Atenas, el origen de todo…

Ciudad en la que el arte clásico está presente en cualquier rincón de la misma. Según ascendía a La Acrópolis, sede de los principales lugares de culto de la Antigua Grecia me iba imaginando que sentiría una vez que cruzara esas puertas y me encontrara delante de una de mis obras favoritas, El Partenón, consagrado a la diosa Atenea Parthenos. Es uno de los principales templos de construcción dórica conservados en nuestros días. Adoro el mundo clásico, me encanta ese friso que representa la procesión de las Panateneas ( festival religioso más importante que se llevaba a cabo en la ciudad) esas columnas, esos capiteles,  ese “montón de piedras” como mucha gente decía, y es verdad, hay numerosas obras clásicas que tienes que tener mucha imaginación para conseguir visualizar cómo eran, aunque para eso no hay nada mejor que esos libros que venden a los turistas, que muestran el antes y el después de la obra.
Pasear por la Acrópolis es un verdadero placer, pese al calor, al gran número de visitantes que te encuentras y a sus numerosos andamios que vayas las veces que vayas no hay manera de librarse de ellos. Accedimos por los Propileos  (pórtico de entrada), admiramos el Templo de Atenea Niké, pequeño templo jónico construido sobre un torreón que conmemora la victoria sobre los persas en la batalla de Salamina , el monumento de Agripa,el Erecteión, pequeño gran templo pero con una elegancia sin igual, donde se encuentran las famosas Cariátides, llamadas así porque las jóvenes que posaron para esas estatuas venían de Karyai, en la región de Laconia.

Nos acercamos al Museo de la Acrópolis, dedicado a la preservación y exposición de los restos hallados en la Acrópolis, para admirar estatuas, frisos, vasijas, etc., es un lugar para admirar y observar su gran belleza, el mejor complemento para entender la Acrópolis, y además también  aproveché a hacer unas fotitos,  mientras paramos a comer algo en su terraza donde se pudimos contemplar unas magníficas vistas de la Acrópolis.
El museo de gran superficie está repartido en tres niveles más un cuarto nivel al que se añade el yacimiento arqueológico sobre el que está asentado. En la planta baja se encuentran los hallazgos provenientes de los santuarios fundados en las paredes de la Roca Sagrada, así como del asentamiento que en todas las épocas existió sobre las faldas de la colina. 
En la primera planta se exhiben las majestuosas esculturas que en su día adornaron los templos de la Acrópolis, relieves de mármol y pequeños exvotos de bronce y de barro. 

La segunda planta se encuentra la terraza y en la tercera planta se encuentra la Sala del Partenón que por primera vez se exhiben sobre el perímetro exterior de sus muros los relieves del friso que representa la procesión de las Panateneas.  Entre las columnas de acero que son iguales a las originales de mármol han sido colocadas las metopas, placas de mármol etc. 

Nos dirigimos hacia los alrededores de la ésta para poder admirar el Odeón de Herodes Ático, gran teatro, lo vimos primeramente desde fuera ya que está cerrado al público salvo para las representaciones que se realizan entre mayo y octubre bajo el Festival Helénico.  Llevábamos reservadas entradas para ver la obra de Don Quijote bajo la dirección de  una compañía chipriota. Al caer la noche, sentarse en esas gradas de mármol desgastadas, con esa acústica,  ver y oir una obra de teatro en ese enclave no tiene precio,  totalmente recomendable aunque no se entienda nada, ya que lógicamente es en griego, pero da igual, como conoces la obra lo menos importante es entenderles y lo más, estar presente en una obra de teatro en un marco incomparable y con el cielo lleno de estrellas. Además fuimos al Teatro de Dionisio, la Iglesia de agrios Dimitrios con sus preciosos frescos antiguos, el Observatorio Pnyx, etc.

Para seguir absorbiendo belleza tras belleza nos acercamos al Museo Arqueológico, es una verdadera delicia, es el más grande de Grecia y uno de los museos más importantes del mundo en su temática, la Antigua Grecia. Las colecciones se encuentran expuestas en dos plantas donde se ven representadas las diferentes culturas y civilizaciones griegas a través de sus diversos objetos: vasijas de piedra, elementos de bronce, joyas, pequeñas figuras de cerámica, objetos de marfil y cristal, figuras realizadas en mármol o algunas máscaras funerarias creadas a base de oro. Desde luego un lugar para disfrutar.
Aunque a la gente no le gusta mucho esta ciudad, a mi sí, es cierto que es sucia, destartalada y no muy bonita, pero tomarte una Mythos, Fix o Zeos (cervezas griegas) y exclamar  “Jamás” salud en griego, en el barrio de Monastiraki tras realizar algunas compras por esas tiendas de artesanía  o mercadillos llenos de encanto, es una delicia que no hay que perderse. La zona de La Plaka, corazón geográfico de la ciudad, es un cúmulo de pequeñas callejuelas y placitas que se entremezclan formando una laberinto de pequeños bares y restaurantes repletos de flores y con una comida mediterránea exquisita. Una de las cosas que más me gustaron fue cenar en una de esas maravillosas terrazas que hay repartidas por la ciudad y desde donde al anochecer cuando el cielo se cubre de estrellas se pude admirar  la Acrópolis iluminada, sin duda emociona.

La gastronomía griega es fascinante, sorprende por su variedad de sabores y su sencillez de elaboración. Está basada en la dieta mediterránea aunque con gran influencia de oriente. Los ingredientes básicos son el aceite de oliva, las verduras frescas, los  pescados y el yoghurt. El tomate, las berenjenas y sus aceitunas son maravillosas. En cuanto a carne se refiere, el cordero es su pasión, lo preparan con todo,  arroz,  verduras, en hojas de parra,  a mi me fascinó uno que tomamos con lima en un pequeña taverna (pequeños restaurantes familiares donde  sus platos son totalmente caseros) cerca de La Plaka. Su moussaka no deja indiferente a nadie, y sus quesos feta, kefalotyri, kasseri están buenísimos, me flipaba el queso feta al horno con pimentón. Desde luego Grecia no es de esos países donde echas de menos la comida española.
En Atenas el arte está en cada esquina, madrugamos mucho para poder acceder a los lugares sin muchos visitantes, así estuvimos en la Biblioteca de Adriano donde observamos algunas de las cien columnas que rodeaban el claustro. A continuación fuimos a la Ágora Antigua, que era el centro de la vida social, política y comercial de la ciudad en la antigüedad. Encontramos la Iglesia de los Santo Apóstoles, la Stoa de Attalo (galería portada que protegía del sol y de la lluvia para llevar a cabo las reuniones de ciudades) , el Tholo donde se reunían los jefes del estado y en lo alto de la colina el gran Templo de Hefesto construido en mármol, de estilo dórico formado por 34 columnas y un friso que cuenta la historia de los doce trabajos de Heracles.
Cuando ya la ciudad estaba repleta de turistas, nos acercamos a la emblemática  Plaza Sintagma  para ver a los Evzones (Guardia Presidencial) custodiando la tumba del soldado desconocido frente al Parlamento griego. Su solemne paso y su “escándoloso” ruido de zapatos, sobrecogen a los turistas que asisten cada domingo a las doce en punto en su versión más solemne y cada hora las veinticuatro horas del día, en una versión más ligera. El templo de Zeus Olímpico, conocido como Olimpeion está realizado  en mármol en el monte Pentélico.  Constaba de 104 columnas corintias, de las cuales sólo dieciséis  de estas columnas sobreviven hoy, trece en pie y una tumbada tal y como quedó en el último derrumbe.
Una de las cosas que más me gusta y menos visitada de Atenas es el cementerio situado al noroeste de Atenas, en el conocido barrio de Kerameikos (barrio de los alfareros en la antigua Grecia)para contemplar los restos de algunas lápidas y construcciones funerarias, aunque estas últimas están prácticamente destrozadas y es necesario verlas con la imaginación.


El último atardecer en Atenas tenía claro que lo quería ver desde cabo Sunion (Templo de Apolo) se encuentra al sur de Atenas, quise estar pronto porque decían que había mucha gente esperando el atardecer, pero lo cierto es que fue un atardecer privilegiado ya que había ocho o diez personas, el silencio era sepulcral, digno de recordar, ese sol iluminando ese color azul, es un regalo para los sentidos (Veáse “Mar griego, el -principe azul- de todos los mares

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4 Comentarios

  1. Buenísimo reportaje…como nos tienes acostumbrados!! A mi me gustó muchisimo Atenas, tengo que volver ta que me quedaron cosas sin ver. Un abrazo Gema

    • Gema de los Reyes Contestar

      Así que eres de las mías, de las que además de valorarla la admiras. Me encanta el Arte, sobre todo el clásico, con lo cual para mí es una ciudad por la que me gusta caminar encontrándome esas «preciosas piedras» en cada esquina y finalizando el día admirando Cabo Sunion. Muchos besos y mil gracias.

  2. A pesar de todo lo bueno y mucho que tiene que ver Atenas es lo que menos me gustó de Grecia. Raro que es uno.

    • Gema de los Reyes Contestar

      Jajajaja no eres raro, es bastante habitual encontrar personas que no les gusta Atenas. A mi me parece una ciudad decadente y tampoco es lo que más me gusta de Grecia, pero tengo que reconocer que sentarte en una terraza con una cerveza al atardecer mirando el Partenón me parece que es un regalo para los sentidos. Un beso

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