La ciudad inconquistable, encabeza en la mayoría de las ocaciones las listas de los pueblos más visitados del país; como decía Azorín es «uno de los pueblos más bonitos de España» y desde luego no le faltaba razón. Su estampa vista desde la lejanía es de postal, el enclave turolense conserva toda su esencia medieval con un trazado de empedradas callejuelas estrechas y empinadas, así como, un conjunto de casas irregulares de color rojizo con entramado de madera que cierran a medida que ganan en altura. Sus murallas, de construcción cristiana, las cuales, datan del siglo XIV, escalan la roca paulatinamente ofreciendo unas vistas increíbles de toda la zona.
La localidad es un monumento en sí misma, el precioso legado arquitectónico y urbanístico transmite tranquilidad y sosiego. La bonita población acumula huellas de todas las civilizaciones; cuenta con restos tanto musulmanes, renacentistas como barrocos, obteniendo numerosos reconocimientos oficiales entre los que destacan el de Europa Nostra, el ser Monumento Nacional desde junio de 1961 y recibió la Medalla de oro al Mérito de las Bellas Artes en 1996.
Su nombre proviene del nombre de quien le gobernada, la dinastía islámica Banu Razin que la convirtieron en su taifa árabe. De esa época todavía se conserva la Torre del Andador que data del siglo X ubicada en lo más alto de la ciudad conservándose todavía hoy su foso. También encontramos la antigua Alcazaba de los Banu Razin, fortaleza que por elevada topografía se convierte en un mirador excepcional. Presenta once torres y planta circular, más una cuadrada construida por los cristianos, además de contener importantes restos constructivos de las casas-palacio del siglo XII. Todavía se conservan algunos de los patios centrales y habitaciones, así como los detalles de algunos de ellos. En el nivel superior se cree que estaba el aljibe y hoy todavía se pueden observar restos de un hammam. El resto de las construcciones palaciegas se sitúan en la parte inferior del castillo, con fragmentos de arcos lobulados donde estaría el acceso a la sala principal.
La dinastía de los Banu Razin mantiene la independencia de su territorio hasta 1104, en que entran en escena los almorávides, pasando al poder de Ibn Mardanish, el Rey Lobo de Murcia, en 1147. La zona era disputada por los reyes de Aragón y el Obispo de Zaragoza, que luchaban contra los musulmanes para poder expandirse por esta serranía, pero el monarca murciano entregó la ciudad al caballero navarro Don Pedro Ruiz de Azagra. La localidad fue independiente durante más de doscientos años y de esta época todavía podemos ver sus murallas, torres defensivas y la Catedral de El Salvador, sede episcopal desde el siglo XII hasta 1850 cuando se fusionó con Teruel. La iglesia fue construida sobre un templo románico anterior, lo más destacado es el retablo mayor dedicado a la Transfiguración y Resurrección de Cristo y el retablo dedicado a San Pedro. Desde el claustro se accede al Palacio Episcopal que alberga el Museo Diocesano que muestra la vida en un palacio como éste en el siglo XVIII y objetos de arte sacro. Otros museos que se pueden encontrar en la localidad son el Museo del Juguete, una colección particular que gestiona la Fundación Eustaquio Castellano, el Museo Martín Almagro donde se recoge la herencia y el pasado musulmán de Albarracín, el Museo de la Forja, etc.
La Plaza Mayor donde se encuentra el Ayuntamiento es el centro de la villa. Fue construida en el siglo XVI, dispone de un corredor sobre el río y de unos bonitos balcones de madera. Está adornada y rodeada de la sobriedad de centenarias casas medievales de tejados rojos y balcones corridos en rica forja con escudos heráldicos, aleros y llamadores, situadas en las callecitas donde sientes el aliento de los siglos de historia esculpidos en las mismas.
La Casa Julianeta, conocida como la “Torre de Pisa de Albarracín” es el edificio más emblemático de la localidad. Construida a base de yeso y de madera, data del siglo XIV y se levanta en el ángulo agudo que forman dos calles en cuesta (la del Portal de Molina y la de Santiago), lo que hace que todavía se acentúe más la sensación de desequilibrio. Hoy en día alberga un taller para artistas, habilitándose dos pequeños estudios para ellos. Su mejor foto quizá sea desde el portal de molina, un arco abierto en la muralla del pueblo. Otra casa muy famosa es la de los Navarro de Arzuriaga, la cual destaca por su color azul claro. Construida en el siglo XVII, destaca además de por su color por su torre-lucernario. Hay una leyenda en torno a esta casa aunque parece ser que es eso sólo una leyenda y es que el dueño conoció a una joven de La Carolina y para que ella no se sintiera lejos de su hogar la pintó de ese color imitando la arquitectura andaluza. Otras casas destacables son la de los Monterde que destaca porque en su puerta hay tres lagartos de picaporte cuando en el resto de las casas sólo hay uno, la de Brigadiera convertida hoy en hotel, etc.
Para disfrutar del entorno natural de la localidad, se puede dar un agradable paseo junto al río Guadalaviar y recorrer el paseo fluvial que hay junto al meandro excavado por el río a su paso por la localidad. El paseo puede comenzar al lado de la oficina de turismo y desde ahí, se atravesarán puentes colgantes, huertas, antiguas norias, etc.
Bajamos hacia el parking donde habíamos dejado de las motos sin dejar de admirar la belleza de esta localidad y disfrutar una vez más de esas fachadas rojizas y esas casas colgadas que recuerdan al estilo conquense.
Al salir de la preciosa localidad nos dirigimos hacia la serranía, la idea era primero ir dirección a Frías de Albarracín para visitar el nacimiento del río Tajo y proseguir hacia la serranía de Cuenca para ver el Nacimiento del río Cuervo y ahí ya volver a casa.
La bonita carretera transcurre entre rocas de rodeo, arenisca de color rojizo y pinares que hacen que el bosque sea un lugar mágico lleno de vida. Es un gustazo conducir admirando los paisajes en sentido plano, los objetos están tan bien ambientados y cada uno en su lugar que no se estorban unos a otros.
Al lado de la zona del parking y rodeado de pinares se encuentra el monumento al río Tajo. Bajo éste, hay un canal por el que pasa el pequeñito riachuelo encauzado que, aunque no lo parezca ese es el río.
El monumento está compuesto por cuatro esculturas realizadas por el escultor José Gonzalvo con la técnica de plancha de hierro soldadas sobre basamentos de hormigón. La figura mayor simboliza el Padre Tajo, representado como un hombre titánico con una espada en la mano y con una estrella de nieve coronando su cabeza que recuerda las nieves que, en las cumbres de la sierra, dan nacimiento al río. Las barbas del gigante son las fuentes que manan del deshielo y el corte que se prolonga desde el pecho hasta los pies es el cauce del mismo río que atraviesa la Península Ibérica a lo largo de más de mil kilómetros hasta su desembocadura en Lisboa. La espada representa el mismo nombre del río Tajo pero en época romana, Tagus. Las esculturas más pequeñas son representaciones heráldicas de las tres provincias que coinciden en el mojón que señala el nacimiento del Tajo. El toro con la estrella sobre la frente representa a Teruel, que adoptó este símbolo basándose en la fundación de la ciudad el año 1171. El cáliz y la estrella simbolizan Cuenca, se representa con los símbolos que se crearon para representar la toma de la ciudad musulmana por las tropas cristianas. Y el caballero representa a Guadalajara que según la tradición cuentan que Alvar Fáñez capitaneó en 1085 la conquista de esta ciudad.
La verdad es que el sitio como tal a mi no me llamó la atención salvo la del puro conocimiento, pero sí es cierto que los pinares de alrededor son bonitos y la zona de alrededor a mi encanta, ya que tanto la serranía de Albarracín como la de Cuenca son increíbles y admirando su paisaje sólo brotan buenas ideas gracias a la contemplación serena que provocan las mismas.
2 Comments
Albarracín es un pueblo con mucho encanto tiene un casco histórico de lo más auténtico
Muchas gracias Gema por asomarnos a este balcón de nuestra historia
A mí me sorprendió, me gustó mucho pasear por él y por sus alrededores, es súper fotogénico. Mil gracias a ti y me encanta esto del balcón de nuestra historia. Besos