Recorriendo el lago Lemán

Si hay un país del que alguien se puede enamorar, ese es Suiza. Siempre recordaré la primera vez que estuve allí, tenía diecisiete años, y por aprobar selectividad mis padres me regalaron un viaje que realicé con mi hermana y una amiga, el cual,  sin duda fue inolvidable.   Desde ese momento le tengo un especial cariño, ese país me tiene cautivada, vaya las veces que vaya y haga las rutas que haga, siempre le sumo un nuevo adjetivo positivo. 
Esta vez decidí pasar unos días recorriendo las localidades que se encuentran a orillas del Lago Lemán. Ese lago misterioso, lleno de leyendas que da vida tanto a preciosas localidades suizas como francesas. Recorrer el pequeño mar interior enclavado al pie de los Alpes es una verdadera sucesión de postales idílicas. 
La llegada fue por Ginebra, ciudad por la que me encanta pasear aunque reconozco que no es una de mis ciudades favoritas, de hecho, la primera vez que la vi me pareció la ciudad más fea de todo Suiza. Con el paso de los años y el número de veces que he ido, me parece una de esas ciudades que cuanto más vas,  más gusta.  La ciudad acepta casi cualquier adjetivo, todo parece evocador paseando de su mano. Me encantó como me la describió un chico suizo uno de los días que estaba sentada en uno de mis lugares favoritos de la ciudad, la Librería Jullien en Place du Bourg-de-Four 32, me dijo: “ Esta ciudad epicúrea, es natural, transparente, afrodisíaca e incluso incoherente y nada de estas cosas son por casualidad”. 

Ciudad humanista y refinada, cuna de organizaciones e instituciones internacionales, con una población atenta y elegante.  Catalogada como una de las ciudades donde destaca su gran calidad de vida, Borges afirmaba “ (…) De todas las ciudades del mundo, de todas las patrias íntimas a las que un hombre aspira hacerse acreedor en el transcurso de sus viajes, es Ginebra la que me parece la más propicia a la felicidad”. Moverse por la ciudad en transporte público es rápido, cómodo y además barato (cosa extraña en este país)  ya que al alojarse en uno de sus hoteles estos proporcionan una tarjeta válida durante la estancia para todos los transportes públicos, al igual que si se llega vía aeropuerto se puede obtener un billete antes de salir de la zona interna del mismo, donde se accede de forma gratuita al centro de la ciudad. 
Además de ser el emblema de Ginebra, el conocido  Le jet d’eau, chorro de agua que puede alcanzar una altitud de ciento cuarenta metros, es una de las fuentes más famosas e importantes del mundo. Situada en el lugar en el que el Lago Lemán, conocido en la ciudad como el lago de Ginebra,  desemboca en el Río Ródano, es visible desde toda la ciudad y también desde el aire. La fuente original de 1886 era más pequeña y no estaba pensada como atracción turística, pero actualmente, funciona durante el día todo el año, excepto en caso de heladas y vientos especialmente fuertes, incluso funciona con iluminación por la noche entre primavera y otoño. La fuente puede ser vista desde cerca en una de las muchas barcas que se pueden coger en el embarcadero y que realizan paseos turísticos por ese precioso y romántico lago. 
Muy visitado también es el colorido Reloj de Flores que durante un tiempo compitió contra el Chorro como emblema de la ciudad. 

A mi sin duda lo que más me gusta es la llamada “ciudad vieja”. Recorrer su casco histórico es recorrer sus dos mil años de historia, dosificándola  en preciosas cafeterías, bares y si el tiempo acompaña bonitas terrazas. Aunque suene a locura, me encanta estar sentada en esas frías terrazas que amenizan el viento con las estufas y sus coloridas mantas, y así, un te caliente, un vino o una copa hacen que la ciudad parezca un cofre del tesoro lleno de secretos por explorar.

A través de las estrechas y empinadas calles de Ginebra, se viaja a la época de Juan Calvino y la reforma. Su diseño laberíntico parece pensado para quien quiere perderse,  pero también para los que quieren encontrarse, ya que siempre tras un pasadizo se sale a una calle principal. Me encanta tras visitar la Fontaine de l’ Escalade  caminar por la calle Rue de la Cité para entrar en la biblioteca y después admirar la hermosa vista desde las antiguas murallas de la ciudad. Proseguir por la Grand Rue y detenerme en el número 26 donde vivió J.L. Borges y pensar en sus palabras “Paris no ignora que es París, la decorosa Londres sabe que es Londres, pero Ginebra no sabe que es Ginebra”

Muy admirada también en esta zona es  la Maison Tavel, que es la casa privada más antigua de la ciudad, testimonio de la arquitectura burguesa medieval con su impresionante  gran maqueta de la ciudad, y el Hotel de Ville, visitado por grandes artistas a lo largo de las diferentes épocas. Es una zona llena de galerías de arte, pequeñas tiendas, preciosas y coquetas librerías, donde se encuentra la Catedral de San Pedro, la catedral gótica más grande de Suiza. Comenzada en el siglo XII, incluye una ecléctica mezcla de estilos. Es conocida sobre todo por ser la iglesia madre adoptada por Juan Calvino uno de los líderes de la Reforma protestante.  En el interior de la iglesia se conserva una silla de madera usada por Calvino. Destaca la hermosa capilla de los Macabeos y las preciosas vistas desde su torre.  Al lado de la catedral está la plaza de Bourg-de-Four, el lugar de nacimiento de Ginebra y lugar donde las pequeñas tiendas tienen un verdadero encanto como por ejemplo la Caran d’Ache, tienda de lápices de colores y preciosas plumas, que como no podía ser de otra manera es una de mis paradas obligatorias tras tomarme un te en la Librería Jullien

Cerca de la catedral y frente al pórtico de la Treille, se puede observar el banco de madera más largo del mundo (121 metros)  es reconocido por el Libro Guinness de los records. Si se atraviesa el pórtico encontramos el ayuntamiento que es un precioso edificio con elementos arquitectónicos de varios siglos y un antiguo mercado romano soportalado con mosaicos que ilustran acontecimientos históricos. Muy agradable es atravesar el Parque de los Bastiones, donde está el primer jardín botánico de la ciudad, parando frente al Muro de los Reformadores, observando una partida en esos enormes tableros de ajedrez que tanto se ven por los países de centroeuropa, para luego llegar a la  Universidad de Ginebra. Dos zonas muy frecuentadas por los turistas son el Parque de Ariana donde se encuentra el Palacio de las Naciones Unidas, y cerca de este la sede y museo de la Cruz Roja, y el barrio de Les Grottes (cercano a la estación de tren)  que es un curioso complejo de edificios con muros oblicuos y colores insólitos. Estas casas fueron construidas entre 1982 y 1984 y recuerdan a las obras de Gaudí.  Es conocido como el barrio de los “los pitufos” por su semejanza con las graciosas casas parecidas a las setas en las que viven los protagonistas de esos cuentos.  Una de las zonas más animadas de la ciudad es el barrio de Paquis, es la otra Ginebra, el barrio de los bares, hoteles más baratos, hostales, albergues,  etc., y un montón de restaurantes más económicos y exóticos que en la parte refinada de la ciudad.  En esta zona se puede ver a los estudiantes degustando una de las cervezas que tienen su origen en el país en la conocida taberna La Plage, antes de trasladarse a la zona de Artamis, que es un barrio de viejas fábricas hoy ocupadas por artistas que al caer la noche se tiñe de copas y fiesta. 

Para ir a la cuarta ciudad más poblada de Suiza y poder disfrutar de estos preciosos 63 km aproximadamente, dejamos el coche y alquilamos unas bicicletas. Si bonito es el recorrido en coche, espectacular es hacerlo en bici. El primer pueblo donde nos detuvimos fue el pequeño Coppet, que más que un pueblo es una zona residencial ya que está muy cerca de Ginebra y rodeado de preciosos jardines. Su casco antiguo decorado con  edificios  de arcadas medievales datan del siglo XVI, su preciosa iglesia protestante y un edificio llamado Maison Michel alberga el museo local donde se puede conocer un poco más de la historia de Coppet y de la zona propiamente dicha. Además encontramos el Castillo, que data del siglo XVIII pero  construido sobre un castillo medieval. Tiene forma de herradura y es un lugar donde actualmente se celebran eventos tales como una boda el día que estuvimos allí.

Proseguimos hasta la preciosa y elegante Nyon, con gran oferta comercial y gastronómica. En el interior del castillo, que data del siglo XVI,  encontramos el Museo Histórico y de las Porcelanas, pero para mi lo mejor de éste es su arquitectura y las preciosas vistas del lago que hay desde sus puntiagudas torres. Además de este museo, en la localidad encontramos el pequeño y llamativo Museo Romano y el Museo de Lemán dedicado a la vida en torno al lago.

Pero todavía me gustó más pasear por su Parc de Bois Fleuri, disfrutar de un bonito atardecer en la Esplanade des Marronniers, atravesar la Place du Marché, y recorrer las precisas tiendecitas y los cafés del barrio de la orilla del lago  deteniéndome en alguno de ellos, con el fin de  leer  tranquilamente algunos versos del escritor Pablo Neruda, el cual eligió este lugar para pasar unos años de su vida. 

Avanzamos hasta Rolle para degustar su gran estrella gastronómica, el Malakoff, (bola de queso frita) y pasear por sus calles de aire medieval. Es un pueblecito que se suele pasar por alto, pero a mi me encanta su castillo y su bonito paseo a orilla del mítico lago.

Y de ahí a la gran joya medieval, la escondida Saint-Prex, que ofrece un gran contraste frente a la capital de la región de Vaud, que presume de singulares vistas de los Alpes y del único metro del país.

Antes de llegar a Lausana paramos en Morges, antaño centro comercial. Pese a que tiene un castillo con cuatro importantes museos, a mi después de haber estado en los pequeños pueblecitos anteriores éste fue el que menos me gustó, y aún así fue bonito recorrer su paseo y también disfrutar en la famosa  calle del vino (Weintrasse) donde aprendí mucho sobre la preciosa zona vinícola y sus productos. 

Lausana en sí está llena de contrastes, su parte alta con empinadas callejuelas medievales, y su legado romano que entusiasmó a célebres de todos los artes como Lord Byron, Coco Chanel, etc.,  se enfrenta a los barrios modernos que deja ver ese aire universitario, cosmopolita donde reina el Museo Olímpico, el Tour Bel-Air y la Salle Métropole. A lo largo de los siglos, se construyeron importantes obras arquitectónicas, como el Antiguo Palacio del Arzobispo el  Castillo de St.Marie del siglo XV,    la Iglesia de San Lorenzo, la antigua torre que es el único vestigio de la muralla que cercaba la ciudad, la Place de Palaud donde se disfruta de un mercado dos días a la semana y de una feria de artesanía una vez al mes. Me encantaron las conocidas escaleras con techado de madera que antiguamente unían los dos mercados medievales y la Catedral de Notre-Dame levantada sobre los cimientos de una basílica carolingia y otra románica.

Lausana es el centro de la vida cultural y económica de la Suiza francófona y la sede del Tribunal Supremo Federal y del Comité Olímpico Internacional. El Barrio de Ouchy alberga grandes edificios aristocráticos además de un cementerio canino en el jardín del Hotel Beau-Rivage, la Torre del Castillo de Ouchy y una cosa que me encanta, el Museo de l’Elysee dedicado íntegramente a la  fotografía.

Un barrio totalmente renovado es el conocido y original Distrito de Flon-Viertel. De su ambiente e imagen industrial ha pasado a ser una zona donde se encuentran edificios modernos, como por ejemplo los Pepinieres, tres edificios en cuyo interior se encuentra la Escuela Superior de Música y la Escuela de Jazz, oficinas, locales de ocio, etc. La capital olímpica centra como no podía ser de otra manera su vida en torno al deporte. Para ello además de su Sede Olímpica y su museo (ofrece una vista de conjunto de la historia de los Juegos Olímpicos desde los primeros en 1896 en Atenas hasta el día de hoy) , dispone de una gran cantidad de espacios dedicados a la actividad deportiva.

Proseguimos hacia Lutry, uno de esos pequeños pueblos de ambiente sosegado con sus pequeñas y estrechas calles empedradas donde descansamos un poquito antes de empezar el recorrido por la zona de Bourg en Lavaux, que gracias a sus terrazas de viñas ha conseguido ser declarada Patrimonio de la Humanidad en 2007. La comuna suiza es el resultado de la fusión de las antiguas comunas de Cully, Epesses, Granvaux, Riex y Villette.  Empezamos por Cully y sus famosas vistas, el pueblo conserva ese aire medieval, famoso también por su festival de jazz celebrado durante el mes de abril. Esta ruta te invita a un placentero paseo por viñedos encantados, ciudades medievales con bodegas tradicionales que están unidas por senderos donde recorrerlos es una auténtica delicia.

Y así llegamos a Vevey,  puerta que abre las excursiones a los PreAlpes comenzando en el mirador de Les Pléiades, La localidad, sede de la multinacional Nestle,  recuerda a Charles Chaplin con un museo ubicado en la finca familiar Manir de Ban y con una escultura contemplando el lago, así como al gran poeta rumano Mihai Eminescu. Además aquí se puede contemplar una curiosa escultura, un gran tenedor clavado en las aguas del lago. La escultura está hecha de acero de ocho metros alto por casi medio metro de ancho. Diseñado por Jean-Pierre Zaugg, fue ubicado por primera vez en el lago en febrero de 1995 para conmemorar el décimo aniversario de Alimentarium, un museo de la alimentación de la firma Nestlé. Después se trasladó a Littau, y en 2007 con motivo de la exposición de la cuchillería histórica del museo, volvió a su lugar de origen y sus habitantes realización una petición solicitando que la ubicación fuera definitiva.

Proseguimos hasta la capital de la Riviera del Vaud,  famosa por su festival de jazz de verano y su mercadillo de Navidad. Quizá sea en la ciudad de Montreux,  donde el lago alcanza su mayor esplendor, ya que sus jardines fantásticamente decorados y cuidados culminan a través de un precioso y romántico paseo en el Castillo de Chillón, donde  alzando la mirada te encuentras el macizo de Chablais, lugar fantástico donde disfruté tanto de las vistas como de mi cámara, mirara donde mirara todo me gustaba. El castillo que parece flotar entre las calmadas aguas del lago, se levanta sobre un islote rocoso ofreciendo un paisaje mágico digno de admirar;  así lo vio Lord Byron cuando escribió “El prisionero de Chillón” en 1816. A partir de ese momento y a raíz de ver la luz las crónicas de Francois Bonivard, joven ginebrino que permaneció seis años atado a un pilar de sus mazmorras por oponerse al poder del duque de Saboya, el castillo se convirtió en un famoso lugar desde donde ríos de tinta se han escrito. A día de hoy el castillo es un museo y una gran fuente de reclamo turístico de la zona. Dentro del majestuoso castillo se pueden contemplar murales del siglo XIV, bóvedas subterráneas, salas y dormitorios con su decoración original, varios patios, etc. 

Aunque es en el festival de jazz donde la ciudad alcanza su mayor esplendor musical, la ciudad tiene numerosas  pruebas de este arte, tales como la estatua de Freddie Mercury, quien vivió los últimos años  de su vida en una de las preciosas mansiones Belle Epoque frente al lago, la canción de “Smoke on the water” de Deep Purple, etc. Desde aquí queríamos coger el tren cremallera conocido como Rochers de Naye,  pero la tarde se estropeó, nos comentaron cuando fuimos a sacar los billetes que no se veía prácticamente nada, por lo que decidimos no subir y dejarlo para la próxima visita. Acabamos la tarde admirando las bonitas mansiones, recorriendo esos muelles floridos llenos de obras de arte contemporáneas que han sido realizados en la mayoría de las veces a partir de objetos cotidianos y tomando un te en una de sus preciosas cafeterías disfrutando del exotismo de las flores y la glamurosidad de la ciudad. 

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4 Comentarios

  1. mi abuelo paterno construyó en Vevey el reloj de flores, por el cual fue contratado para construir en Argentina uno similar (lo hizo en San Isidro Bs. As.) por la guerra se destruyeron todos los diarios del museo, ya no queda certificación del evento, sólo algún historiador suizo podría enviarme información sobre lo mismo-Respetuosamente Esmeralda Müller , nieta de Anton Franz Müller Respetuosamente saludo a Uds.
    mi e-mail es esmetico@yahoo.com.ar

    • Gema de los Reyes Contestar

      Hola Esmeralda, gracias por la información. Seguro que si te pones en contacto con la biblioteca de Ginebra http://institutions.ville-geneve.ch/fr/bge/ te pueden proporcionar información de sus fondos, y si ellos no pueden, te redirigirán alguna institución o entidad que lo puede hacer.
      Ya me contarás si has conseguido información, de todas formas, como voy mucho por allí, preguntaré y te cuento si consigo algo. Saludos

  2. Unos de mis primeros viajes también fue a Suiza, en viaje de estudios, acabando en Berlín… eso si en autocar 🙂

    que viajera me siento leyéndote!

    Ascen

    • Gema de los Reyes Contestar

      Mil gracias preciosa, cuando estuve la primera vez también lo hice en bus desde España, ¡un palizón! pero la verdad, fue maravilloso.
      Me encanta hacerte recordar buenas épocas!

      Besazos guapa!!

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