La Joya del Mediterráneo es isla de contrastes paisajísticos, impresionante arquitectura a través de sus templos, palacetes e iglesias , buena gastronomía mediterránea, bonitos pueblos marineros y entrañable población. La isla porta carácter debido a su gran diversidad histórica como variedad en sus paisajes, haciendo de ella una isla casi única en el continente europeo. La isla del mediterraneo es esa isla que adoras o te saca de tus casillas ya que el desorden está patente por toda ella.
Palermo, antigua joya del imperio normando, llena de historia pero también de caos, ruido, suciedad, es una de esas ciudades con un aspecto descuidado y decadente pero llena de encanto. El centro está dividido en cuatro barrios divididos por las arterias Corso Vittorio Emanuele y por Via Maqueda, sobre las que se asoman grandes edificios históricos y mucha vida comercial. En medio está la piazza Viggliana, más conocida como la de Quattrro Canti, debido a la forma circular de los cuatro palacios barrocos que delimitan sus esquinas. Continuando hasta Piazza Bellini nos encontramos con la Iglesia de San Cataldo de estilo árabe-normando lo que más me gustó fueron sus mosaicos de mármol y con inscripciones del Corán. En frente encontramos la Iglesia de La Martorana con sus fantásticos mosaicos bizantinos de las paredes, las columnas de su cúpula y sus decoraciones de estucos y esmaltes. También es conocida por la antigua tradición pastelera que tiene su convento como lugar de nacimiento de la fruta martorana (dulce típico muy similar al mazapán y a la pasta de almendras, hecho con harina de almendras y azucar; cada fruta se moldea y después se pinta con preciosos colores, obteniéndose bonitas y riquísimas piezas). De ahí callejeando por su entrañables y descuidadas calles, llenas de ropa tendida, nos acercamos a visitar el Palacio de los Normandos construido por los árabes en el siglo IX y posteriormente modificado y ampliado por los normandos entre los siglos XI y XII para convertirlo en una suntuosa residencia real, hoy sede del Parlamento Regional Siciliano; en su interior, la Cappella Palatina, la cual pese a que es la clásica de cualquier basílica occidental, son preciosos los pisos decorados con mosaicos de piedra, incrustaciones de mármol y esa magnífica mezcla de arte bizantino y arte islámico que se encuentra en sus techos.
Continuamos hacia la Catedral que realmente me dejó impresionada, aunque la había visto en varias fotos nunca pensé que sería realmente tan bonita. La estructura original era marcadamente árabe-normanda con un increíble porche con arcadas ojivales en estilo gótico florido con elementos catalanes. Su interior de estilo neoclásico, solemne, y consta de un Tesoro que recoge varias reliquias de personalidades civiles y religiosas de la ciudad. Alrededor de la catedral hay numerosas tiendas de marionetas de madera, de papel, de metal, etc., son realmente bonitas, entramos en una de ellas que tenían un pequeño taller y nos enseñaron como las hacían y claro, no me pude venir sin una. Accediendo por Via Maqueda, se encuentra la Piazza Pretoria, donde está el ayuntamiento y su preciosa fuente, también conocida como “de la Vergogna” , por la desnudez de sus numerosas estatuas. Además la plaza está rodeada de magníficos edificios e iglesias.
Proseguimos en busca de la tan famosa zona de la La Vucciria conocido por su mercado, ubicado en las calles de alrededor de la Piazza San Doménico, adoro los mercados, siempre voy y aquí no podían faltar. Se puede encontrar de todo, desde parrillas de carne hasta falsificaciones de grandes marcas, y todo acompañado de mucha gente y de vendedores que no dejan de anunciar sus productos a voces, de ahí que en dialecto siciliano su nombre signifique “bullicio” . Además de ser un buen lugar para comprar fruta, hortaliza, carne y pescado también se puede comer en sus puestos. Lo que más me llamaron la atención fueron, la gran variedad de tomates, todos desde luego con una pinta estupenda y maravilloso sabor los que probé, y la gran cantidad de puestos de carne donde la mayoría del género eran productos de casquería, vimos por todos los lados los conocidos “pani ca’ meusa” ( bocadillo con el bazo de becerro, recortes de pulmón, esófago y hígado, todo cocido y repasado en el tocino; se puede tomar así solo, con sal y limón, o en la versión “maritata”, con escamas de requesón o “caciocavallo”) por supuesto no me atreví a probarlo pero desde luego a la gente le encantaba porque había unas colas tremendas para llevárselos. También es famoso el mercado de Ballaró cercano a este, existe desde el año 1500 y mientras que en un principio los productos exclusivos eran fruta, pescado, carne y verdura , hoy en día se ha abierto a otro tipo de productos, incluso los dulces con una pinta estupenda. Había algunos puestos que me recordaban al precioso mercado de La Boquería de Barcelona. Uno de los productos estrella que se encuentran son las sardinas saladas secas “salamoia” conocidas en España como sardinas en salmuera que son utilizadas en la preparación de un plato típico preparado con pasta, migas, hinojo, uvas pasas y sardinas, muy bueno pero fortísimo. Y por fin fuimos a visitar uno de los lugares más famosos de la ciudad, tenía ganas de verlo aunque la verdad luego me impresionó un poco, la Catacumba de los Capuchinos. Se accede a través de un largo pasillo encalado que se curva hacia el sótano, y con un ligero olor a humedad. Ahí se exponen cadáveres de unas ocho mil personas ataviados con sus mejores galas y en distintos estados de conservación; las momias se colocaban en hileras, de pié, tumbadas o colgadas y ordenadas por sexo, edad y condición social. A principios del siglo XVI era un lugar reservado para los monjes capuchinos del convento, pero con el paso del tiempo cualquiera con dinero suficiente podía comprar un hueco. Se ven algunas momias que parecen figuras de cera, me resultaron especialmente macabras las momias de los niños, sobre todo la de Rosalía Lombardo, niña de dos años embalsamada en 1920 cuyo cuerpo se conserva casi intacto. Es un lugar que me impresionó y a pesar de que es el lugar más visitado de Palermo, no se si fue, porque al ser octubre y no haber turismo estábamos solos en las salas y daba más impresión, o que me pilló sensible, pero estuve poco tiempo dentro, ya que me entró una sensación entre horror, agobio y claustrofobia que decidí salirme.
Además en la ciudad también destaca el museo de marionetas, que presume de poseer una de las más importantes colecciones de títeres y marionetas del mundo. Su fabulosa colección de más de 3000 piezas incluye ejemplares de toda Sicilia, donde los teatros de marionetas fueron un importante fenómeno cultural durante siglos donde si las marionetas eran bonitas sus alegres musicas lo eran más .
La opera principios del XIX éxito entre las clases populares. los marionestistas contaban las historias basándose en las novelas caballerescas medieval, en la vida de los santos o en la poesía italiana del Renacimiento. La dos escuelas más importantes son de Palermo y Catania que se distinguen por el tamaño de sus marionetas y por el color del telón de fondo. Las marionetas se pintaban siguiendo métodos tradicionales, y lo más chulo es la expresión de sus rostros.
Como en casi todos los viajes habíamos alquilado un coche en el aeropuerto para poder recorrer la isla a nuestro aire. La primera visita fue Bagheria, para ver sus bonitas casas y empinadas callejuelas. Continuamos hacia Cefalu, famoso pueblo pesquero con preciosas playas de arena y su catedral normanda. Aunque es un pueblo bonito con preciosas vistas, lo que más me gustó fue sus famosas «anchoas de la duquesa«, tosta de anchoas con ajo, cebolla y perejil, que están buenísimas y acompañada de una gran cerveza hicieron que el puerto y sus vistas fueran más bonitas todavía. Era el tercer día y ya pudimos comprobar que la comida en este viaje iba a ser una parte importante del mismo y que desde luego menos mal que no era verano porque la operación biquini desde luego habría sido un fracaso.
Después continuamos hacia Monreale, por unas preciosas carreteas con vistas entrañables parando en la ciudad costera de Mondello. Monreal pequeña localidad donde Guillermo II construyó una catedral que hacía sombra a la de Palermo. Su estructura consta de una nave principal en la que los mosaicos representan el Viejo Testamento, y dos naves laterales en las que podemos ver imágenes de la vida de Cristo. Nos contaban que se utilizaba como Biblia ilustrada para ayudar a los fieles a entender los textos bíblicos en una época en que la mayoría del pueblo era analfabeto. La catedral es impresionante, a mi parecer lo único que le falta es un poco de luz para ser majestuosa, ya que habría unos destellos fantásticos cuando el sol diera sobre las teselas dolaras. A la izquierda de la catedral está el impresionante claustro, sin duda, el conjunto arquitectónico merece una visita. Comimos en Ferro di Cavallo, muy buena pasta fresca y unas grandes cervezas a un precio estupendo.
Al día siguiente empezamos las visitas en Segesta, a unos 50 km de Palermo, situada en medio de una preciosa zona bucólica. Su majestuoso templo dórico, lo forman 36 columnas coronadas por un arquitrabe liso y un friso dórico con metopas y triglifos. También está muy bien conservado el teatro griego, situado en la colina, en el monte Bárbaro. Construido en la segunda mitad del siglo III a.c. su cavea de 63 metros se orienta hacia el norte, en contra de lo habitual en los teatros griegos. Sobre el mismo promontorio se esparcen restos de un castillo normando del XII, una mezquita, y una iglesia del siglo XV.
Después nos dirigimos hacia el maravilloso parque arqueológico de Selinunte, uno de los enclaves arqueológicos más importantes del Mediterráneo, para continuar a uno de los lugares que me apetecía mucho ver y que desde luego no me decepcionó, la preciosa población de Erice situada en el Monte San Giuliano con muchos rasgos sicilianos pero con un urbanismo normando muy marcado.
De calles empedradas, callejuelas empinadas y con un precioso castillo, fue un lugar muy venerado en la antigüedad y muy visitado en la actualidad.
El paseo desde la plaza medieval bordeando las tranquilas calles de las afueras hasta el castillo es un regalo para los sentidos, sin dejar al lado la Iglesia de Santa María della Asunta o la del San Salvador y sus preciosas tiendas de dulces y de frazzates ( unas alfombras de dibujos geométricos con gran colorido). Me encantó la Pastelería San Carlo, con sus famosos «cannoli siciliani» dulce hecho con unas partes crocantes, rellenos de crema de queso de ricota y azúcar y otros dulces hechos con las recetas del convento. La verdad es que aquí aunque no seas goloso no paras de probar esas auténticas delicias, y lo peor es que te gustan todas.
Continuamos hasta Trapani para hacer una visita rápida a la ciudad ya que queríamos llegar a dormir a Agrigento para ver los templos por la noche. Visitamos el Santuario de la Enunciación así como su ciudad vieja en la zona del puerto, que se estructura en torno a tres calles con bonitos palacios tales como: Riccio di San Gioacchino, Cavarreta o Senatorio, y magníficas iglesias como la del Purgatorio o la catedral de San Lorenzo.
El Valle de los Templos en Agrigento, se empezó a construirr a partir del año 580 a.C en el territorio que se conoce como la Magna Grecia considerada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco desde 1998.
El valle, mal llamado porque realmente no es un valle sino que ocupa un lugar estrategico en las montañas, fue considerado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco desde 1998. Comprende una amplia zona sagrada en la parte sur de la antigua ciudad donde siete templos griegos monumentales en estilo dórico se construyeron durante los siglos VI y V a. C. Actualmente excavados y en parte restaurados, constituyen parte de los edificios griegos más antiguos y mejor conservados fuera de la propia Grecia.
Los templos mejor conservados son dos edificios muy parecidos, atribuidos tradicionalmente a las diosas Juno Lacinia y Concordia (aunque los arqueólogos creen que esta atribución es incorrecta). Ambos fueron construidos según un diseño perímetro hexástilo.
Proseguimos el viaje por la costa y luego nos acercamos hasta Caltagirone, también conocida como «Capital de la cerámica«, para subir su famosa escalera de 142 peldaños con diseños de cerámica mezclando motivos folclóricos con grecas policromadas. Desde ahí nos acercamos a la famosa Villa «Erculia» de Piazza Armenia para admirar la Villa romana del periodo Imperial donde están expuestos unos maravillosos mosaicos, que son realmente impresionantes. Proseguimos hacia Siracusa, haciendo una rápida parada en Ragusa, una «isla dentro de la isla«, donde destacan sus calles y sus bonitas iglesias. Siracusa cuenta con uno de los patrimonios arqueológicos más grandes de la isla, encontramos la península Orgitia, que fue el nucleón original de los corintios con su preciosa catedral y sus bonitas callejuelas, el Parque arqueológico de Neápolis con su anfiteatro romano, el teatro griego, las Latomias, la gruta dei Cordari, etc., es una población donde puedes estar días admirando su arquitectura, sus calles, sus plazas, sin duda me encantó.
Cenamos en Le Vin de L’assassin Bistrot, un restaurante que nos recomendaron en uno de los bares donde paramos a tomar una cerveza. El local es pequeño pero acogedor y su patio es muy agradable, y más cuando miras alrededor y ves toda las ropas de los vecinos colgadas, sin duda un escenario fantástico, auténtico y donde pude tomar un buenísimo tartar de atún. Nos alojamos en I Santi Coronati Ortigia, preciso B&B, encantador y muy céntrico regentado por una familia donde todo es amabilidad.
Salimos temprano para ir a visitar el Etna, volcán activo entre Mesina y Catania de 3.342 metros. La primera parte de la ascensión la hicimos en funicular, el cual, además de ser caro estaba roto y la puerta se atascaba, ahora eso sí, preciosas vistas de un paisaje abrupto; al llegar arriba y dar un pequeño paseo continuamos en un vehículo todoterreno hasta los 2.900 metros donde se observa un terreno más arenisco y polvoriento llegando al refugio Torre del Filósofo. Aquí ya se pueden observar tanto el cráter principal como el que está situado al nordeste y al sudeste. Anduvimos por los cráteres observando como las fumadoras expulsan de manera ininterrumpida los gases de azufre del interior de la tierra, es una pasada, pero el viento y el frío son horrorosos, tanto que desde luego tienes la sensación de que vuelas, habiendo momentos donde andar llegaba a ser complicado. Estando allí sólo podía pensar en todas esas fotos que había visto sobre el volcán en erupción, esa mezcla de nieve y fuego que juntos forman una imagen mágica.
Continuamos hacia Taormina, haciendo una parada en Catania, segunda ciudad más grande después de Palermo, declarada Patrimonio de la Humanidad en el 2002, en ella se pueden observar restos de todas las civilizaciones, de ahí su riqueza. Como lugares más destacados está la Plaza de la catedral, la fuente del elefante, los mercados de la Pescheria y de la Fiera, el anfiteatro romano, y lo que desde luego nadie debería perderse es su típica Pasta alla norma (berenjena y ricotta) en la Trattoria da Antonio, realmente una delicia, otra cosa que me encantó fueron sus crespella (buñuelos blandos rellenos de anchoas).
Avanzamos hasta la preciosa Taormina, fue el sitio donde más turistas vimos con lo cual perdió un poco de encanto, pero no cabe duda de que es una auténtica joya. En la zona de Mazzaro que es la playa de la ciudad hay un precioso islote llamado isola bella , que en bajamar abre un camino de arena con la playa. Para acceder a la ciudad se puede subir en funicular desde la playa, en bus, o en coche pero armándote de paciencia para aparcar ya que como la ciudad es peatonal hay poco parking, y eso que era temporada baja, no quiero ni pensar cómo estará la ciudad en pleno mes de agosto. La calle principal está repleta de preciosas y carísimas tiendas, destacan también su teatro griego, la iglesia de Santa Catarina, Palacio Ciampoli, etc., pero sin duda lo más destacado de la ciudad son sus vistas y sus preciosas y empinadas calles decoradas.
De ahí Mesina, para ver su famosa catedral con su torre del reloj.
“Se homenajean en la mesa como si fueran a morir mañana y, sin embargo, construyen como si no tuvieran que morirse nunca»
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