Situada en la región de El Lacio y a pocos kilómetros de la ciudad eterna, se encuentra una bonita y tranquila zona cuyo espacio natural está protegido y declarado como Parque Natural Regional desde 1999. En poco más de ciento setenta kilómetros cuadrados, encontramos lagos, bosques, pastos, cultivos, además de una valiosa y rica fauna.
“Hay un libro abierto siempre para todos los ojos: la naturaleza” J.Rousseau
El Parque Natural Regional de Bracciano – Martignano que sirve de respiro y pulmón para los romanos, es un lugar poco frecuentado por los turistas.
En mi caso y debido a la pasión que siento por los mapas, planos y guías, fui en busca del lugar donde apareció el primer plano de carreteras de la historia. Hoy son los móviles geolocalizados los que guían nuestras rutas, ayer lo fueron las guías y mapas que llevábamos en papel, aunque yo sigo llevándolos ya que me parece fascinante parar la moto, abrir el mapa y buscar, pero y ¿Cómo se orientaba un romano por esas cantidades de vías existente en el Imperio? Para dar respuesta a eso, busqué, y esa búsqueda me llevó al lugar dónde fueron encontrados lo que podemos llamar “los primeros planos de carretera”.
Comenzamos la ruta en Vicarello, situado en la vertiente occidental de un pequeño valle, en el interior de la caldera del cráter sabatino, al cual, le cruza un riachuelo de gélida agua que desemboca en el lago. En una de las demoliciones de un antiguo balneario se encontraron las ruinas de las antiguas termas medicinales conocidas como Aquae Apolinares. Allí se encontraron interesantes objetos arqueológicos y en concreto, unos vasos de viaje de plata en cuyas paredes cilíndricas estaban grabados los nombres y las distancias de las etapas que iban desde Gades a Roma, a través de la Vía Augusta, Vía Domitia, Vía Aurelia, etc. Actualmente los conocidos “Vasos apolinares” se encuentran en el Palacio Massimo alle Terme del Museo Nacional Romano.
Saliendo de las termas y con la intención de bordear el primer lago del parque conocido como Bracciano o Sabatini, tomamos la Avenida de la Reina para luego coger la SP4 y así alcanzar Trevignano Romano, atravesando campos de árboles frutales, huertos y vides de dónde salen los caldos locales.
Esta bonita localidad obtuvo la “Bandera Naranja” del Italian Touring Club por su excelencia y hospitalidad de calidad. Además de fotografiar el entrañable casco antiguo no hay que dejar de admirar los reflejos creados por los colores de las casas que reflejadas en el lago, ofrecen una de las imágenes más evocadoras sobre el lago. Además se puede aprender sobre la civilización etrusca asentada en la antigüedad en la zona, en el Museo Cívico etrusco romano.
Bordear el lago por las pequeñas carreteras entre bosques tiene un encanto especial, pero también lo tiene avanzar hasta la siguiente localidad de interés, por caminos entre huertas y campos frutales.
A lo largo de toda la orilla del lago Bracciano, encontramos playas donde descansar y admirar la gran cantidad de aves acuáticas existentes, como por ejemplo el fistione turco. También allí me fue inevitable pensar en que un día hace muchos años frente a ese lago de única salida al río Arrone, Montaigne probablemente ante semejante espectáculo ocular, reflexionaría sobre la idea que él tenía de viajar :
«Viajar me parece un ejercicio provechoso. El alma se ejercita continuamente observando cosas desconocidas y nuevas. Y no conozco mejor escuela para formar la vida, que presentarle sin cesar la variedad de tantas vidas, fantasías y costumbre diferentes y darle a probar la tan perpetua variedad de formas de nuestra naturaleza»
Volviendo a la carretera que bordea el lago, encontramos en el corazón de las montañas de Sabatini, nos encontramos con la medieval Anguillara Sabazia. Localidad muy vinculada a la historia del Imperio romano y con un importante patrimonio artístico. No hay que perderse el atardecer sobre el lago desde la Iglesia medieval de la Madonna delle Grazie.
Y sin dejar esa pequeña carretera y viendo siempre la orilla del lago, llegamos a la localidad que le da nombre, Bracciano. Desde su centro comercial se puede ascender por numerosas carreteritas , unas asfaltadas y otras no, para obtener las mejores vistas de la localidad medieval con el lago y los montes Sabatinos, Rocca y Tolfa como telón de fondo. Y otra de las visitas que no hay que perderse es la que se obtiene desde el Castillo de Orsini-Odescalchi, construido sobre las estructuras defensivas de la villa. La impresionante edificación a la que no le falta su fantasma ni su leyenda negra, fue punto de reunión de la gran aristocracia italiana, de ahí que autores como Stendhal escribiera Victoria Accoramboni, Duquesa de Bracciano, donde a través de este personaje histórico se hablaba de la sociedad en esa época. Actualmente el libro de gran éxito que muestra la situación actual de la sociedad italiana, es la novela El agua del lago nunca es dulce de Giulia Caminito, ambientada en un pueblo del lago Braccione.
El gran castillo que sirvió de escenario a las grandes fiestas de la nobleza italiana, sirve hoy también de decorado de grandes acontecimientos sociales, ya que se ha convertido en los últimos años, en la ubicación preferida para las bodas de conocidos actores como Tom Cruise o el cantante Eros Ramazzotti.
La localidad está llena de rincones donde detenerse y poder disfrutar de la historia, cultura y gastronomía existente tras cada piedra, tras las ropas tendidas en las ventanas, tras las macetas repletas de flores y tras esos numerosos hornos de leña donde preparan sus “porchettas”, (cochinillo asado y condimentado con hierbas aromáticas) al grito de ¡Bella, bella, la porchetta! Pero, sin duda, la especialidad de la zona es la perla de la región latina, la alcachofa romanesco, muy utilizada por egipcios, griegos y romanos para fines terapéuticos.
Además de las principales localidades vistas que bordean el lago Bracciano, el Parque Regional incluye el Lago Martignano, también de origen volcánico caracterizado por sus pequeñas dimensiones y su forma casi perfectamente circular. Estas dos masas de agua pueden calificarse de hermanas, ya que fueron generadas por el mismo volcán, con la diferencia de que Martignano nace del cráter principal, mientras que el lago de Bracciano lo hace de uno secundario.
También se pueden encontrar lugares interesantes como el Museo Histórico de la Aeronáutica Italiana, que fue el más importante centro experimental de aeronáutica y del que han salidovarios vehículos que han contribuido a la historia de Italia. En la actualidad acoge en sus distintos hangares numerosos ejemplares de aviones y material relacionado con el mundo de la aeronáutica italiana.
Y tampoco hay que dejar de visitar el yacimiento arqueológico de “La Marmotta”, asentamiento neolítico que se encuentra sumergido a unos trescientos metros de la orilla actual y a unos ocho metros de profundidad.
Y si lo que quieres en resfrecarte en el lago, la limpieza de éste es inmejorable, ya que surte de agua potable a Roma. Es uno de los lagos más puros de Italia, donde se realizan actividades acuáticas pero nunca a motor. Recuerda, ¡Cuidado con la presencia del parásito marino, al que le llaman ”el picor del nadador”!.
“Un lago te lleva a los recovecos de sentimientos que de otro modo serían impenetrables” W. Wordsworth