¿Quién no ha querido ir a Egipto cuando estudiábamos esas preciosas pirámides en los libros de texto? Este viaje era uno de los lugares al que siempre había querido ir y desde luego no me defraudó.
Comenzamos el viaje haciendo un crucerito por el Nilo, cogimos la nave en Luxor, y allí comenzamos nuestras visitas. Tebas, la ciudad del dios Amón, fue la capital de Egipto en tiempos de los imperios medio y nuevo. El lugar comprende los templos de Karnak y Luxor, Valle de los Reyes y Valle de las Reinas.
A primera hora fuimos al Valle de los Reyes, es la necrópolis de Egipto donde se encuentran inhumados muchos de los faraones del Imperio Nuevo, puedes acceder a varias tumbas incluida la de Tutankhamon, aunque para esta necesitas una entrada independiente, y la verdad no tiene nada especial, que no encuentres en otras. En el interior de las tumbas no dejan hacer fotos, en aquel momento estaba muy vigilado el tema porque en días anteriores según nos contó muy amablemente uno de los vigilantes, unos turistas estropearon algo y no te dejaban casi ni respirar. El joven vigilante nos enseñó a mirar los relieves de diferente manera, nos leyó algunos jeroglíficos que por mucho que yo me había estudiado sus símbolos no era capaz de entender algunos de ellos, y además acabó enseñándome a ponerme un pañuelo egipcio en la cabeza como llevan ellos y a dejarme hacer una foto de un relieve, la verdad es que la visita fue de lo más agradable, pese a que al principio no pintaba bien con tanto control. Después fuimos al Valle de las Reinas donde están enterradas las espinas reales de la XIX y XX dinastías, en esta necrópolis fueron encontradas hasta ochenta tumbas. Al fondo del Valle, se dispuso una estrecha garganta que simboliza la matriz de la diosa Hator, dma de las estrellas y dueña del nuevo nacimiento. Durante las lluvias, en la gruta se formaba una cascada donde se evocaba la llegada del agua celeste que transforma la muerte en eternidad.
Continuamos al famoso Templo de la reina Hatshepsut, conocido como Deir el Bahari, que significa “monasterio del norte”. Construido con bloques de piedra caliza local blanca, está compuesto por un templo bajo, calzada y organizado en tres niveles mediante terrazas superpuestas sostenidas por pórticos y tres patios. En la pared norte del templo se puede visualizar la historia del nacimiento divino de la reina.
Al salir del templo nos dirigimos a ver los famosos colosos de Memnón que son dos grandes estatuas sedentes, con las manos apoyadas en las rodillas y su mirada se dirige hacia el Este (dirección Nilo y al Sol naciente) de piedra que representan al faraón Amenhotep III ubicadas frente a la ciudad de Luxor.
Al día siguiente, comenzamos en el Templo de Karnak, es el templo más grande de Egipto y consta de tres centros separados, construido por múltiples faraones entre los años 2200 y 360 a.C. El recinto está precedido por la Avenida de las esfinges formada por cuarenta esfinges con cabeza de carnero construidas por orden de Ramsés II que unen el templo de Karnak con el de Luxor. En su interior se puede ver el templo de Amón que es el más grande, templos menores (Montu, Mut) , capillas, etc., pero si hay algo que destaca es la sala hipóstila con 134 columnas de 23 metros de altura cuya decoración revelaba el nombre de las divinidades a las que la figura del faraón consagraba ofrendas, sus capiteles tienen forma de papiros. Encontramos el obelisco de Tutmosis I con veintitrés metros de altura. Este templo cuenta con un gran lago sagrado de 120 metros que según los textos es donde los sacerdotes cumplían los ritos nocturnos.El Templo de Luxor, construido bajo Amenhotep III y Ramsés II, es el monumento más destacable de la ciudad de Luxor. La construcción inicial no se separa de las construcciones clásicas , con un patio, sala hipóstila, vestíbulo y santuario, aunque después fueron añadidas por ejemplo los colosos y los obeliscos. Lo más conocido son sus dos estatuas sedentes de Ramsés II a la entrada del templo, construidas en granito y con una altura de 15.6 metros, y decoradas con imágenes de prisioneros que representan los nueve pueblos conquistados por Egipto. La reina Nefertari aparece a cada lado del trono.
En Edfu encontramos el templo dedicado al Dios Halcón Horus y es uno de los mejor conservados, además de ser uno de los cuatro templos donde suceden los acontecimientos de la leyenda de Osiris e Isis, padres de Horus. Construido entre los siglos 237 y 57 a.C. representa la típica construcción de los templos con el pilono, el patio peristilo con columnas de diferentes capiteles, dos salas hipóstilas, cámara de ofrendas, sala central y santuario el cual está casi desprovisto de luz. Tiene unos magníficos relieves, algunos de ellos policromos, donde se representan escenas cotidianas, ofrendas, etc.
Proseguimos hasta Kom Ombo, templo dedicado a Sobek (cuerpo humano y cabeza de cocodrilo) y a Horus. Construido entre 1350 y 180 a.C. por orden de Ramsés II. Su construcción es especial, ya que en realidad son dos templos simétricos, con dos entradas diferentes pero luego comunicados entre sí. Lo más destacado de este templo es la preciosa sala hipóstila exterior, con quince columnas con capitales florales y una cornisa decorada. Las bases de las columnas llevan el lirio heráldico del Alto Egipto y el símbolo de papiro del delta del Nilo. Cabe destacar también que cerca de la entrada, en la denominada capilla de Hathor, se pueden encontrar tres momias de cocodrilo muy bien conservadas. Después nos acercamos a la villa agrícola, que es muy pequeña pero muy entrañable, ya que cuenta con numerosos puestos de frutas, frutos secos, algún mercadillo de souvenirs, etc. y de ahí al barco ya que continuábamos hacia Assuán. Desde Assuan fuímos a visitar el Templo de Philae, que se accede a él en una pequeña barca ya que está situado en una isla. Este templo estaba situado originalmente sobre la isla que lleva su nombre y trasladado en época moderna a la isla de Egelika. El templo está dedicado a Isis y es de forma irregular debido a que tuvo que adaptarse a las características geológicas del subsuelo granítico de la isla. Después fuimos a ver la gran presa y el obelisco inacabado (por ser demasiado grande) a una cantera de granito y nos acercamos a un pueblo nubio, que pese a que estaba bien, era excesivamente turístico, pero bueno, el paseíto en camello fue divertido hasta que adelantamos a un grupo de turistas que iban en un viaje organizado y uno de sus camellos se enfadó con el mío y empezaron a “chillar”, correr y no fui al suelo de milagro, por mucho que intentaba tranquilizarle creo que le alteraba más, al final se tranquilizaron y todo quedó en un susto, pero entre lo poco que me gustan los camellos y el incidente no he vuelto a montar en ninguno. Volvimos a media tarde para ver el atardecer sobre la faluca en el bonito Nilo. Después del susto que mejor que tomar un te de hibisco que lo hacen fantásticamente bien con una pipa de ese característico tabaco de manzana, y pasear por sus calles de tiendas en las que compramos algunas figuras tras un buen rato de regateo.
La visita a Abu Simbel (conocido como el Templo de Riamsese-Meryamun) la realizamos por carretera, salimos a las 3:30 de la mañana y todos los turistas juntos en lo que llaman ellos Convoy ya que vas custodiado por el ejército. El viaje dura como tres horas, así que cogí la almohada y fui durmiendo hasta el amanecer. Fue construido por Ramsés II a principio de su reinado. El templo se encontraba totalmente recubierto por la arena hasta el año 1813 cuando se encontró el busto de uno de los colosos; entre 1964 y 1968 fue desmontado y trasladado desde su emplazamiento original por las obras de la presa de Assuán. Los templos forman parte del Museo al Aire Librre de Nubia y Asuán, complejo que fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1979. El templo se abre con un pórtico que conduce a un atrio y una terraza, donde se encuentra la maravillosa fachada de 35 metros de anchura y 30 metros de altura y en al que están los cuatro conocidos colosos sedentes de Ramsés II de más de 20 metros de altura. Entre las piedras de los colosos encontramos pequeñas figuras que representan a sus parientes. La construcción fue planificada para que dos veces al año, cuando el sol salía por el horizonte sus rayos penetrasen por la puerta y tras proyectarse en la gran sala de ocho columnas, la segunda, el vestíbulo y el santuario incidían en las cuatro estatuas del nicho de la parte posterior que se iluminaban por completo.
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