Hacia la hermosa costa dálmata

Múltiples testimonios cuentan la existencia y el interés cultural que desde la antigüedad genera el país que ha sido abatido por ejércitos invasores, intercambiando y dividido entre imperios y recompuesto con un gran empuje turístico, gracias a sus acantilados, aguas cristalinas, parques naturales, atrayentes islas y pueblos Patrimonio de la Humanidad. 

En los últimos años, el litoral croata se ha convertido en uno de los destinos de moda para los motoristas europeos, ya que su E65 ofrece grandes vistas al Adriático, que junto a sus cadenas montañosas con carreteras sinuosas y serpenteantes hacen un destino difícil de ignorar.  Ya hablaban de la región los cronistas griegos y romanos, a través de grandes viajeros como Herodoto en su obra Historia. 

Aunque culturalmente el país de las mil islas ha existido durante siglos, debe su autonomía a la independencia obtenida a principios de los años noventa, dentro del proceso de desmembramiento de lo que fue la antigua Yugoslavia. 

Comenzando por el sur de Dalmacio encontramos la región de Konavle, la cual, constituye una estrecha franja situada entre la montaña Snijeznica y el Mar Adriático. Tierra de belleza natural y de contrastes donde aún hoy se puede sentir el espíritu del pasado y la experiencia de las antiguas tradiciones, de ahí que se diga que esta zona es “el Mediterráneo como era antes”. 

La gran joya que mira al Adriático es Cavtat que además de ofrecer un gran patrimonio histórico cultural como su Palacio del conde, o de la casa del gran pintor Vlaho Bukovac, sirve de balcón para contemplar esas aguas de azul ópalo convertidas en azul turquesa cuando el sol radia sus rayos, sin olvidar, que en esta zona y la de Molunat se encuentran yacimientos submarinos que al eran casi dos mil ánforas y restos arqueológicos de los siglos I a.C y II d.C así como algunos pecios hundidos de épocas de guerra. 

Recorrer las bonitas carreteas entre tierras fértiles y molinos de agua es sin duda una de sus atractivos, ya que además es una de las zonas menos transitadas a nivel turístico. 

Ascendiendo hacia e norte y rodeada por las aguas de color zafiro del Adriático tal y como la bautizó Lord Byron Con sus más de dos kilómetros de perímetro, las murallas del gran reclamo turístico del país, fueron construidas en el siglo X, permaneciendo como el sistema fortificado mejor conservado del mundo mediterráneo. 

Masas de turistas se dejan arrastrar por la calle de Stradum en busca de esa foto de la torre del reloj, Iglesia de San Blas, el monasterio franciscano, pero sobre todo, del Palacio del Rector, usado como sede del gobierno y residencia del gobernante de la República, que alberga hoy un museo. 

La antigua ciudad de altos muros y tejados rojizos que brillan con el sol ardiente de la costa, parece más un decorado de la gran pantalla que una ciudad repleta de joyas medievales.  Aunque no cabe duda de que es una  verdadera joya, “un paraíso en la tierra” como la definió B Bernard Shaw, para mi cuenta con un excesivo y exigido marco estético, que lleva a sus extremos ya que es la ciudad que ha promovido en estos últimos años el turismo cinematográfico. Conociéndose ya como la “capital de los siete reinos” ha sido el epicentro de muchas de las escenas de Juego de tronos. Para los amantes de la fotografía y de las buenas vistas, nada mejor que ascender por una pequeña carretera por encima del casco antiguo hasta e ruinoso fuerte napoleónico, para contemplar como si de una maqueta o ilustración de un libro se tratara, Dubrovnik, Lokrum con las islas Elafiti en el horizonte.

“Quería ver a toda costa ese fulgor efímero de Dubrovnik, por lo que durante horas miraba fijamente el espejo (…). Cuanto le conté al abuelo mi visión, me contempló con recelo y desconfianza (…), pero luego me miró atentamente a los ojos y dijo con voz enigmática: ahora yo también veo un pedacito de la ciudad en tus ojos”

Ascendiendo por la famosa carretera de la costa, con buen asfalto y grandes curvas nos adentramos a la península de Peljesac para detenernos primeramente en las murallas de Ston. La importancia económica de la industria de la sal condujo en 1333 la construcción de segunda fortificación más larga del mundo, que cruza todo el istmo y que conecta con tierra firme. Conducir por esa sinuosa carretera es un placer para los sentidos, no hay que perderse la autenticidad de la rústica taberna Domanoeta y continuar hasta Orebic para admirar esa costa llena de casas y jardines cuya vista tienen la bonita isla de Korcula. 

La isla que vio nacer a Marco Polo fue en toros tiempos parte de muchos otros reinos y países. Entre ellos, una parte de la República de Venecia. En el mismo pueblo pesquero de Korkula, caminando entre las estrechas calles se puede ver “La casa de Marco Polo”. La isla ofrece grandes bosques de pinos, abetos y otras muchas especies de flora que hacen su presencia junto a la carretera que transcurre hasta Vela Luka, donde se puede coger un ferry para ir a las idílicas islas de Proizd y Osjak o a la divertida Hvar y aprovechar para leer Viaje a mi país inexistente de Tamara Djermanovic, que cuenta con nostalgia los ejes principales de su país de origen (Yugoslavia) incorporando interesantes entrevistas de locales palmando así tanto el paso del tiempo como acciones ocurridas hasta ese momento. 

Para volver de Korkula a la pensínsula ya no hay que pasar por suelo bosnio. En la península de Peljesac este pasado julio inaugurado un puente que da acceso a tierra firme el cual atravesó para adentrarme en el precioso Parque Natural de Biokovo. El parque que cuenta con más de cien especies de aves, veinte especies de reptiles y más de trece especies de murciélagos, ofrece una panorámica difícil de olvidar. Con sus aproximadamente treinta kilometros, la subida al pico Sv.Jure es una autentica delicia. Creado como parque natural en 1981 incluye el macizo montañoso desde el paso de montaña Dupci hasta Gornje Igrane. Sus constantes contrastes hacen de su recorrido un increíble paseo que sólo se ve alterado cuando en algunas curvas cerradas te encuentras algún coche que va admirando el paisaje. Paa ellos, están limitadas las subidas y bajadas por franjas horarias, pero con las motos se accede libremente. No hay que olvidar detenerse en el Skywalk, mirador de vidrio desde donde se obtienen fantásticas vistas. 

Continuamos por la carretera de la costa que nos sirve de ruta para ir ascendido hacia Split. Pasamos lugares como Makarska, localidad turística por sus grandes playas y complejos hoteleros Ofis, legendaria guarida de piratas que se encuentra en la desembocadura del río Cetina, al final de un bonito pintoresco cañón con paredes verticales de roca gris con picos montañosos como telón de fondo. Aquí se degusta una peculiaridad gastronómica de productos asados “a la pena” es decir, en horno a fuego lento bajo una tapa metálica abovedada. Varios restaurantes junto al rio ofrecen también otras originalidad culinarias como gigantesca ranas fritas.

Split, gran aposento colectivo, es segunda urbe del pais en orden de población y es la ciudad que más sobresale históricamente hablando, ya que fue este lugar el elegido por el emperrado romano Diocleciano para erigir su palacio de retiro cuando abandono su vida política. Aunque actualmente no se conserva al completo el recinto ocupa gran parte de al ciudad. Callejones, viviendas, tiendas, bares, cafés todos viven en el palacio.

Desde Split se puede acceder a varios lugares, la isla de Brac para conocer la más grande de la Dalmacio central con espectaculares paisajes de acantilados y playas de aguas cristalinas. Aquí se encuentra la más fotografiada playa del país Zltni Rat, es como una lengua que se adentra unos cuatrocientos metros en el mar. En las montañas al noreste de Split s encuentran las ruinas de la antigua ciudad de Salona con gran importancia arqueológica. Dominando la cima del valle encontramos la Fortaleza de Klis extendida a lo largo de un peñasco de caliza. 

Trogir, la gran joya medieval del Adriatico. Del origen de la pequeña ciudad quedan vestigios de casi todos los tiempos, desde cuando los gritos la llamaron Tragyrion hasta la época en al que fue conquistada pro los venecianos a los que se debe la mayor parte del esplendor monumental que llevo a la UNESCO a considerarla Patrimonio Histórico de la Humanidad. Para ver más sobre Trogir pulsar aquí

Sibenik con su fantástico centro medieval cuyo blanco reluciente se refleja en las aguas de la bahía. Pero si hay un lugar que no hay que perderse en su interior son los Alpes Dinámicos, que se extienden a lo largo de la frontera con Bosnia y Herzegovina. Las montañas son escarpadas y rocosas, el paisaje cambia rápidamente de imponentes acantilados a picos barridos por el viento y hermanos valles. Ahí se encuentra Knin, una pequeña estación de esquí con alojamientos especial para motoristas y una excelente gastronomía local. La revirada carretera no siempre es buena, abundan los baches pero es tan divertida y cruza bosques tan encantados que desde luego bien merece una rutina. 

En cuanto a parques naturales se refiere, Croacia tiene varios, pero yo destacaría El Parque Nacional de Krka famosa por sus extrañas y maravillosas formaciones rocosas naturales y cascadas que parecen sacadas de un cuento de hadas y Parque Nacional de los Lagos de Plitvice donde se pueden admirar altas y ruidosas cascadas que finalizan en cristalinas aguas formando verdades espejos de agua. Sobre estos lagos hay varias publicaciones pero la mejor sin duda es la que publica el mismo parque en varios idiomas. Alrededor de los parques hay numerosas zonas de tierras fértiles donde Mile Budak se inspiró para crear obras como La floración del cerezo o El corazón de Mile de gran trascendencia social rural. 

Y con estos parajes de ensueño llegamos a Zadar, ciudad que contiene ruinas romanas, iglesias medievales y dos grandes atracciones turísticas del arquitecto local Nikola Vasic. 

El órgano del mar construido en el interior de una escalera de piedra perforada que baja hasta el mar y que consta de un sistema de tubos y silbatos que emiten suspiros cuando el movimiento del mar empuja el aire a través de ellos y un circulo de veintidós metros de anchura insertado en el suelo cubierto de placas de vidrio que recogen energía solar y crean un espectáculo de luces que pretenden reproducir una simulación del sistema solar. 

Seguimos ascendiendo por nuestra conocida E65 y ya dejando la costa dálmata nos introducimos en la maravillosa península de Istria, mucho menos transitada que la costa dálmata pero que encierra grandes tesoros tanto naturales como arquitectónicos. 

Aquí se pueden admirar sus montes ondulantes, sus llanuras fértiles y lugares como Hum, Motovun, la fascinante Rovinj o su gran joya, la ciudad de Pula, que con sus rica arquitectura romana (anfiteatro y el templo Augusto) la convierte en el centro de todas las visitas tal y como señala Dario Albero en su obra Istria, historia, arte y cultura. 

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