De Stonehenge a Canterbury

Entrar en Stonehenge era volver a la niñez cuando un día tras otro realizaba figuras de plastelina imitando esas piedras que soñaba un día tocar. Como ocurre con todos los sentidos, las sensaciones del tacto se generan en nuestro cerebro y mi cabeza lo que decía, es ¡Quiero ir ahí! 

Y allí me encontraba, frente a ese monumento que aunque es un símbolo imperecedero del misterio, realmente fue construido como templo entre el 3.000 a.C y el 1.600 a.C. 

En sus orígenes, el templo estaba formado por un foso con un terraplén circular dentro de los cuales se ubicaba un círculo de postes verticales de madera; más tarde, desaparecieron estas estructuras y aparecieron las de piedra, las cuales, se modificaban para componer diferentes configuraciones. 

Formado por piedras de gran tamaño denominadas “de sarsen” y de menor tamaño denominadas “piedras azules” a diferencia de otros templos donde las piedras se colocan sin más, en Stonehenge las piedras de sarsen se recortaban cuidadosamente, a veces, con el fin de producir bloques rectangulares con una clara definición, o simplemente, para ser unidas entre sí y que tuvieran un encaje perfecto. 

Actualmente se pueden ver los restos de su configuración final: cuatro estructuras concéntricas, dos círculos y dos herraduras. De los círculos permanecen diecisiete bloques, cinco dinteles en el exterior y más de sesenta piedras azules en el interior y de sus herraduras destaca las más impresionante, llamadas trilitos

El templo fue construido como un templo al sol y paso de las estaciones, alineado con gran precisión para marcar los solsticios del verano y del invierno. Actualmente cada 21 de junio las comunidades druidas y paganas, acuden para ver salir el sol detrás de la famosa Heel Stone.

Como a treinta y ocho kilómetros de este monumento se encuentra el pequeño pueblecito de Avebury construido  en el interior de un gran círculo de piedras megalíticas, que forman uno de los mayores monumentos del Neolítico de Europa. 

Prosiguiendo la ruta histórica nos encontramos con Winchester, donde la importancia de su pasado se percibe en la ciudad que en el año 2016 fue elegida como la mejor ciudad para vivir.  Su catedral marca el mayor peso de la misma, ya que  gracias a su nave, la más larga de todas las catedrales de Europa, a su gótica estructura y al recuerdo de pasajes de obras tan maravillosas como “Orgullo y prejuicio” o “Sentido y sensibilidad” de la genuina Jane Austen, es imposible no disfrutar entre sus muros. Además, no hay que olvidar que en esta catedral se han celebrado hechos históricos como por ejemplo la coronación de Ricardo corazón de León o el matrimonio entre María Tudor y Felipe II. 

Junto al bucólico río Itchen, la historia y la leyenda nos lleva hasta el Gran Hall donde en su interior se conserva protegiendo la ciudad,  lo que pudo ser la famosa mesa redonda, donde los caballeros del Rey Arturo se reunían para discutir sobre el  futuro de su reino. 

Continuamos hacia la ciudad de los embarcaderos, aunque hoy realmente sólo queda uno. Es inevitable pensar en el pasado cuando había varios y estos estaban repletos de casetas con todo tipo de souvenirs y lugares de ocio. 

La antigua Brighthelmston conocida desde el siglo XVIII debido a las curas de las aguas de mar. Con la llegada del ferrocarril fue cuando la ciudad elevó su mayor interés y todavía hoy permanece como una de las ciudades más visitadas de Inglaterra, además de por su cercanía a Londres.  

La idílica ciudad de Brigthon, aunque su nombre completo es Brighton and Hove debido a la unión de éstas desde el año 1997, posee el gran Royal Pavilion,  construido en el siglo XIX sobre una antigua granja.  El exótico y antiguo  palacio real donde se mezcla el estilo hindú en el exterior y el chino en su interior y su Sea Life Center, el acuario más antiguo del país, se contraponen a esos barrios modernos que encontramos a cada paso de la misma. North Laine, repleta de cafés y pubes combinados con tradicionales y decorados escaparates de los comercios son difíciles de igualar en otra ciudad del sur del país. 

La ciudad de los grandes festivales como por ejemplo el que lleva el mismo nombre o el Festival Gastronómico de Brighton y Hove visten sus mejores galas en su gran conocido Brighton Pier. Este puerto es un pequeño parque de atracciones suspendido en un puente de madera sobre el mar, donde encontramos desde máquinas recreativas, casinos, montañas rusas hasta pequeños lugares improvisados para intentar asemejar lo que en Oriente Próximo se realiza desde épocas pasadas, la exfoliación de los pies con las pequeñas carpas de la especie Garra rufa. Uno de los primeros sitios europeos donde lo vi fue aquí, los turistas hacían colas interminables para probar que se sentía cuando los pequeños peces te mordisqueaban los pies.

En el pier cabe todo y hasta hace un tiempo era la gran distracción de la ciudad, pero ahora el British Airways i360 inaugurado en 2016 , la  torre de observación de 162 metros en el paseo marítimo, le ha hecho la competencia. La vistas desde el flamante mirador realizado en metal y encapsulado en cristal son realmente espectaculares.

Siguiendo la costa atravesamos  Hastings, pueblecito con ciertos aires bohemios que sirvió en el pasado para introducir mercancías del exterior sin pagar impuestos. Hoy en día todavía pueden visitarse las  cuevas de San Clemente, que servían de almacén para los contrabandistas durante el siglo XVIII. Tanto era conocida su fama, que cada mes de julio se celebra el “día del pirata” contando ya con el Record Guiness de “capital mundial de los piratas” otorgado en 2013. Ya desde su castillo normando se pueden ver esos acantilados arenisca que obtienen su mayor valor en la zona de Dover. Estas elevaciones de hasta cien metros sobre el nivel del mar, con un característico y llamativo color blanco, deben su color a la sedimentación de algas formadas por carbonato cálcico.

Los acantilados que hoy en día son un reclamo turístico, resultaron estratégicos para Inglaterra durante los períodos de guerra, especialmente cuando el acceso todavía no estaba habilitado por medios aéreos. 

Al final de nuestro trayecto se esconde la bonita y evocadora ciudad del condado de Kent, conocida como gran lugar de peregrinación e inmortalizada gracias a Geoffrey Chaucer,  considerado el padre de la lengua inglesa,  que desarrolló sus cuentos por dicha ciudad en el siglo XIV.  Los grandes relatos de viajes protagonizados por un núcleo de personajes de lo más variado, giran en torno a la peregrinación a la conocida “Inglaterra en piedra” teniendo como hilo conductor los temas sociales y políticos de la época desde todos los estratos sociales de la Inglaterra medieval. 

“Porque bien sabe el lector, como yo lo sé, que quien ha de contar lo que contó otro, debe repetir con fiel exactitud sus expresiones, así fuesen soeces o licenciosas, pues si no falsearía el relato, ya sea inventando cosas, o rebuscando dichos nuevos” Chaucer

Se puede seguir los pasos de los antiguos peregrinos accediendo a través de las Westgate Towers, la puerta medieval más antigua del país. Desde ahí se puede cruzar la localidad hasta la catedral, símbolo de la ciudad. Su rica variedad de estilos arquitectónicos refleja la historia de la monumental catedral desde el siglo XI que te da su bienvenida con sus famosas torras de Bell Harry y Anselmo y la escondida Torre de la Corona que está sin finalizar. Su interior es una verdadera joya con capillas repletas de coloridas vidrieras, esculturas, tumbas con efigies doradas como la del Príncipe Negro, que muestra en armadura completa junto a su perro. Además de toda su decoración a mi me encanta la Rosa de los Vientos de bronce, es el símbolo de la comunión anglicana de todo el mundo, de la que esta catedral es la Madre Iglesia. La inscripción en griego significa “La verdad nos hará libres”. 
No hay que dejar de visitar su zona exterior para disfrutar de un empedrado claustro con su destacada bóveda decorada con escudos en relieve, alguno de los cuales representan una rica variedad de la heráldica de la alta edad media. 

Junto a Iglesia de San Martín, que es la iglesia más antigua que continua oficiando y  las ruinas de la Abadía de San Agustín forman el tercer bien protegido universalmente por la UNESCO. 

Los monumentos principales y los edificios más significativos se encuentran en St. Peter´s street y alrededores, como por ejemplo el Canterbury Royal Museum & Art, precioso edificio victoriano que alberga colecciones de arte y fotografía de artistas del Reino Unido. Marcery Lane o el puente junto a la Old Weaven House son los puntos más concurridos para fotografiar en la ciudad. Pero si hay una zona que me encanta es la parte trasera de la catedral, el barrio The king´s Mile, por su gran cantidad de librerías, locales de artesanía y pequeños cafés con encanto. 

8 Comments

    • Gema de los Reyes Reply

      Mil gracias por leerme y por tu comentario, es una zona preciosa con una cantidad de bosques que te encantará a ti y a tu preciosa KTM. Besos

  1. Pedro Palomo Reply

    Como siempre es un placer deleitarnos con lo que escribes. Gracias Gema por regalarnos cultura y ocio.

    • Gema de los Reyes Reply

      Gracias a ti por dedicar tu tiempo a leerme y a escribir siempre bonitas palabras que me animan muchísimo a seguir mostrando mis viajes. Besos

  2. Gracias por este placentero recorrido. Me ha encantado.
    Me he sentido recorriendo aquellos lugares, disfrutando además con cada detalle por lo bien documentado y la buena elección de las fotos del post.

    • Gema de los Reyes Reply

      Muchas gracias a ti por tus palabras, me alegra mucho poder trasladarte a esa bonita zona del sur de Inglaterra. Feliz día!

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