En plenos Alpes Japoneses se encuentra la ciudad de Takayama donde se retrocede en el tiempo cuando caminas por su casco antiguo. Se encuentra en la región montañosa de Hida, prefectura de Gifu. Es un pueblecito metido en las montañas, con decenas de ryokan (alojamientos tradicionales), fábricas de sake, templos y santuarios de madera y su espectacular carne de hida. Al llegar a la ciudad fuimos en busca de nuestro ryokan que estaba situado a cinco minutos andando del casco antiguo. Fuera de las grandes ciudades estos alojamientos están bastante extendidos y tienen unos precios asequibles, nos alojamos en el Seiryu, en la calle Hanakawa-cho 6 para vivir una auténtica experiencia japonesa. Me encantó el lugar, lo amables que fueron y sus baños, te dan un yukata (vestimenta típica japonesa hecha de algodón y más ligero que el kimono) para poder acceder a los mismos y a nuestra llegada nos prepararon el te con dulces en nuestra preciosa habitación de tatami. Los baños se encontraban en la planta baja y la verdad es que era un gustazo llegar por la noche después de llevar todo el día caminando y bajar a disfrutar de un rato de relax. Me pareció curioso que una vez más tuviéramos problemas con las tarjetas de crédito con chip, como ya lo sabíamos llevábamos una de firma, pero es alucinante que en un país como este las tarjetas de chip no sean admitidas en muchos hoteles, tiendas o restaurantes. El casco antiguo, llamado Sanmachi Suji, preserva las casas del periodo Edo que hoy funcionan como museos (el de artesanía Hirata Kinenkan es muy curioso y el Museo de historia local tiene una gran colección de objetos relacionados con el arte antiguo y las tradiciones de la región), galerías de arte, tiendas o salones de té. Es una preciosidad el contraste de todas esas casitas alineadas de madera con una altura uniforme, con los puentes de colores y esa gran cantidad de cerezos en flor. Visitamos la casa de la familia Yoshijima, realmente fascinante, mantiene su arquitectura antigua ofreciendo lo mejor de la artesanía local aplicado a la casa de un comerciante.
Realizamos el paseo que nos recomendaron en la Oficina de turismo, se llama Higashiyama Yuhodo, se realiza por varios templos y el Parque Shiroyama, que es donde se encontraba el antiguo castillo y que al ser abril estaba especialmente bonito con todos los cerezos en flor. En este recorrido de apenas cuatro kilómetros se pueden ver varios castillos, santuarios, ruinas, etc. De los templos que visitamos los que más me gustaron fueron el Hida Kokubun-ji que es el templo más antiguo de la ciudad construido en s.VIII; me encantó su impresionante pagoda de tres pisos y un árbol ginkgo que se encuentra en el patio del mismo. El santuario Takayama Jimja, que sirvió como oficina del gobierno de la ciudad en el periodo Edo. Y el Templo Takayama Betsuin que es la sede de la secta budista Jodo Shinshuu Otani, con su grandiosa puerta de entrada.
Como en todas las ciudades nos acercamos a sus mercados más famosos, Miya-gawa Morning Market, es el más grande de la ciudad y está en la orilla este del río Miya-gawa, formado por numerosos puestos de artesanía y tiendas de comida donde puedes probar varios de sus productos que muy amablemente te van ofreciendo. Y el Mercado Jhinya donde además de verduras, encurtidos y artesanía se puede encontrar una gran cantidad de puestos de flores preciosos con un gran gusto en sus ramos y macetas. Me encantó una pequeña tiendecita que había cerca del Templo Takayama Betsuin, donde encontré un sinfín de cajas de metal de te con unas decoraciones fantásticas, y además a un precio increíble, la cuarta parte de lo que cuestan en España y desde luego el sitio más barato que encontré en todo el viaje a Japón. Para comer elegimos el famoso restaurante Maruki, para probar la Carne de Hida, que por cierto estaba buenísima. En las mesas se encuentran las planchas donde tu mismo te cocinas tanto la carne como las verduras. Desde luego no es barato, pero merece la pena, la carne estaba buenísima.
Nuestro siguiente destino fue Osaka, pero como era imposible encontrar un alojamiento asequible ya que había una convención sobre videojuegos tuvimos que dormir en Nagoya; el trayecto del tren fue precioso a través de paisajes espectaculares cubiertos de nieve. Nagoya es lacuarta ciudad más grande de Japón. Localizada en la región de Chubu es la capital de la prefectura de Aichi y uno de los puertos y centros de negocios más importantes del país. Apenas vimos la ciudad, salvo para acercarnos a ver el Museo de Ciencias o comúnmente conocido como “Museo de la esfera” por los locales. El Planetario, cuenta con un diámetro de 35 metros, donde se puede admirar el cielo lleno de estrellas como si fueran casi reales. Son increíbles las cosas que se pueden ver o experimentar, por ejemplo imágenes de la aurora polar, estar en un lugar con una temperatura a menos de treinta grados, ver los efectos de un tornado artificial de ocho metros, incluso el que quiera experimentar los efectos de una gran descarga eléctrica puede hacerlo.
Teníamos un día para conocer Osaka, así que cogimos un tren muy temprano y en muy poco tiempo estábamos en una de las ciudades que más nos sorprendió. Había visto varias fotos del Sky Umeda, y estaba emocionada de poder fotografiar tanto ese fantástico edificio acristalado con sus dos torres simétricas sobre las que se asienta una plataforma a ciento cincuenta metros de altura, como las vistas que se pueden observar desde sus dos miradores ubicados uno en la azotea con lo cual está al aire libre y el otro interior en su planta inferior. En la parte subterránea del edificio, está la famosa “calle japonesa” llamada Takimi-koji Alley, es una recreación de una antigua calle comercial de la era Showa, repleta de restaurantes y cafeterías. Me sorprendió ver cómo en los subterráneos de numerosos edificios de la ciudad había una parte desconocida, que se encuentra llena de restaurantes y bares donde detenerte a tomar algo. Proseguimos para ver el Gate Tower Building, conocido también como “la colmena” y famoso porque por el interior del mismo pasa una autopista. El edificio circular en cuyo tejado hay un heliopuerto, es de las cosas más curiosas que puedes ver en Osaka, realmente la autopista no hace contacto con el edificio, sino que pasa a través de él mediante un puente que ocupa las plantas 5,6 y 7 del edificio, el cual cuenta con soporte especiales que sostienen a la carretera evitando no sólo que tengan contacto, sino también que haya ruidos molestos o temblores por el paso del transporte público. De ahí proseguimos hacia la noria de setenta y cinco metros, conocida como “rueda de la fortuna” del centro comercial y ocio HEP Five desde donde se pueden ver unas bonitas vistas de la ciudad.
A continuación fuimos a ver el conocido Castillo de Osaka, el interior formado por ocho pisos interiores nos decepcionó un poco (hay un museo, una sala de convenciones y un altar dedicado a Hideyoshi Toyotomi) pero sus vistas y jardines de alrededor así como el propio castillo son una auténtica delicia. Además de la torre principal, el castillo tiene varias murallas, fosos, puertas y pequeñas torres de defensa. Espectacular fueron los jardines Nishinomaru, que cuenta con más de seiscientos cerezos que al ser el mes de abril, era un verdadero espectáculo y regalo para los sentidos.
Proseguimos hasta el Edificio orgánico donde siempre es primavera; es una caprichosa estructura cubierta de macetas gigantes, donde el color rojo y verde sobresalen entre los grises y blancos de la ciudad. Y de ahí a la famosa zona de Dotombori en el barrio de Namba, que destaca por sus luces de neón y por su gran actividad comercial, parando en el conocido puente Ebishu-bashi. Recorrimos Dotombori-gawa y la Galería Comercial Dotombori. En esta zona se encuentra multitud de pantallas publicitarias a ambos lados del canal, entre otras el famoso Glico Man, que se trata de un atleta que lleva corriendo sobre un fondo que respresenta el skyline de la ciudad desde 1935 cuando se instaló el cartel de 33 metros.
La calle de restaurantes y bares es curiosísima, sus fachadas están llenas de grandes figuras, con diferentes formas, destacando un cangrejo, un pulpo, un pez globo, etc. Esta zona estaba repleta de gente, comiendo las maravillosas bolas de pulpo, así como otros platos suculentos. .
Si hay algo que destaca de esta ciudad es la gastronomía, de hecho se ha ganado el título de “la ciudad de los gastronómicos” a la que le acompaña una gran cantidad de oferta de ocio, como son los tradicionales espectáculos de marioneta “Bunraku”, enormes salas de cine, etc. Nos acercamos hasta el pequeño templo Hozen-ji que está escondido en un diminuto callejón. Este templo se alza alrededor de una estatua de Fudo-myoo, uno de los cinco reyes de la sabiduría, cubierta de moho, que es la preferida de los que trabajan en el comercio del agua, los cuales se detienen ante ella antes de trabajar para arrojarse agua.
En esta zona también está la famosa calle comercial de Shinsaibashi donde se puede encontrar de todo a todos los precios.
Después de dar pasear por esta zona y dejarnos llevar por esa fantástica gastronomía, volvimos a Nagoya para descansar ya que al día siguiente proseguiríamos al destino más esperado del viaje, Kioto.
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