasta clases de yoga, pasando por fantásticos masajes.
Pasear por sus calles era una auténtica delicia, accedimos al Palacio que comparte espacio con el Pura Saren Agung, contiene grandes figuras de tallas de madera y preciosos rincones ornamentados. Ubud es un auténtico museo, tanto en el interior de sus templos, museos, casas, etc., como en el exterior; sus fachadas, sus tallas de piedra e incluso se pueden encontrar preciosos ejemplos de pinturas balinesas en el Mercado de Anak Aung Gde Sobrat.
Me encantaron sus preciosos rincones, cada callejón era un bonito ejemplo de arquitectura (Jalan Jajeng, Jalan Gautama), descubrimos fantásticas librerías, la del Museo Puri Lukisan, las conocidas Ganesha y Periplus, maravillosos mercadillos cercanos a pequeños templos; y entre paseo y paseo encontramos un lugar que visitaríamos todos las noches que pasamos allí, un centro de masaje con dos chicas encantadoras que te daban unos masajes de pies de una hora por tres euros increíblemente buenos, así que cada día después de estar pateando finalizábamos en ese fantástico lugar.
Los alrededores de Ubud ofrecen preciosos recorridos por campos de arrozales y aldeas cercanas a valles fluviales. A una corta distancia también están las conocidas terrazas de Tegallalang que dibujan el medio de vida de mucho de los habitantes de la isla. Proseguimos hasta Gunung Kawi formado por diez santuarios excavados en la roca que se accede a ellos a través de un bonito paraje y de unas trescientas escaleras. Es un templo que rebosa belleza y majestuosidad, se cree que cada santuario o candi es un monumento a un miembro de la realeza balinesas del s.XI, aunque no hay certeza de eso.
El templo está lleno de lugareños rezando, vendiendo comida, recogiendo cocos, etc. Hubo dos momentos que me encantaron, uno de ellos fue ver cómo los hombres trepaban por esas largos troncos de los cocoteros y gritaban al paso de la gente para que tuviéramos cuidado con los duros frutos que dejaban caer, y el otro que jamás olvidaré, fue cuando vi a una niña que estaba buscando qué comprar en un pequeño puesto con el poco dinero que tenía; al verme coger unas coca colas y una bolsa de patatas fritas las miró con una cara de esas que no hace falta que diga nada, le compré una y se la dí, se sentó, miró hacia el cielo y me dijo » Estoy buscando un rayo de sol para iluminar tu vida«, esa mirada y esas palabras jamás podré olvidarlas.
Continuamos nuestro camino por al norte de Tampaksiring hacia el templo hindú Tirta Empul (Arroyo claro como el cristal), donde los balineses rinden culto al Dios Indra; es famoso por sus manantiales sagrados, se cree que es agua bendita que se utiliza para la purificación.
El agua brota desde una gran pileta y conducida por canalones llega a una piscina a través de doce fuentes donde los fieles se bañan y rezan, e incluso alguno de ellos llenan garrafas para llevarse el agua a sus casas, tras depositar unas ofrendas en los laterales de la misma. En las cercanías del santuario existen otras dos piscinas más pequeñas alimentadas por el mismo manantial. Es increíble ver como los feligreses te invitan a purificarte con ellos, incluso dejándote un sarong para poder entrar ya que hay que mantener una vestimenta apropiada para poder acceder al interior de la piscina.
Proseguimos el camino ya que esa tarde y queríamos ver dos famosos templos y además parar para ver el Gunung Batur , que actualmente está activo, desde la zona de Penelokan y Kintamani. Habíamos mirado para hacer un trekking por el volcán, pero llevaba unos días cerrado ya que había habido movimientos internos y no era seguro, así que nos tuvimos que conformar con verlo desde lejos.
Continuamos hasta Pura Besakih conocido como el Templo madre, es un gran espacio compuesto por veintitrés templos independientes pero relacionados entre sí, de los cuales Pura Penataran Aung es el más grande e importante. En este templo fue donde sentimos que nos querían engañar continuamente, primero quisieron convencernos de que había que pagar más de lo estipulado, después de que no podríamos entrar sin guía, más tarde en cada templo que estaba cerrado intentaban pedirnos un dineral por verlo, vamos intentaron todo, pero como ya habíamos leído lo que pasaba no consiguieron nada, salvo estropearnos algunos momentos preciosos que tuvimos allí, porque fue el único lugar en Bali donde llegaron a ser pesados.
La situación fue totalmente diferente en Pura Keen, además de verlo completamente solos, ni nos hicieron pagar y además una persona que había acudido al templo a rezar nos estuvo explicando el templo muy amablemente sin pedirnos nada a cambio. Es el templo oficial del reino de Bangli, se halla enclavado en la ladera y posee fantásticas escaleras ornamentadas, un altar con doce techos además de otros altares con tronos a la trinidad hindú: Brahma, Shiva y Visnu.
Volvimos a Ubud soñando con ese masajito de pies que nos estaba esperando, y a descansar ya que al día siguiente había planificado un día con un itinerario muy ajustado, ya que íbamos con hora porque queríamos ver el atardecer en Tanah Lot.
Salimos con dirección a Pura Taman Ayun que significa «hermoso jardín» , situado entre árboles y estanques, es un lugar donde se respira una paz increíble. Tras pasar la preciosa puerta de acceso como ya estábamos acostumbrados a ver en templos anteriores, surgen senderos, estanques, fuentes, y lo que más te llama la atención es la limpieza, el orden, el verdor de su césped, es un lugar donde respiras una paz increíble, así que después de disfrutar mucho en él, continuamos hacia el famoso Pura Tulum Danu Bratan. Sobre pequeñas islas del lago Bratan se levanta el precioso Pura Ulun Danu dedicado a la Diosa del agua Dewi Danu. Encontramos una niebla que envolvía al templo dándole un toque misterioso, que se rompía, pero con mucho encanto, con un gran número de personas con los atuendos balineses (camisa blanca y sarong) portando herramientas; se trataba de una ceremonia, no hay que olvidar que este es el lugar de peregrinación de los campesinos, al cual, acuden a pedir agua para sus cultivos y a cambio le dan una ofrenda de flores y frutas. Pero si al principio me encantó, más tarde me fascinó, llegó una familia dirigiéndose muy rápidamente a un pequeño templo que no estaba abierto al público, no pude más que acercarme, es el problema de los curiosos, no lo podemos evitar, así que me situé cerca de ellos y les pedí que me dejaran entrar a realizar unas fotos; al principio me dijeron que sólo me dejarían unos momentos porque iban a comenzar un ritual muy íntimo, pero al final, muy amablemente me dejaron permanecer tras ellos mientras que rezaban en voz alta a la Diosa. Fue un momento único y entrañable.
Empezaba a subir la temperatura, así que mejor momento imposible para ir hacia la zona donde se encontraba la Cascada Git Git, además al ser un día de diario, entendíamos que no nos encontraríamos con mucha gente en ella. La zona cuenta con varios saltos de agua, uno de ellos, está ubicado entre frondosos árboles donde difícilmente llega el el sol, formándose unas piscinas naturales con un agua cristalina donde los niños juegan a ser «Tarzán» y pasar de un lado a otro sin mojarse. Y el otro precioso lugar, es una cascada que hay en la zona inferior, que se accede a ella a través de unos caminos, donde te vas encontrando altares dedicados a diferentes deidades. Estuvimos durante un gran espacio de tiempo, ya que el paseo era muy agradable y aprovechamos a bañarnos y a jugar un ratito con los niños que había en la zona, que tras quitarse el calor, volvieron a sus quehaceres diarios.
Me sorprendió mucho ver tantas tiendas de souvenirs en un lugar donde a priori no es muy turístico, de hecho, no nos encontramos con ningún turista durante el tiempo que estuvimos allí.
Proseguimos nuestro camino en busca de esos paisajes que tanto habíamos visto, los Lagos Buyan y Tamblingan, los cuales, están al fondo de una carretera que bordea un antiguo cráter; paramos en un par de miradores con bonitas vistas sobre ellos.
A continuación recorrimos por unas carreteras llenas de curvas unos preciosos parajes, grandes bosques junto con preciosos campos de arroz, y así llegamos a una de las maravillosas fotografías que te devuelve Bali, los arrozales de Jatilowih declaradas por la UNESCO, y eso que por la época en la que fuimos no tenían ese verde que acostumbramos a ver en las fotos de esta zona, pero desde luego son unas imágenes que me encantaron.
Como íbamos bien de tiempo, paramos en el Pura Luhur Batukaru, uno de los nueve templos que protege la isla contra los espíritus malignos.
Esta zona no es muy visitada por los turistas por su ubicación (situado en la ladera del monte Batukaru), pero sí es muy conocida por sus retiros espirituales y sus sesiones de yoga, ¡cómo me hubiera gustado ver atardecer ahí en plena sesión de yoga! pero como todo no puede ser, mi prioridad era ver atardecer en Tanah Lot. Para los balineses es un templo muy sagrado, de hecho, hubo varios jardines de los alrededores del mismo que no pudimos visitar por estar cerrados al público, ya que se utilizan únicamente en caso de ceremonias, por su gran connotación religiosa.
Nunca pensé que nos costaría llegar tanto al Templo de Tanah Lot, las caravanas para entrar son enormes, nunca había visto ese gran número de personas paradas con tanto trípode y con tanta cámara de fotos para ver un atardecer. La verdad me parecía una locura, aunque según pasaban los minutos entendía que hubiera esa gente y mucha más; el «Sunset Tanah Lot» es una auténtica maravilla, hasta ese momento nunca había sido muy de atardeceres, no me habían llamado la atención mucho, pero desde que estuve en Indonesia reconozco que a veces busco esas horas donde el sol se esconde para ir en busca de alguna bonita captura. Primero nos situamos en la parte de arriba para ver cómo se alejaba el sol, y después bajamos a la playa para conseguir los últimos rayos que se colaban por el hueco de la roca. Disfrutar del atardecer es un momento, es un ratito donde tu mirada ve algo increíble y procesa algo más lentamente, al final «un atardecer es como un viaje, si esperas demasiado te lo pierdes«.
Y sin esperar salimos lo antes que pudimos del Templo para no tener demasiada caravana ya que teníamos que volver a Ubud y más o menos eran dos horas de trayecto.
Llegaba nuestro último día en Bali, y lo teníamos planificado bastante más relajado. Nos dirigimos hacia Seminyak, estuvimos muy poco tiempo ya que es una zona con numerosas tiendas de ropa, restaurantes y bares y la verdad no nos interesaba mucho. Nos acercamos a la playa de Kuta donde nos entretuvimos viendo el paraíso de los surferos, paseando y observando la zona más turística de la isla, para proseguir a relajarnos en alguna pequeña playita donde no hubiera tantísima gente. Paramos por bonitas playas como por ejemplo la Playa Karma, es privada donde la entrada cuesta 25 dólares, pero como íbamos sólo a verla nos dejaron pasar sin pagar. Nuestra idea era ir a conocer también la famosa Playa de Padang Padang donde se rodó la película de Come, reza, ama, pero no quedarnos allí, ya que decían que estaba siempre muy masificada, pero debido a que era un día de diario, había muy poca gente, así que decidimos quedarnos allí un ratito y poder disfrutar del sol y de una cervecita fresquita.
Por la tarde nos acercamos a ver el famoso Pura Luhur Ulu Watu, donde una vez más me encuentro con mis queridos amigos los monos haciendo de las suyas. Presenciamos como quitaban un zapatito a un bebe que lo llevaba su madre en brazos, la verdad, porque la madre era muy tranquila y debía de estar acostumbrada porque a mi me pareció un situación horrorosa y a mí me hubiera puesto nerviosísima. El templo tiene unas vistas fantásticas, es un lugar muy agradable si no fuera por esos peludos que no dejan de incordiarte para quitarte todo lo que puedan.
Habíamos pensado quedarnos a ver atardecer en el templo o en alguno de los tantos chiringuitos que había por los acantilados, pero el conductor no se encontraba demasiado bien, así que cuando empezaba a caer el sol le dijimos que nos fuéramos hacia Ubud, que ya habíamos tenido nuestro precioso «Sunset» en Tanah Lot.
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