Japón – Excursiones desde Tokio (Kamakura, Kawagoe, Nikko)

Aunque hubiera ido a muchos sitios desde Tokio por cuestión de tiempo había que elegir, así que después de realizar varias lecturas y consultar diferentes blogs decidimos acercarnos a Kamakura, Kawagoe y Nikko en diferentes días.  

KAMAKURA
Situada a una hora en tren desde Tokio, Kamakura es una ciudad que por su paz, tranquilidad y bonitos templos te hace retroceder a la antigüedad. Al salir de la estación Kita Kamakura , nos encontramos con el  Templo  Engakuji, segundo gran templo Zen de la ciudad, construido en 1282 para conmemorar la muerte de los soldados japoneses y mongoles que perecieron durante la invasión de estos a Japón.  Desde la entrada, los edificios del templo se sitúan a lo largo de una colina arbolada en línea recta, esto me recuerda muchísimo a algunos ejemplos de arquitectura china. De aquí lo más destacado es su escalinata flanqueada por cedros de gran tamaño, la gran estatua de  madera de Buda, y su campana declarada Tesoro Nacional.

Cruzando las vías del tren llegamos al TemploTokei-ji , precioso tanto por su bonito entorno, como por el templo en si mismo. Forma parte de la secta budista Rinzai,  fundado por una mujer después de la muerte de su marido;  históricamente, el templo tenía fama por haber servido de refugio para mujeres maltratadas, pudiéndose reconocer oficialmente que una mujer estaba divorciada tras pasar tres años como monja en este recinto.

Avanzamos hasta el Templo Jochi-ji, menos conocido por su importancia que el resto, pero que a mi me encantó.  Está en un lugar privilegiado, en medio de un pequeño bosque, con estanques, y formado por un pequeño laberinto de cementerios, estatuas y pequeños altares y templos repartidos por todas partes. También se puede observar una pequeña cueva con una estatua a tamaño real del Dios de la felicidad y la alegría, al que se supone que si le tocas la tripita tendrás unos años de felicidad plena. Proseguimos hasta el templo Zen más grande de la ciudad llamado  Kenchoji, construido en 1253 y que abarca varios edificios y subtemplos ubicados en una colina repleta de bosques. Para llegar a él hay que acceder a través de una entrada o portón donde se encuentra la gran campana. Hoy en día funciona como un monasterio, e incluso vimos un cartel  que decía que se impartían clases de zen para todo aquel que quisiera apuntarse; desde luego si hubiera contado con más tiendo sería una de las cosas que sin duda hubiera hecho. De las cosas que más me gustaron fue  la sala de Buday, un precioso jardín zen en el que se supone que se puede leer el kanji de la palabra “mente”. Desde allí se puede acceder a otros templos a través de un bosque de enebros,  conocida como la ruta Ten-en.El Santuario Tsurugaoka Hachimangu ,  es el símbolo de la antigua capital.  El «Hongu» o edificio principal del santuario se abre ante una vista magnífica de la ciudad de Kamakura. Proseguimos hasta templo Meigetsu-in, menos conocido y que se sale un poco de las rutas más visitadas de Kamakura, es  más moderno ya que data de 1383, destaca  un curioso puente de madera y unos preciosos jardines donde puedes tomar té con  Sembei (galletas con salsa de soja). En junio cuando florecen las hortensias debe de ser espectacular, porque hay grandes extensiones de ellas.

Atravesamos las calles de Takamiya y Komachidori repletas de gente, tiendas y puestos de comida, para llegar a la estación de tren de Hase y poder acceder a los dos lugares que nos quedaban por visitar. Nos recomendaron ir a comer a un pequeño restaurante que estaba bastante escondido y que se salía de la zona turística, sería incapaz de reproducir su nombre, pero la gente lo conoce como la “Casa del atún” donde tomamos un atún rojo con salsa de ostras que estaba espectacular.
El Templo Hase-Dera, también conocido como Hase Kannon,  famoso por su edificio principal de madera y su bonito jardín. Lo que más me llamó la atención fueron las estatuas Jizo,  y una gran  estatua de madera del Bodhisattva Kannon (Diosa de la Piedad) con once caras. El Gran Buda o «Daibutsu» que se encuentra en el templo Kotoku-in, es una estatua gigante de 11,4 metros de altura y 122 toneladas, que medita en posición de loto, y está al aire libre. Está hecha de placas de bronce montadas sobre una estructura hueca y se puede entrar en el monumento. Fue terminada en 1252 gracias a Minamoto Yoritomo para competir con el Buda de Nara que, por aquel entonces, era más imponente.

KAWAGOE
La “pequeña Edo”  es una bonita localidad situada en la prefectura de Saitama en la región de Kanto, a treinta minutos en tren desde Tokio y con una larga historia. Aunque la localidad tiene una zona moderna y más comercial, esa estaba fuera de mi interés así que salvo para atravesar sus calles desde la estación del tren a la parte antigua, no visitamos nada. En la época del período Edo, en este pequeño lugar se distribuían muchas de las mercancías que luego eran trasladadas a Edo (lo que hoy conocemos como Tokio). Por lo que para poder almacenar los productos se construían almacenes de madera y arcilla llamados Kurazukuri. En esta localidad se llegaron a localizar hasta doscientos edificios pero hoy sólo quedan unos doce los cuales se pueden contemplar en la calle Kurazukuri, y la  mayoría de ellos se han convertido en restaurantes, tiendas o museos (por ejemplo Kurazukuri Shiryokan). Sin duda el lugar más fotografiado es la famosa torre de la campana del tiempo (Toki no Kane), construida en madera; cuenta con tres pisos y mide dieciséis metros. Ha sido reconstruída en varias ocasiones ya que ha ardido numerosas veces. Es el emblema de la ciudad, de hecho el sonido de la campana fue designado como uno de los cien sonidos a conservar por la Agencia del medio ambiente de Japón. Pasear por esta zona nos transporta a ese Japón antiguo de señores feudales que tantas veces había imaginado a través de las novelas, y que  a mi tanto me gusta.

Merece mucho la pena observar el templo Kitain, uno de los de mayor importancia de todo el área de Tokio. Perteneciente a la Secta Tendai; además del edificio principal y de la torre Tahoto, son espectaculares las 540 figuras de piedra de discípulos de Buda, cada una con su propia expresión facial representando emociones humanas. Impresiontante la gran cantidad de tiendas de dulces que hay en la localidad, existe una calle llamada Kashiya Yokocho (calle de las Golosinas), fundada a principios del periodo Meiji, donde hay  unas veinte tiendas de chucherías y repostería tradicional, es más bien un callejón con un paseo empedrado encastrado con vidrios de colores y donde sus tiendas te hacen perder el gusto aunque no se sea demasiado goloso. Se puede ver cómo cada establecimiento elabora sus dulces siguiendo el mismo proceso de décadas atrás. Una de las especialidades de la localidad son los dulces realizados con papatas, hay infinidad de ellos y a cada cual más bueno. En 2001, el sencillo y nostálgico aroma de Kashiya Yokocho fue escogido como uno de los “100 mejores olores de lugares” por el Ministro de Medio Ambiente de Japón.
Como buena adicta al te no pude dejar de ir al Templo Naka-in , construído por el gran líder religioso Jikaku-Daishi Ennin,  conocido por ser un lugar repleto de cerezos y por ser  el lugar de nacimiento del té Kawagoe y del té Sayama. Se dice que sus orígenes se remontan a la época en la que se creó el templo, cuando Ennin trajo las hojas de té al complejo y las cultivó como una medicina. En el pasado, los terrenos del templo también albergaban campos de té. Dentro del complejo, se alza un monumento de piedra en memoria de este hecho. La sala del té “Fusentei”, asociada a Toson Nakazaki, es usada hoy para celebrar la ceremonia del té tal y como se celebraba en la antigüedad. Me encantó cómo estaba el parque Hatsukari  con los cerezos en flor, hay un bonito paseo por la orilla del  río Shingashigawa,  que va  desde el santuario Miyoshino hasta el puente Tomyoji-bashi.

NIKKO
Alrededor de noventa minutos tardamos en llegar a Nikko desde Tokyo, se encuentra en las montañas de la Prefectura de Tochigi en la región de Kantó. El trayecto del tren es muy bonito ya que hay en varios momentos donde se puede divisar el Monte Fuji. Según avanzaba el tiempo y nos acercábamos a la ciudad, el tiempo se estropeaba, comenzamos a ver grandes mantas blancas sobre los campos así que dedujimos que pasaríamos frío, pero  veríamos Nikko completamente nevado. Tal y como la describe la Oficina de turismo “Nikko, es al mismo tiempo una maravilla de belleza natural y un importante emplazamiento de otras maestras arquitectónicas” de ahí que el conjunto de templos y santuarios está considera Patrimonio de la Humanidad. Desde la entrada al santuario Toshogu imaginas lo grandiosa que es este área, su enorme torii de piedra marca el comienzo. No se como será en otra época pero desde luego nevado es realmente increíble. Nada más entrar a la izquierda está la  Pagoda Gojunoto de  cinco pisos originaria de 1650 y reconstruida en 1818. A continuación encontramos la Puerta Niomon y el segundo patio. El templo viene definido por su gran cantidad de colores, detalles de hojas de oro y esculturas de todo tipo, destacando la famosa escultura de “Los tres monos de la sabiduría” catalogada como bien natural. Tras las escalinatas está la puerta Yomeimon que conduce al patio final y a los santuarios dedicados al shogun. Esta parte está dotada de preciosas decoraciones en colores vivos, la verdad es que verlo sin parar de nevar fue todo un espectáculo.

A continuación proseguimos hasta Futarasan, santuario sintoísta fundado por el monje budista Shodo. Se trata del complejo más antiguo del lugar ya que en sus comienzos fue un santuario budista. Me encantó ver la cantidad de gente que hay rezando en los pequeños templos que se encuentran por el recinto.  Al lado está el mausoleo de Taiyuinbyo, donde se encuentran guardadas las cenizas de Tokugawa Lemitsu. La entrada principal es a través de una puerta Niomon, flanqueada por dos guerreros Nio y rodeada por más de cincuenta linternas de piedra. Por su decoración y diseño se asemeja mucho al templo Toshogu. Proseguimos hasta Rinno-ji, que abarca un conjunto de quince templos diferentes. Lo más destacable son sus tres grandes figuras de Budas recubiertas de pan de oro y su famoso jardín de meditación. Realmente es un sitio mágico, está tan cerca de las montañas, que transmite una paz y una serenidad difícil de encontrar en otro lugar.

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