Auschwitz, del dolor al horror…

La frase tantas veces utilizada de George de Santayana “Aquel que no recuerda la historia está condenado a repetirla” se lee en uno de los primeros pabellones cuando accedes a Auschwitz; ahí todavía no era consciente de las veces que me plantearía si esa frase era acertada o no, y dependiendo del momento no se si hubiera preferido vivir en la ignorancia visual, ya que recorrer esos trayectos y pisar el mismo suelo donde miles de personas sin nombre habían transitado antes, me desgarró el corazón.

Desde un primer momento sólo oía hablar de miles de números por boca de una persona que me tenía impactada por su voz y por su gélida cara, la guía judía que nos acompañaba y  que en un momento dado, nos señaló el número que le correspondía a su abuelo. Recorrer ese lugar declarado Patrimonio de la Humanidad es entrar en la cámara del horror, del dolor, del sufrimiento, del temor, del espanto, del pánico y de toda una larga lista de  adjetivos que pondría y que no acabaría, un lugar repleto de crueldad.

Había estado en otros campos de concentración pero ninguno me había hecho sentir esa falta de aire; notas que te cuesta respirar al pasar por esas cámaras llenas de pelo humano y saber que se utilizaba para fabricar material textil; aparatos ortopédicos que eran arrebatados a las personas que llegaban al campo con algún tipo de discapacidad y que eran conducidos directamente  a las salas de exterminación; todo un conjunto de enseres personales allí amontonados con nombres y apellidos, porque sí, tenían nombres y apellidos aunque siempre fueran tratados como números.
En los momentos en que necesitas retirar  la mirada de la barbarie, observas a la gente caminando bajo un silencio sepulcral, muchos con lágrimas en los ojos, cada vez más encogidos entre la humedad y frío de esos  barracones donde aunque parezca increíble, la gente pasaba un día tras otro.

Recordaré siempre como corrían las lágrimas de una chica embarazada cuando llegamos a la enfermería y narraban los experimentos que se hacían con la mujeres en su estado y con los gemelos, con el único fin de mostrar similitudes y diferencias en la genética y eugenesia de los mismos,  la brutalidad y la monstruosidad rodeaban esa sala sin dejar salida a la conciencia.
Según avanzas por esos pasillos, por esos pabellones,  sientes que el dolor va en aumento, como decía Elie Wiesel:

«AUSCHIWITZ DESAFÍA A LA IMAGINACIÓN Y A LA PERCEPCIÓN“

Salir de ese espacio cerrado y caminar por el exterior te hace recuperar el aire, pero no te devuelve el aliento ni te quita el desasosiego.
Atravesamos la puerta de Birkenau y anduvimos por esas vías por donde tantas veces llegaban los trenes repletos de personas que iban derechos al puro infierno.  En aquel momento, un profesor de literatura italiana que iba en el grupo me dijo “Sabes, esto me recuerda al camino que hace Dante y su bajada al infierno en la Divina comedia, pasas del dolor más intenso al máximo horror, y ahora viene lo peor” ¡Y que razón llevaba!, traspasar esa puerta asociada a la muerte te vuelve a dejar sin palabras. Anduvimos por esas grandes explanadas llenas de barracones, llegamos a las ruinas de chimeneas y hornos que están tal y como quedaron cuando el personal del campamento, detonó explosivos en el intento de encubrir aquellos asesinatos en masa que se estaban produciendo. De ahí, a los barracones reconstruidos, en los cuales, mi umbral del dolor emocional había llegado a su límite, no soportaba estar allí ni un minuto más, ni mi cabeza ni mi corazón podían continuar, no hallaba contestación a todas esas preguntas que me hacia, y la verdad, en esos momentos no quería que nadie me las contestara, sólo quería abandonar ese lugar donde, se ponía de manifiesto una fuerza que no se conocía en el hombre.

«Todo lo que había definido hasta ahora al hombre europeo había desaparecido a nuestro alrededor (…) Seguíamos viviendo, pero estábamos más muertos que los muertos de otras épocas, pues éstos tenían una tumba con una lápida y su nombre escrito en ella. Nosotros ya no tenemos nombre” Bela Zslot

4 Comments

  1. Claudia Jesus Franco Reply

    Uf, Gema! Con la piel de gallina y lágrimas he acabado de leer tu relato sobre Auschwitz. Tanto dolor, tanta barbarie! No es un lugar que me gustaría visitar, porque no sería capaz de andar cincuenta metros allí dentro. Las fotos, preciosas como de costumbre y una edición en ByN muy adecuada.
    Estoy disfrutando con tu blog!
    Saludos!

    • Gema de los Reyes Reply

      Es un sitio desde luego para echarse a temblar, a mi me marcó muchísimo, quería ir por conocer la historia de primera mano pero de verdad que luego me dejó sin palabras. Fíjate cuando puse las fotos instintivamente las puse en B/N, no encuentro ningún color en ese lugar. Muchas gracias por tus bonitas palabras y me encanta que te esté gustando. Besos

  2. Extraordinario relato. Igual no iría jamas pero me parece bien que sea un testimonio histórico y que lo visiten muchas personas. Ahí se quedó gran parte de mi familia…. saludos y gracias por el relato.

    • Gema de los Reyes Reply

      Cuánto siento lo de tu familia!!
      A mi desde luego me impactó, de hecho, desde que estuve allí no he sido capaz de visitar ningún otro campo de concentración, reconozco que en estos lugares me falta el aire.
      Muchas gracias por dedicar tu tiempo a leer mi blog, es un verdadero placer tenerte aquí. Saludos

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